El 24 de marzo de 1976 se inició la dictadura cívico-militar más anunciada y más sangrienta de nuestra historia. Ese día ocurrió lo que los diarios venían pregonando desde principios de ese año: la Junta de Comandantes de las Fuerzas Armadas asumió el poder, mientras la presidenta María Estela Martínez de Perón era detenida y trasladada a Neuquén. Curiosamente, ninguno de los grandes medios de comunicación mencionó las palabras “golpe de Estado”: por el contrario, se anunciaba la toma del poder como si fuera un simple cambio de autoridades.

El nuevo gobierno se llamó a sí mismo “Proceso de Reorganización Nacional”. Las primeras medidas fueron el establecimiento de la pena de muerte para quienes hirieran o mataran a cualquier integrante de las fuerzas de seguridad, la “limpieza” de la Corte Suprema de Justicia, el allanamiento y la intervención de los sindicatos, la prohibición de toda actividad política, la fuerte censura sobre los medios de comunicación y el reemplazo del Congreso por la Comisión de Asesoramiento Legislativo (CAL), también integrada por civiles y militares, cuyas funciones nunca se precisaron detalladamente. José Martínez de Hoz fue designado ministro de Economía y el 2 de abril anunció su plan “para contener la inflación, detener la especulación y estimular las inversiones extranjeras”.
Mientras se duplicaban la deuda externa pública y privada, la Junta Militar impuso el terrorismo de Estado. El proyecto era destruir toda forma de participación popular. “El término ‘subversión’ englobaba a las organizaciones guerrilleras (…) pero también a los activistas o simpatizantes de cualquier movimiento de protesta o crítica social: obreros, universitarios, comerciantes, profesionales, intelectuales, sacerdotes, empresarios y más… No hubo ‘errores’ ni ‘excesos’, sino un plan deliberado”. (Historia Visual de la Argentina Contemporánea, Clarín, El “Proceso” Militar).

En su informe sobre desaparición de personas por motivos políticos, Amnistía Internacional establece que “debido a la naturaleza, una desaparición encubre la identidad de su autor. Si no hay preso, ni cadáver, ni víctima, entonces nadie presumiblemente es acusado de nada”. Los organismos de derechos humanos argentinos contabilizan más de 30.000 desaparecidos en el nefasto período del “Proceso”. De acuerdo con el “Nunca más”, el 30% eran obreros, el 21% estudiantes y el 17,8% empleados (Informe de la Conadep, Eudeba, 1984). Como si tanto horror no fuera suficiente, a las desapariciones se sumaron el robo y apropiación de bebés por parte de personal de las fuerzas de seguridad, los centros clandestinos de detención diseminados por todo el territorio argentino, las torturas y las vejaciones, la suspensión de las libertades y garantías establecidas en la Constitución. Mientras tanto, durante los siete años de dictadura cívico-militar, terratenientes y  grandes empresas nacionales y transnacionales, junto con el sector financiero local e internacional, lograron modificar el patrón de acumulación a favor de sus necesidades.

 

 

Día Nacional de la Memoria

El 2 de agosto de 2002, el Congreso de la Nación Argentina dictó la ley 25.633 creando el “Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia” con el fin de conmemorar a las víctimas, pero sin darle categoría de “día no laborable”. La misma legislación encomendaba que en todas las jurisdicciones del país se incluyera la fecha en los calendarios escolares, con jornadas alusivas a la Memoria. Tres años después, durante la gestión del presidente Néstor Kirchner, se impulsó desde el mismo Poder Ejecutivo Nacional que la fecha se convirtiera en un día no laborable inamovible. Se produjo un debate, durante el cual opositores al proyecto enviado por el Poder Ejecutivo recalcaron que el carácter de feriado se podría asociar a la idea de festividad, mientras que el oficialismo sostuvo que de esta manera no habría posibilidad de que los docentes ignoraran el hecho. Finalmente, con el apoyo de organizaciones de derechos humanos tales como Abuelas de Plaza de Mayo y Madres de Plaza de Mayo, se estableció el “Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia” como día feriado.

