La historia comenzó con el sueño de un grupo de vecinos de fundar una biblioteca para el barrio. Sin embargo, el momento y el lugar elegidos no fueron aleatorios. El año 2002 trajo como postal una de las peores crisis económicas e institucionales que vivió el país: desocupación, “corralito”, default financiero, Lecops y patacones eran algunas de las figuritas comunes de aquella época. El contexto no era el más apropiado, pero estos ciudadanos no se acobardaron y supieron ver, en la adversidad, una oportunidad. Faltaba, entonces, un espacio que no solo simbolizara a la comunidad, sino también a la tarea social y cultural que se estaba gestando. Y así fue como la vieja y abandonada estación ferroviaria de Monte Chingolo acunó a la flamante Biblioteca Popular, que nació el 17 de noviembre de ese mismo año.

La recuperación no fue sencilla. Atrás había quedado la próspera parada del Ferrocarril Provincial de Buenos Aires ramal Avellaneda-La Plata, inaugurada en los años ‘20. Cuántos relatos, anécdotas, risas y tristezas transportaron esos vagones durante décadas hasta que finalmente se extinguió tras el último golpe cívico-militar.

El esfuerzo valió la pena y 15 años más tarde, la entidad celebró su vigencia y posicionamiento en el barrio con la apertura del Museo de Monte Chingolo, tarea lograda gracias al trabajo conjunto con la Universidad Nacional de Lanús.

“Siempre nos sorprende la época en la que se fundó porque había un gran descreimiento y sin embargo los vecinos armaron este proyecto colectivo. Somos una organización del estilo de las que instituyeron los inmigrantes italianos en la Argentina durante los años ‘30, que buscaban ser un espacio social y cultural, con multiplicidad de actividades. Eso es parte de nuestro ADN”, cuenta Fernando Martínez, integrante de la Comisión Directiva de la Biblioteca.

 

-Existe un gran simbolismo en todo el lugar, ¿no es cierto?

-Sí, porque estamos sobre las vías, que siempre fueron algo divisorio para Monte Chingolo. Y lo que nos propusimos es ser un puente que incluya a todos. Así que el desafío es permanente. Además, todo esto es una muestra cabal de que cuando se junta una ciudadanía activa y comprometida se transforma en hacedora de la historia. La biblioteca es transmisora y hacedora de la historia y por eso se plantea proyectos para mejorar el presente y el futuro. Es volver a recobrar el sentido del ferrocarril, es una ida y vuelta de sueños individuales y de sueños colectivos, porque el tren era parte de un proyecto de país.

 

-¿Cuáles son los desafíos para este 2018?

-Queremos seguir avanzando y conservando las buenas experiencias que fuimos construyendo. Continuar con el Encuentro de la Palabra que ya va por su tercer año y que son tres días en los que traemos a referentes del teatro, de la literatura, obras y demás para que la comunidad pueda vivenciar la fusión entre la cultura y el barrio sin un fin comercial. También, mantener las Fiestas de la Patria con las escuelas, a través de ferias temáticas. Por otra parte, queremos acrecentar la propuesta de educación popular: no nos gusta decirle “apoyo escolar” porque eso sería restrictivo al ámbito de la escuela, y lo que hacemos es fortalecer los lazos con la familia, y desde otros costados.

 

El Museo

-¿Cómo surge la idea de armar el Museo de Monte Chingolo?

-Hace mucho tiempo, mientras hacíamos tareas de limpieza en las instalaciones, que eran las dependencias donde funcionaba la estación, pensábamos en eso. En el altillo y en diferentes lugares nos íbamos encontrando con varios objetos que eran de cuando andaba el ferrocarril, como registros escritos de los jefes, bolsas de arpillera que se usaban para transportar distintos elementos. Además, los vecinos que habían vivido en esa época nos decían que hoy donde funciona la biblioteca era la sala de encomiendas y donde está la cocina era la sala de espera. Entonces, todo el tiempo estábamos en contacto con la atmósfera de ese edificio y cada año que pasaba guardábamos las cosas para un futuro museo. Yo creo que en esas afirmaciones estaba el deseo de transmitir todo ese conocimiento a las futuras generaciones. Así que en el 2016, un grupo de docentes que integra la comisión directiva se sentó y escribió el proyecto para presentar en la Secretaría de Cultura de la Nación; concursamos y ganamos. Después articulamos con la UNLa y nos motorizamos para ponerlo en marcha.

