El 3 de diciembre recibieron sus primeras medallas y diplomas los integrantes más pequeños de nuestra comunidad universitaria: los alumnos del Jardín Maternal Nº 1 Azucena Villaflor. Se trata de la primera promoción de esos locos bajitos que arribaron a la UNLa  el 4 de junio, día de su 18avo. aniversario, y que a través de juegos, risas y llantos, revolucionaron el ámbito universitario que hasta entonces se componía de adultos docentes, no docentes y jóvenes estudiantes. Así, diariamente, entre los alumnos que transitan a sus aulas se cuelan carritos ligeros, niños de la mano dando sus primeros pasos y bebitos aún en brazos, dotando de nuevo color y diversidad la clásica imagen del campus universitario.

A las 18.00 horas tuvo lugar un acto emotivo que reunió a los 18 egresaditos y sus familias con las autoridades que hicieron posible este sueño, y que allí pudieron ser testigos de cómo esos pequeños alegres dejaban plasmadas sus huellas para siempre y hacían historia, convirtiéndose en la primera promoción de la flamante institución educativa. Participaron en el mismo la rectora Ana Jaramillo, el director de Bienestar Universitario Santiago Hernández, Consejeros Superiores, la Inspectora de Nivel Inicial Estatal, Nora Díaz, y el equipo directivo del Jardín: su directora,  Eliana El Fasah, su vicedirectora Paola García, y su Secretaria, Daniela Pérez.

Las docentes Roxana Martínez, Gabriela Espinel, Carolina Vallejo y Bárbara Beszkdniak dedicaron unas palabras a sus alumnos y a las familias, “agradeciendo su confianza por haber dejado en sus manos el tesoro más valioso: sus hijos”. Se encontraban presentes las familias Acosta, Barrio Nuevo, Bebans Budani, Brest Zubaran, Echeverría, Feliciotti, Fort, García Olmedo,  Italiani, Moreno García, Olivera, Pelc, Risso Patrón, Roldán y Salvador.

La idea de crear un jardín maternal en una universidad pública, surgió con la impronta de colaborar con aquellos alumnos que, en su condición de padres, tienen dificultades para continuar con sus estudios a causa de no poder dejar a sus hijos al cuidado de otra persona, y con los trabajadores de la Universidad cuyos hijos todavía no están en edad escolar.

La labor se llevó adelante entre la Dirección de Bienestar Universitario y la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires. Actualmente, concurren 70 alumnos en tres salas: “lactantes”, exclusiva para bebés, dos “multiedad” y dos “salas de juegos”, organizadas pedagógicamente y que funcionan en diferentes horarios para cubrir las necesidades de alumnos, docentes y no docentes.

 

Por qué Azucena Villaflor

Azucena Villaflor de Vicenti puede ser emblema de lucha, de fuerza, de heroína de la historia argentina. Sin embargo, la razón que motivó su activismo social fue su condición de “mamá”: ese amor incondicional es el que le otorgará un poder trascedente en la memoria colectiva.

El 30 de noviembre de 1976 su hijo Néstor y su nuera Raquel fueron secuestrados y, tras su desesperación, recuperarlos se transformó en el motor de su vida. Incesantes visitas al Ministerio del Interior la pusieron en contacto con otras mujeres con las que compartía el mismo desasosiego y la ausencia de respuestas ante reiterados reclamos y pedidos de ayuda.

Con ellas decidió encabezar una marcha frente a la Casa Rosada, pero una orden policial las obligó a no detenerse y a “circular”. Así ellas continuaron caminando: una vuelta estoica por la Plaza de Mayo, que aún hoy se recuerda y se sigue realizando.

Estas “Madres de Plaza de Mayo” impulsadas por Azucena mantenían reuniones en la Iglesia de la Santa Cruz, cerca del entonces Hospital Francés. Allí un joven de 24 años de la ESMA se infiltró entre ellas: Alfredo Astiz, bajo el nombre falso de “Gustavo Niño”. El 10 de diciembre de 1977, Día Internacional de los Derechos Humanos, Azucena fue secuestrada por la Armada junto a otras madres y dos monjas francesas: Alice Domon y Léonie Duquet. Todas ellas fueron brutalmente torturadas y asesinadas. Los restos óseos de Azucena fueron identificados en 2005 tras ser hallados como NN en el cementerio de  General Lavalle, y sus cenizas fueron enterradas a los pies de la Pirámide de Mayo, en el centro de la Plaza.

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