En el año 2010 se sancionó en el Congreso y por unanimidad la ley nacional 26.651. La ley establece la obligatoriedad de utilizar el mapa bicontinental de la República Argentina, que muestra el sector antártico en su real proporción con relación al sector continental e insular, en todos los niveles y modalidades del sistema educativo[1], como así también su exhibición pública en todos los organismos nacionales y provinciales.

La utilización del mapa implica un cambio de paradigma cultural y de soberanía, ya que grafica la verdadera extensión territorial y marítima de nuestro país. Nuestro territorio cuenta con una superficie total de 3.761.275 de kilómetros cuadrados, de los cuales 2.791.810 de kilómetros cuadrados se encuentran en el continente insular americano, y 969.464 de kilómetros cuadrados en el continente antártico y las Islas australes. De aquí se desprende que un cuarto del total de nuestro territorio está en el continente antártico. Por su parte la extensión marítima en el Atlántico Sur comprende unos 2.000.000 de kilómetros cuadrados.

El territorio que dimensiona el mapa bicontinental, como la llamada “Pampa azul” o “sumergida” como sostienen varios especialistas, contiene una incalculable cantidad de recursos renovables devenidos de la diversidad de pesca, algas y genéticos, como así también de recursos no renovables como minerales e hidrocarburos. Estas riquezas tanto energéticas como alimentarias sumadas a las reservas de agua representan una fuente de recursos vitales para el presente y el futuro de la humanidad.

 

Cumplimiento de la ley

Lamentablemente desde su sanción e implementación, la ley 26.651 ha sido objeto de distintos cuestionamientos. No todos los estamentos públicos y educativos han respetado la norma, y continúan utilizando el viejo mapa que distorsiona las dimensiones territoriales del país.

Para tal caso, bien vale recordar la importancia política y cultural que don Arturo Jauretche le daba a la territorialidad de la Argentina en el “Manual de Zonceras[2] Argentinas”: “Solo nosotros los argentinos, hemos incorporado la idea del achicamiento como un bien necesario en nuestra política territorial… y percibiréis toda una política cultural de indefensión, de incapacidad intelectual para concebir la grandeza sobre la base de pueblo y territorio, y sobre un concepto tradicional de soberanía… Véase entonces la importancia política del conocimiento de una historia auténtica; sin ella no es posible el conocimiento del presente y el desconocimiento del presente lleva implícita la imposibilidad de calcular el futuro”[3]. Cabe destacar también que el mapa bicontinental reafirma la pertenencia argentina de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur. Esto ha contribuido a potenciar una política de Estado irrenunciable en los últimos tiempos en todo ámbito internacional, regional y nacional: el reclamo de la soberanía de Malvinas. La ubicación geográfica de las islas es estratégica tanto para el acceso a la Antártida como para la presencia en el Atlántico Sur.

Como es ya sabido en el marco de las relaciones internacionales, Naciones Unidas aprobó sin ninguna oposición en el año 1965 la Resolución 2065, que reconoce la existencia de una disputa de soberanía entre el Reino Unido y Argentina respecto de la situación colonial de las Islas Malvinas. La resolución sigue vigente, y obliga a las partes a llegar a una solución a través del diálogo y las negociaciones. Vale aclarar que Gran Bretaña ocupa ilegítimamente las islas desde 1833, y compone uno de los pocos vestigios coloniales que aún persisten en el mundo.

Tal como lo expresan Horacio E. Solari y Enrique R. Marschoff en su informe “Hacia un Enfoque prospectivo para el Atlántico Sudoccidental y la cuestión Malvinas” (2016): “La disputa sobre Malvinas constituye la más grande controversia marítimo-territorial actual en el planeta en términos cuantitativos -verificables cartográficamente- y en términos cualitativos. Con respecto a esto último es interesante recordar que la plataforma continental del Atlántico Sur del Mar Argentino es, por el espesor de sus sedimentos, una de las más prometedoras del mundo, con estructuras geológicas análogas a las del Mar del Norte, cuya riqueza petrolera ha brindado una ola de prosperidad”.

Asimismo y en lo que representa un significativo paso adelante en la reafirmación de los derechos por la soberanía argentina sobre los  espacios marítimos y sus recursos en el Atlántico Sur, la comisión de límites de la Plataforma Continental de las Naciones Unidas adoptó por consenso las recomendaciones sobre la presentación del gobierno argentino, realizada en abril de 2009, acerca del límite exterior de su plataforma continental. De esta manera reafirma la existencia de la disputa de soberanía entre Argentina y el Reino Unido en la zona de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur.

Este avance pone en una profunda contradicción al presidente argentino Mauricio Macri, quien expresó en su cuenta oficial de la red social Twitter: “Nunca entendí los temas de soberanía en un país tan grande como el nuestro, las Islas Malvinas serían un fuerte déficit adicional para la Argentina”.

 

 

 

 

La causa por el reclamo argentino de la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, ha recibido el apoyo político y unánime de los países de la región miembros de MERCOSUR, UNASUR y CELAC. Esto se intensificó durante los dos períodos de gobierno de la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. En el mismo sentido, el “G-77 más China”, en la cumbre extraordinaria por su 50 aniversario celebrada en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, también se manifestó a favor del planteo argentino.

