A menudo suele abordarse la figura de Alfonsina Storni desde ciertos detalles significativos de su vida privada. Su rebeldía, su calidad de madre soltera y de mujer adelantada a su época, su relación con Horacio Quiroga, la trágica decisión de abreviar su vida (al igual que el mencionado Quiroga) y una larga lista de etcéteras en la cual la poesía casi nunca ocupa el primer lugar (mucho menos su obra teatral y periodística). Con respecto a su poética, generalmente se dice que tenía visibles resabios de modernismo y algún grado de experimentación y originalidad que acaso la distinguía del trabajo de sus contemporáneos latinoamericanos. Se habla de la zamba que le dedicaron Félix Luna y Ariel Ramírez, se pormenorizan las circunstancias de su suicidio, tal vez con el afán de reconstruir, morbo mediante, los días que pasó en Mar del Plata antes de acometerlo. Se habla mucho de su vida privada, sin embargo resulta llamativo que algunos detalles importantes hayan sido pasados por alto a la luz de las nuevas miradas y la coyuntura actual.

Recientemente, uno de sus poemas no tan conocidos (en las reseñas literarias suelen repetirse cuatro o cinco hits) recorrió varias décadas para golpear la puerta de su futuro que, en definitiva, es nuestro presente. Golpear la puerta con la intención de despertarnos a través de la “visualización” de uno de los tantos aspectos atroces de la realidad que nos atraviesa cada día. El responsable de traernos “de vuelta” este poema-hallazgo es Jorge Boccanera, quien recalca “el carácter de vidente’ atribuido al poeta en relación a una capacidad de vislumbre; de detectar algo a partir de unas pocas señales, instala la figura de una especie de rastreador que va guiado por un instinto feroz. Dentro de este universo de presagios, de ¡pre-sentir’, vale decir: ‘sentir antes’ aquello que va a ocurrir o que no se ha manifestado totalmente, se ubica un poema titulado ‘Los malos hombres’ de Alfonsina Storni (1892-1938), que se adelantó a poner en el tapete el tema de la violación en grupo”.

Cuando leí la nota de Boccanera y el poema de Alfonsina me quedé pasmado. Efectivamente la poeta plantea una realidad de maltrato hacia la mujer en las peores circunstancias: un ataque sexual en grupo o “en manada”, como suele decirse. “Los malos hombres” resulta ser un poema inusualmente largo dentro de la poética de la autora (al final de la nota transcribimos un fragmento). No está publicado en ninguno de sus siete libros, pero aparece en el capítulo Poesías inéditas, no recogidas en libro de su obra completa, preparada por Ramón Roggero con la colaboración del hijo de la escritora, Alejandro Storni. Escrito hace poco más de un siglo, probablemente sea el primer texto que, a modo de advertencia, se atreve a abordar esta temática en el mundo de las letras hispanoamericanas.

Dice Jorge Boccanera, también poeta y periodista como la protagonista de esta nota: Alfonsina relata una violación grupal en un tono de advertencia y denuncia. Cabría preguntarse si este último es un testimonio o una ficción literaria. Redactado en primera persona, podría ser un ejercicio de traspaso de voz —recurso que utilizaba en sus crónicas— en el cual la poeta habla desde el lugar de la víctima”. Recordemos que Storni también se ganó la vida con sus colaboraciones en El HogarMundo Argentino y La Nota, además de su columna “Bocetos Femeninos” en el diario La Nación, que firmaba con el seudónimo Tao Lao.

No sin razón, mucha gente insiste en el carácter anticipatorio de algunos textos, en la mirada poético-profética que irrumpe desde el pasado para tocarnos el hombro y llamarnos la atención acerca de cuestiones que, si bien han existido siempre, hoy tienen otra frecuencia, otra significación y otro abordaje desde los medios de comunicación y la literatura.

Alfonsina, feminista de la primera época, personaje un tanto disruptivo dentro de un panorama literario diseñado por y para varones, escribió este poema que aún hoy opera como una suerte de alerta y pone la mirada en un flagelo que atraviesa nuestra sociedad con su hálito de aberración y paroxismo.

Los malos hombres
Amigas, defendedme/ Me han hecho un grave daño/ En una mala noche/ Fieltro malo me han dado… Unos hombres —tres eran—/ Me salieron al paso/ Oh amigas defendedme/ Que perezco de espanto…// Eran aquellos hombres/ lúgubremente largos/ Secos como esqueletos… Los ojos se escondían/ Felinos, bajo el párpado/ Y eran finas, muy finas/ Finísimas sus manos// Oh amigas, en silencio/ Aquellas me apresaron:/ Seis tenazas heladas/ Me tendieron un lazo/ Contuvieron mi llanto/ Seis cadenas humanas/ Me domaron los brazos// Amigas, esos hombres/ Los ojos me vendaron… Ungiéronme los labios/ Con aceites amargos… Me dijeron que yo/ Soy un pobre guijarro… Después… después… crueles/ Rieron de cansancio… Rieron se alejaron/ Y yo quedé vencida/ sobre el camino largo/ Amigas, desde entonces tengo el cuerpo embrujado… Nunca salgáis de noche/ Las de los dulces labios… Los hombres andan sueltos/ como perros sin amo.

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