 

40 años después

“Van a intentar quitarnos lo que puedan, que en general es siempre material; lo que no van a poder quitarnos es nuestra pasión, nuestro amor libertario, nuestra defensa permanente por la memoria, la justicia y los derechos. Por eso estamos aquí”. El que habla es Víctor Heredia en la ronda 1975 de las Madres de Plaza de Mayo del jueves 25 de febrero pasado. Ese día también acompañaron a las Madres los artistas populares Teresa Parodi, Liliana Herrero y Juan Falú junto a cientos de personas que se habían acercado a la Plaza. “Otra vez, una vez más, la voz de las Madres es la que cuenta lo que pasa en Argentina. Es la que va a cruzar la frontera para decir lo que estamos viviendo. Hay un silencio cómplice devastador, pero la voz de las Madres cruza ese silencio y nos llena de emoción. Sentimos orgullo de ser hijos de estas Madres, de esta historia, de los compañeros desaparecidos y de las políticas de Néstor y Cristina que nos devolvieron la dignidad como pueblo. Estamos aquí, que es donde tenemos que seguir estando siempre” afirmó la ex Ministra de Cultura de la Nación Teresa Parodi ese mismo jueves, cuando fue a acompañar la ronda de las Madres. Liliana Herrero hizo referencia a la sorpresiva presencia de la policía en la Plaza el jueves 18 de febrero cuando las Madres estaban por empezar la ronda. “La preocupación fundamental que tuve el jueves pasado fue el intento de sacar a las Madres de la Plaza, que es algo grave porque su presencia es fundacional de la democracia. Si este espacio abierto está cerrado para ellas, está cerrado para cada uno de nosotros”.

Sobre el cierre de esta edición de Viento Sur, a pocos días del cuarenta aniversario del último golpe cívico-militar que terminó con la vida de treinta mil personas, los organismos de Derechos Humanos las homenajearon en una marcha multitudinaria por las calles de Buenos Aires que se replicó en muchas ciudades del país. Como cada 24 de marzo, la consiga principal fue “Memoria, Verdad y Justicia”.

 

Fotografía es memoria

La Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA) realizó intervenciones fotográficas en paredes de todo el país. “Decidimos hacer memoria con estas tres fotografías: ‘Militares argentinos durante la dictadura’, 29 de mayo de 1981, con autoría de Eduardo Longoni; ‘Represión a la marcha obrera a la CGT’, 30 de marzo de 1982, por Pablo Lasansky; y ;’Familiares de desaparecidos frente a la Casa Rosada’, 28 de abril de 1983, por Daniel García”, decía ARGRA en su cuenta de Facebook. “Testimonios contundentes de lo que fue el terrorismo de Estado en nuestro país, y a partir de las cuales podemos reconstruir y sostener la memoria colectiva, atravesando nuestro presente con plena conciencia del valor de la libertad. Durante el mes de marzo, con esas fotografías, haremos intervenciones en paredes de todo el país; las que nos retrotraen a nuestras épocas más oscuras. Fotografía es memoria”.

Por su parte, luego de la reunión finalmente concecida por el presidente Mauricio Macri, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Abuelas de Plaza de Mayo, Madres de Plaza de Mayo -línea Fundadora-, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas e H.I.J.O.S se reunieron con él en Olivos en el mes de febrero, oportunidad en que los organismos firmaron un documento conjunto. En referencia al 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, el mismo decía: “Los organismos de derechos humanos, como todos los aniversarios del golpe de Estado, realizaremos una manifestación en la Plaza de Mayo y centenares de plazas en todo el país. Requerimos que se nos garantice el derecho a manifestarnos libremente y que no haya interferencias. Ninguna razón de seguridad puede esgrimirse para interferir con esta conmemoración popular a 40 años del golpe”.

 

Antonio Cafiero (1922-2014)
(SIC) El siguiente texto fue extraído de la proclama de la Junta Militar que asumió ilegalmente el poder: “(…) Es una decisión por la Patria, y no supone, por lo tanto, discriminaciones contra ninguna militancia cívica ni sector social alguno. Rechaza por consiguiente la acción disociadora de todos los extremismos y el efecto corruptor de cualquier demagogia. Las Fuerzas Armadas desarrollarán, durante la etapa que hoy se inicia, una acción regida por pautas perfectamente determinadas. Por medio del orden, del trabajo, de la observancia plena de los principios éticos y morales, de la justicia, de la realización integral del hombre, del respeto a sus derechos y dignidad. Así la República llegará a la unidad de los argentinos y a la total recuperación del ser nacional, metas irrenunciables, para cuya obtención se convoca a un esfuerzo común a los hombres y mujeres, sin exclusiones, que habitan este suelo, tras estas aspiraciones compartidas; todos los sectores representativos del país deben sentirse claramente identificados y, por ende, comprometidos en la empresa común que conduzca a la grandeza de la Patria. (…) En esta nueva etapa hay un puesto para cada ciudadano”.

 

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