 

-¿Cuáles fueron los objetos que más les llamaron la atención?

-El primero que vimos fue la máquina expendedora de boletos, que es bastante grande y muy pesada de mover. Otra cosa fue la bandera de tela roja con la que el guarda hacía señas para avisar que venía el tren. En las puntas estaba un poco deteriorada, pero seguía entera. Y lo más loco fue un objeto que parecía un engranaje de reloj y que estaba cubierto de una especia de cápsula de cristal. Estaba absolutamente bien cuidado, intacto. Nos llamó mucho la atención porque esa estación estuvo más de 20 años cerrada, descuidada, abandonada y después de todo eso, la pieza había sobrevivido. Eso nos interpeló mucho, así que había que mantenerlo y cuidarlo.

 

-¿Y algún hallazgo triste?

-El registro del día que pasó por última vez el ferrocarril con pasajeros que fue en el año ‘77, producto del plan económico de la última dictadura militar que levantó cientos de kilómetros de vías férreas. Durante los ‘80 se mantiene como tren de carga y finalmente a principios de los ‘90 pasaba muy esporádicamente, con mucho descuido de las vías, hasta que dejó de funcionar.

 

-¿Cuál fue la reacción de los vecinos?

-La idea disparó rápidamente la memoria emotiva y el orgullo, sobre todo de aquellos que lo vieron. Y los más chicos tienen mucha curiosidad. La memoria emotiva se expresa no solo con gestos de alegría y gratitud, sino que también apela a recuerdos o anécdotas. De hecho el día que inauguramos tuvimos la dicha de que un vecino que vive enfrente fue hasta su casa y volvió con un boleto que él conservaba. Así que ahí tuvimos nuestra primera donación.

 

-¿Cómo fue la vinculación con la Universidad?

-El vínculo con la UNLa nos dio mucha fortaleza y más durante esta época que no son tiempos fáciles. Tenemos un montón de cosas en común, como que somos dos instituciones que están abiertas a la comunidad y que están emplazadas donde funcionaban los trenes, como símbolos de una Argentina y de un modelo de Estado que miraba para adelante, con un proyecto de desarrollo. Todo esto nos hermana de alguna manera. Y desde lo simbólico y las relaciones humanas, hemos tendido lazos muy potentes y con gran facilidad justamente porque compartimos la misma metodología de trabajo.

 

-¿A quiénes va dirigido el Museo?

-Hay dos grandes destinatarios. Por un lado, los habitantes que pueden visitarlo los sábados por la tarde con entrada libre y gratuita. Allí estará habilitado el libro de visitas para que puedan dejar por escrito sus experiencias, sus anécdotas, porque no está terminado. Cada aporte, que también puede ser algún objeto, lo va complementando. Es un museo que está permanentemente en proceso de construcción. Y los otros destinatarios son los estudiantes de las escuelas, con las que vamos a trabajar a partir de este año con distintas actividades y talleres.

 

 

'La Pata UNLa'
Daniel López es la cabeza de un grupo de trabajadores que día a día dan lo mejor de sí en el área de Patrimonio Histórico de la UNLa. Fueron ellos quienes aportaron su granito de arena para que el Museo de Monte Chingolo pudiera abrir sus puertas. “No había mucho patrimonio, pero lo humano primó. Pintamos, reparamos paredes, el piso. Nosotros nos encargamos de la museografía y de poner en valor un mostrador, que era donde se manejaban las encomiendas y todo lo que pasaba por la estación. Ese mostrador había sido cortado con un serrucho por la mitad, una pieza exquisita. Le sacamos las capas de pintura y lo unimos. Quedó espectacular”, cuenta “Dani” López, como lo conocen en la Universidad, y agrega: “La comunidad tiene que apoderarse de ese museo, porque es donde están sus raíces de trenes, de trabajo, de solidaridad. La UNLa unió algo que se había dividido. El barrio tiene que contar su propia historia para que se mantenga en el tiempo”.

Artículos Relacionados

Hacer Comentario