Pero no solo son los gobiernos quienes apoyan este legítimo reclamo: los partidos políticos también han contribuido en este camino. En el mes de julio de 2009 por iniciativa de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL) -que reúne a más de sesenta partidos de la región-, y la Conferencia Internacional de Partidos Políticos de Asia (ICAPP por sus siglas en inglés) -que reúne a mas de trescientos setenta partidos-, se llevó a cabo el primer encuentro birregional entre partidos de América Latina, el Caribe y Asia. El encuentro se llevó a cabo en Buenos Aires, Argentina, y su declaración conjunta sostiene: “Consistente con su compromiso con la eliminación del colonialismo y de todas sus secuelas, la ICAPP y la COPPPAL notan con preocupación la falta de resolución de la cuestión de las Islas Malvinas, de acuerdo con las resoluciones pertinentes de la Naciones Unidas y los pronunciamientos de otros foros y organismos internacionales sobre dicha cuestión, y subrayan su respeto por la soberanía de la República Argentina sobre las Islas Malvinas, Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes”[4].

En igual sentido se considera importante abordar otro de los aspectos históricos que contribuyen al vínculo del país con el Atlántico Sur. Hace más de cien años que los argentinos estamos en la Antártida. Este hecho constituye uno de los mejores avales de títulos de soberanía. Pero fue la llegada del peronismo al poder la que generó un cambio hacia la mirada y presencia en la Antártida. El General Perón sostenía que el asunto “magno” de la República Argentina era la Antártida. Se elaboró un proyecto estratégico, y fue ese primer peronismo el que impulsó una política hacia el continente blanco de gran escala: conformó la Comisión Nacional del Antártico; se estableció el Territorio Nacional de Tierra del Fuego como la dependencia administrativa y política del sector antártico; se confeccionó el mapa antártico; se adquirió el primer rompehielos; se creó el Instituto Antártico Argentino (IAA); se marcaron los límites del reclamo de la soberanía nacional antártica relevando su topografía hasta el Polo Sur; se instalaron cuatro bases de actividad permanente y cinco bases temporarias, lo que se hizo realidad después con la base Esperanza; y entre otras cosas, se desarrolló un plan poblacional antártico. En tal aspecto vale recordar los valiosos aportes de dos grandes hombres que hicieron posibles las políticas llevadas adelante por el primer peronismo en el continente antártico: el Coronel Pujato y el Capitán Leal. Actualmente, la Argentina cuenta con seis bases de actividad permanente y otras seis bases de actividad temporaria.

Ahora bien, hay otros ejemplos que se considera importante destacar que contribuyen al ejercicio de promover y difundir el uso del mapa bicontinental. Durante la administración del gobierno de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires, se mantuvo un decidido compromiso y se impulsaron políticas de gestión y articulación institucional. Desde el comienzo se firmaron acuerdos con el gobierno nacional para acceder a la información y materiales vinculados al mapa, y se desarrollaron seminarios temáticos sobre la soberanía y el territorio nacional en las instituciones de gobierno como así también en ámbitos universitarios. Al mismo tiempo fue impulsada la ley provincial 14.771 que establece la utilización y exhibición del mapa bicontinental en todo ámbito público provincial y educativo. Esto tuvo su correlato en el trabajo con los municipios y los concejos deliberantes a modo de introducir ordenanzas municipales para que el mapa sea exhibido y promovido en todo ámbito municipal, donde más de cuarenta concejos deliberantes presentaron la iniciativa.

Entonces, ¿por qué es importante la docencia del mapa bicontinental? En primer término porque hay que cumplir con lo que establece la ley. Tenemos una gran Argentina para conocer, promover y defender, y la docencia es clave para ello. El mapa promueve una nueva conciencia política y ciudadana sobre las reales dimensiones del país. Es vital concientizar a la ciudadanía sobre la implicancia histórica, política, científica y geográfica que tienen el sector antártico y el Atlántico Sur. Los recursos naturales que abundan en la zona, como ya se ha mencionado, son de gran trascendencia para el presente y el futuro de las generaciones del país y la humanidad. Cuando uno ve la posición de nuestras Islas Malvinas en el mapa bicontinental comprende el valor geopolítico que conservan y el por qué de la negativa de Gran Bretaña a ceder en la discusión por la soberanía.

Es sabido que no existe para todo tiempo y lugar una correspondencia entre identidad, territorio y representación. Pero sí hay una necesidad de educar en valores para asumir la responsabilidad y el compromiso de cuidar lo que es nuestro.

El mapa bicontinental no solo hace tomar conciencia de la real dimensión de nuestro territorio y de la extensión marítima del país sino que además nos enseña lo que nos pertenece; lo que en un futuro no tan lejano seguramente será objeto de numerosos conflictos mundiales.

La obligatoriedad del uso del mapa bicontinental es una iniciativa que debemos promover y que es de vital importancia para encarar la agenda del presente y del futuro de la Argentina. Evitemos que sea objeto de la absurda discusión en la que como ciudadanos a veces nos vemos inmersos: la de cuestionar las leyes y normas con las que regulamos la sociedad en la que queremos vivir.

Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada.

[1] Vale recordar que hasta la sanción de esta ley, el mapa argentino que su utilizaba para todos los niveles educativos y oficiales era aquel que muestra al sector antártico argentino en un pequeño cuadro sobre la parte inferior derecha.

 

[2] Las zonceras se orientan a distorsionar la formación pedagógica y a reforzar el desapego a la tradición histórica y cultural local, favoreciendo el esquema de dominación. El efecto que persiguen las zonceras es la autodenigración. PESTANHA, F.; BONFORTI, E. (2014): Introducción al Pensamiento Nacional. Pág.133. Ediciones de la UNLa.

 

[3] http://www.portalalba.org/biblioteca/JAURETCHE%20ARTURO.%20Manual%20de%20Zonceras%20Argentinas.pdf

 

[4] Primer Encuentro Birregional “El Rol de los Partidos Políticos en la Creación de un Orden Internacional Justo”. Publicación conjunta ICAPP y COPPPAL. 2009. Página 118.

 

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