“Toda mujer que quiera proyectarse en la acción debe matar el dragón de la inseguridad que lleva dentro de sí misma. Yo tardé 50 años en creer en mi propia voz».

María Luisa Bemberg

Mujeres rebeldes, audaces y transgresoras; que se atreven a romper con los designios que les marca la sociedad; que dejan de lado la pasividad y el sometimiento patriarcal; que se convierten en artífices de sus propias vidas. Esas son las protagonistas del cine de María Luisa Bemberg, directora argentina que delineó una mirada única y feminista dentro de la industria cinematográfica nacional.

Bemberg nació en 1922 en el seno de una familia tradicional de Buenos Aires y, tal como lo dictaban las costumbres de la época, su destino estuvo marcado por el matrimonio y la maternidad. Así fue que a los 22 años se casó con el arquitecto Carlos Miguens, con quien tuvo cuatro hijos. Sin embargo, ese rol no lograba completarla como persona.

Su gusto por el mundo de las artes escénicas la llevó a vincularse con el teatro, la redacción de guiones y, finalmente, el cine. Sus primeros cortometrajes fueron El mundo de la mujer (1972) y Juguetes (1978), en los que se evidencia esa mirada femenina que marcaría una estética única y personal en toda su obra. Luego le siguieron los largometrajes Momentos (1981) y Señora de Nadie (1982).

Su tercera película, Camila (1984), fue, sin duda, su producción más renombrada con más de 2 millones de espectadores en el país y una nominación a los premios Oscar en 1985. El film -basado en la historia de amor entre la joven aristócrata Camila O’Gorman y el sacerdote Ladislao Gutiérrez durante la época de Juan Manuel de Rosas- obtuvo una gran repercusión internacional, con proyecciones en distintos países de América y Europa.

La Mujer y el Cine

Su militancia por los derechos femeninos no se quedó solo en la pantalla. En 1988 fundó la asociación La Mujer y el Cine, con el objetivo de difundir las creaciones realizadas por mujeres. Durante el primer festival organizado ese mismo año en Mar del Plata, Bemberg conoció a  Annamaría Muchnik, quien en ese momento conducía el programa Ciudadanas por Radio Belgrano.

“María Luisa era muy sencilla, amante del cine, feminista. Siempre decía que había hecho mucha fuerza para que el festival existiera, no solo para difundir las producciones, sino también para que las mujeres se animen a tomar una cámara y filmar. Siempre buscaba envalentonarlas e impulsarlas para que sintieran que ellas podían hacerlo” relata Muchnik, actual directora de La Mujer y el Cine.

Annamaría Muchnik

¿Cómo era ser directora en esa época?

Había solo entre un 5 y un 7 por ciento de mujeres que filmaban y María Luisa era prácticamente la única junto con Clara Zappettini, que era más documentalista. Y esto hacía que fuera difícil no solo para ellas, sino también para las técnicas, o sea, las que están detrás de cámara. En general, los equipos de filmación estaban integrados por hombres, así que ellas entraban al estudio y estaban rodeadas de 25, 30 varones que las miraban como si tuvieran que dar una prueba todos los días. María Luisa salió airosa siempre y sus películas fueron festejadas, exhibidas, reconocidas en el exterior, ganadoras de premio. Fue una piedra angular en el cine de mujeres.

¿Hay un poco de su propia historia en sus films?

Creo que en Señora de Nadie o en Miss Mary hay mucho de su vida, de su infancia. Pensá que ella arrancó a los 58 años y le bastaron seis largos y dos cortos para delinear una mirada única. Todas las mujeres representadas en las películas tuvieron una carnadura muy especial.

En sus películas Bemberg apunta contra todo el sistema patriarcal: ¿podría decirse que su cine sigue vigente?

Sí, porque lo que se construyó durante siglos, no se puede terminar en unos pocos años. Sin embargo, hay que reconocer que se avanzó bastante, aunque quisiéramos más. De a poco vamos alcanzando la igualdad en la manifestación y expresión que las mujeres antes no tenían.

A más de 30 años de la fundación de La Mujer y el Cine, ¿cuáles siguen siendo los reclamos?

Si bien hay muchas más directoras filmando, las diferencias existen y no llegamos a representar el 30 por ciento. El día que haya 50 y 50 diremos “bueno, ya está”. En general, los directores de cine comercial no poseen equipos conformados por mujeres; creo que en el ámbito independiente hay más lugar para ellas. Por eso es importante seguir difundiendo las realizaciones hechas por mujeres y, en ese sentido, el festival es una vidriera, un lugar de exhibición y promoción. En esta última edición tuvimos 136 cortometrajes y 29 largos en la categoría working progress, una cifra muy alta si se considera que son producciones hechas durante el año pasado que fue muy duro por la pandemia. Ha habido un cambio, pero muy lento. Las editoras, las montajistas, las productoras tienen cada una su agrupación y si está esta necesidad de juntarse es porque todavía hay mucho por lo que luchar.

Hacer Comentario