Es, sin duda, la Declaración Universal de los Derechos Humanos un órganon indispensable (entre otros muchos) para comprender el ser y la razón de ser de la Universidad Nacional de Lanús. No hay artículo de esta Declaración que no tenga, en la práctica, un brazo instrumental crítico -en acción comunitaria- y no hay categoría filosófico humanista de tal Declaración que no tenga extensión en la academia, la divulgación y la investigación científica. No se trata de una concesión de moda ni de un gesto solo filantrópico. Se trata rigurosamente de una praxis ético-política (enmarcada en la legislación argentina) que pone a la UNLa a la altura de las exigencias históricas más urgentes. Especialmente por cuanto alude a: Artículo 19 “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

La Universidad Nacional de Lanús, su Consejo Superior y su rectora, Dra. Ana Jaramillo, decidieron constituir un Centro Universitario dedicado -específicamente- a estudiar e intervenir críticamente en los problemas sociales vinculados con el desarrollo y circulación de la Información y de la Comunicación. Vale recordar que la palabra “comunicación” tiene entre sus acepciones la de hacer comunidad, y el poner en común. Ana Jaramillo dice en el texto “Universidad y Proyecto Nacional”: “La producción de significados no parece estar sometida a la ética, ya que oculta la toma de decisión ideológica, axiológica y política, así como la responsabilidad de la acción que se ejecuta y los efectos que produce sobre las pasiones y emociones sociales. La manipulación de símbolos e imágenes, en su intangibilidad, no parece estar investida de la misma responsabilidad que la toma de decisiones en la acción social y política. Por el contrario, la toma de decisiones en la transmisión de símbolos e imágenes parece gozar de una inimputabilidad total” .

Bajo la consigna de que “la comunidad es nuestra currícula” la UNLa asume su lugar frente a la problemática comunicacional de nuestro tiempo y se dispone a cumplir con su deber científico aportando una praxis que, al tiempo de recoger la herencia teórico-práctica del Informe MacBride, aprovecha también los aportes jurídico políticos de la “Ley de Medios”  junto al desarrollo de investigaciones, debates y hallazgos que en materia de información y comunicación han prosperado en el mundo entero.

 

El Centro MacBride

Ya en 1976 la UNESCO reunida en Nairobi (Kenia) advertía riesgos para la Libertad de Expresión y especialmente para la participación equitativa de los pueblos en los medios de información y comunicación. La asamblea ordenó al senegalés Amadou-Mahtar M’Bow, desarrollar un informe completo y se creó la Comisión Internacional para el Estudio de los Problemas de la Comunicación apoyada por un grupo de intelectuales e investigadores de todo el mundo. Esa comisión sostuvo reuniones entre 1977 y 1979 y entregó formalmente a la UNESCO, en febrero de 1980, el “Informe MacBride”  nombre en alusión y homenaje a Sean MacBride, político irlandés luchador por los Derechos Humanos y Premio Nobel de la Paz encargado de conducir al grupo de expertos y desarrollar el documento.

El texto final titulado “Un solo mundo, voces múltiples. Hacia un nuevo orden mundial de la información y la comunicación más justo y más eficiente” (NOMIC) se convirtió en el texto rector del debate mundial. El Informe expone la urgencia de un “nuevo orden” que en materia de comunicación ve al siglo XX como la cristalización de las contradicciones sociales donde una mayoría de personas está muda ante una minoría que ejerce, también con los “medios de comunicación”, hegemonías económicas, políticas y culturales. Y llega a la conclusión de que un “nuevo orden comunicativo mundial” es indispensable para la paz, el desarrollo social y la democracia. El documento contiene un crítica ponderada y aguda sobre la concentración de medios en pocas manos y reclama un cambio, un “nuevo orden” con pluralidad de canales, acceso a las tecnologías, respeto a las identidades, protección a la infancia, democratización informática… en fin todo lo que no se ha visto en décadas en una “industria” de la comunicación que se volvió alevosa, sorda, consumista, individualista y belicista.

La tarea de constituir y desarrollar el Centro de la Información y de la Comunicación Sean MacBride, es coherente con el compromiso apasionado de la Universidad Nacional de Lanús por la investigación científica y multilateral de los problemas sociales con la voluntad académica de poner al descubierto las leyes que rigen a la producción simbólica de los pueblos en movimiento. Poner en evidencia científica la Comunicación nueva que la humanidad necesita e investigar apasionadamente las leyes de la transición hacia el desarrollo del sistema mundial de Comunicación e Información democrático desde el punto de vista de los intereses y los derechos de los pueblos. La propuesta de creación del Centro responde al clamor mundial que se ha desarrollado y ante el cual la Universidad debe ser referente de investigación especializada, formación e intervención que potencia la exigencia mundial por la libertad de todos en la Información y la Comunicación.

Habrá que convocar y formar grupos de investigación e intervención científica para la Comunicación y la Información desde un Centro fuertemente imbricado con los Derechos Humanos y prepararse para dirigir la producción comunicativa al lado de los pueblos con independencia y soberanía semántica, sintáctica y pragmática. Abrir lugar a la ciencia para acompañar proyectos de calidad capaces de elevar la calidad de la Comunicación. Habrá de ser motor de desarrollo permanente en la economía informativa, comunicacional y simbólica. “Para ello, habría que saber entender que la búsqueda por saber y comprender lo que es, o cuál es el problema, debe ser una y la misma que la búsqueda por conocer cómo se modifica o resuelve con la intervención o la práctica social” .

Tal Centro estudiaría e intervendría, de manera crítico-propositiva, en la producción y la distribución, tanto como en la interdependencia de las diferentes tecnologías y de los diversos medios de Comunicación, como en los aspectos teóricos y metodológicos pertinentes a la tarea de la ciencia y de la técnica en la planificación económico-política de la semiótica. Fungiría también como Centro interdisciplinario para la programación de contenidos.

El Centro Universitario de la Información y la Comunicación Sean MacBride, asumirá la responsabilidad de formarse como una herramienta útil a la defensa de la Libertad de Expresión y al Derecho a la Información y la Comunicación de los pueblos y, en un futuro no lejano, deberá contribuir con las redes de comunicación operando como fuelle para avivar cada chispa de la creatividad, del arte, de la mejor espontaneidad emotiva y fraterna, de la conciencia de las comunidades vuelta creación que organiza y da, a sus medios de comunicación, cauce superador convirtiéndolos en un gran motor lúdico, poético, fértil, fecundo y magnífico.

El Centro deberá ser una herramienta ética de prestigio científico internacional para afianzar la praxis de la Universidad Nacional de Lanús dispuesta siempre a servir a la democratización de la Información y la Comunicación emancipadoras y emancipadas en todos sus procesos. Nada menos.

 

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