Términos tales como “Covid-19”, “aislamiento”, “curva”, “nueva normalidad”, entraron de pronto en nuestro lenguaje de todos los días como otro de los efectos de este tiempo en que la salud y la supervivencia se instalaron en el centro de la escena cotidiana. Pero junto con estas palabras y nuevos usos de palabras ya conocidas, han irrumpido otras formas de nombrar cuyas finalidades discursivas pueden contener diferentes cargas ideológicas e incluso éticas.
En esta cuarta nota de la serie “Discursos de la pandemia” entrevistamos sobre este tema a la doctora Mirta Goldstein, psicoanalista, secretaria Científica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA).
¿Cuáles son esas “otras palabras” que se están usando en este momento?
Una de las cosas que me preocupan es que se están usando palabras que a partir de la segunda mitad del siglo pasado -después de la Segunda Guerra Mundial, los juicios de Nuremberg, la declaración de genocidio como “crimen de lesa humanidad”- se usaban en una categoría que correspondería al Mal con mayúsculas. Entonces “el Mal” suponía términos tales como “estado concentracionario”, “ghetto”, “guerra”, “masacre”. Podríamos pensar que estos términos hoy se banalizan o han transformado su uso: el problema es que detrás de una u otra cosa hay controversias y también posiciones éticas e ideológicas ya que, aun usados de manera banal, estos términos conllevan cierta finalidad discursiva que habría que revisar. En el caso de la Covid-19 se ha hablado de “ghetto”, de “guerra”, como si el virus fuera un ejército invasor. Y el virus no tiene intención de matar, es letal pero no tiene voluntad de masacre o de genocidio.
La pregunta implicada aquí es: “el Mal” -también el virus puede ser catalogado como “el Mal”, o como “lo diabólico” desde la religión, o como el castigo de la ira de Dios-,¿es un hecho individual o colectivo?; si creemos que un virus puede “hacer el Mal”; y (por otro lado) ¿qué tiene que ver con el mal de los derechos humanos o crímenes de lesa humanidad como el racismo?
Cuando se habla de segregación fácilmente se termina en el racismo: por ejemplo, si yo no protejo a los pueblos originarios, a los pueblos vulnerables, hay algo que no se ve pero que es el racismo, la pureza de la etnia. Gira allí siempre una idea del mal que tiene resabios religiosos, pero también de xenofobia. Hay lugares donde actualmente se segregan grupos, se exacerban las corrientes más racistas, y frente a eso el lenguaje también puede llegar a generar cosas indeseables.
Es decir, es preciso tener en cuenta que si usamos mal las palabras generamos realidades: si alguien dice que estamos en un “estado concentracionario”, yo tendría que preguntarle cuál es la diferencia entre una situación autoritaria y un estado concentracionario. Y hay diferencia. Esto sucede más allá de los líderes políticos, porque desde un aspecto abstracto también estas cosas se encarnan. Por ejemplo, hay muchos líderes que no cuidan a sus poblaciones de la pandemia: tenemos el caso cercano de Brasil, entonces en un futuro, ¿podría haber juicios por crímenes de lesa humanidad a esos líderes porque permiten la masacre de sus pueblos? No está en nuestras manos, pero sí podemos alertar sobre el mal uso de las palabras.
En el caso de Brasil, ¿una utilización ideológica de los términos sería nombrar a la Covid como “una gripecita”?
Puede ser que el Coronavirus sea una gripe diferente, el tema es no tanto lo que es sino qué posición se asume ante eso. Si yo pienso que es un ejército invasor, si yo humanizo el virus, si digo que el virus tiene la capacidad de querer el mal, entonces digo “es una guerra”. Y si me vuelvo indiferente a él puede morir toda una Nación, todo un país. Hay una terminología que parte de los genocidios del siglo XX que dieron lugar a que se empiece a pensar en el estatuto del semejante, y hay toda una filosofía al respecto. Si alguien usa esa misma terminología tengo que preguntarle para qué la usa, con qué intencionalidad.
Si yo digo “estamos en un estado concentracionario” la gente qué va a hacer, va a resistir. Lo que quiero mostrar es que caemos en situaciones de engaño, de dominio, cuando se usan mal las palabras. No estoy analizando cuál es la intencionalidad, sino quequiero decir que la reclusión por el virus no se trata de un estado concentracionario que tiene como objetivo la sistematización del exterminio. Nos pueden gustar más o menos las normas, las regulaciones, pero no estamos para nada en esa situación. Una cosa es cuidarnos del virus y otra cosa es antropomorfizarlo y pensar que nos va a exterminar. No, el virus contagia, lo que nos extermina es la falta de recursos para combatir su infección.
¿Qué situación se da en la clínica?
En la clínica pasa lo mismo. En realidad, nosotros no estamos ni en “distanciamiento social” ni en “confinamiento” sino en “reclusión”, porque “reclusión” viene de “cerrado”, un término que juega con “inclusión” y “exclusión”: lo que está incluido dentro del encierro y lo que queda por fuera del conjunto. Estamos en reclusión, pero no en distanciamiento social, porque estamos más conectados que nunca. Ahí hay otra cosa que aparece en la clínica que es la diferencia entre presencia y cuerpo. Actualmente estoy atendiendo a distancia, por todos los medios (Whatsapp, Skype, teléfono, etc.): es decir, yo estoy presente, y tengo una presencia activa. En la virtualidad digo “no hay olfato”, “no hay olor”, pero cuando digo esto yo ya he simbolizado el cuerpo del olfato; entonces está presente por su falta. Por eso hay que discernir todas las dimensiones: la de la realidad, la imaginaria y la simbólica.
¿Hay cuestiones que resuenan debajo de las palabras: experiencias pasadas, conocimientos, memorias?
Sí, y otra pregunta que uno podría hacerse es qué reminiscencias del pasado europeo y del argentino nos resuenan en las imágenes de esas tumbas sin nombre o de las fosas comunes en China, por ejemplo. Aquí tenemos una historia en relación con los NN y en Europa tienen una historia en relación con el Holocausto. En cada lugar y en cada generación resuena diferente. Pero que resuena, resuena.
María Pía López: Recuperar las memorias recientes http://vientosur.unla.edu.ar/index.php/maria-pia-lopez-recuperar-las-memorias-recientes/
Emilse Moreno: El “efecto pandemia” en la clínica http://vientosur.unla.edu.ar/index.php/emilse-moreno-el-efecto-pandemia-en-la-clinica/
Guillermo Saavedra: “El riesgo de un lenguaje no alcanzado por la pasión” http://vientosur.unla.edu.ar/index.php/guillermo-saavedra-el-riesgo-de-un-lenguaje-no-alcanzado-por-la-pasion/
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