La frase “Universidad pública, urbana y comprometida” parece un lindo slogan para describir a nuestra universidad. Pero cuando ese slogan se traduce en acciones concretas, deja de ser un conjunto de bonitas palabras para convertirse en una realidad.

El 2023 cierra con un trabajo final integrador del estudiante Federico Enríquez, quien diseñó una handbike para el deportista Matías D’Agosto, oriundo de la ciudad de Chivilcoy. El desarrollo se dio a partir de la articulación entre la Comisión Asesora de Discapacidad y la Licenciatura de Diseño Industrial de la UNLa con la ONG «Grupo Artículo 24» de educación inclusiva.

En diálogo con Viento Sur, Federico Enríquez habló sobre el proyecto, la satisfacción de concretarlo y el acompañamiento recibido por parte de la universidad.

¿Qué es una handbike?

Básicamente es un triciclo donde la persona se impulsa con la fuerza de los brazos. Matías tiene una paraplejía, se mueve en silla de ruedas y se la armamos para que pueda practicar ciclismo adaptado.

¿Cómo llegás a este proyecto?

Cuando se le hace este pedido a la carrera, mi tutor, docente y amigo Pablo López me comenta la propuesta porque yo estaba haciendo mi trabajo integrador final que era una silla de ruedas para atletismo adaptado. En realidad, estaba entre dos productos, uno que estaba más relacionado con mi trabajo, que era un sistema de perfilado para el aluminio para aberturas y le había dado una vuelta de tuerca para que tuviera un impacto social: es decir, que desde la persona que se dedica a hacer reciclaje de aluminio hasta el productor final de la ventana, todo ese proceso se maneje como una cooperativa. Y la silla de ruedas. Finalmente, dejé de lado esos dos y acepté la otra oferta.

¿Tuviste que seguir ciertas especificaciones técnicas?

Todo el proyecto está enmarcado dentro de la Convención de los Derechos Humanos para Personas con Discapacidad, hay una parte específica de incentivos del Estado para que las personas con discapacidad puedan practicar deportes. Y, por otra parte, está el reglamento de la Unión de Ciclismo Internacional para lo que es el ciclismo adaptado, donde se establecen anchos máximos, largos máximos, distancias entre ejes, etc.

Sobre los materiales, hice un relevamiento de las handbikes que hay en el mercado, algunas más deportivas y otras de uso doméstico o recreativo. Yo hice un híbrido entre las dos, es decir, es un prototipo que tiene un fin recreativo y para practicar ciclismo adaptado de manera amateur. De esta manera, se cumplen todos los reglamentos y especificaciones.

¿Qué materiales utilizaste?

Por un tema de costos se fabricó con tubos de acero, pero no es tan pesada, más o menos 25 kilos. Y muchas piezas y accesorios son de aluminio, que es un material más liviano.

¿Cuánto tiempo te llevó concretar el proyecto?

Estuve seis años desarrollando este prototipo de cero. A nivel nacional hay dos o tres fabricantes, pero no te revelan la fórmula. Te comentan algunas cosas, pero no todo. Y hay mucho de prueba y error. La handbike es una donación y tiene una sola condición que es que no es un producto que se venda. Si el día de mañana Matías no la necesita o no la quiere más, tiene que donarla a otra persona que la necesite.

¿Qué sentiste al ver a Matías sentado en la handbike

Antes de entregarle la bici hicimos unas pruebas con unos amigos y vi que andaba bien. Pero cuando lo vi a Matías sentado e hizo los primeros metros en la pista de ciclismo del parque de Lomas, me sentí plenamente feliz por él. Arranqué el proceso totalmente enamorado del producto, en la mitad lo odié, porque decía “dónde me metí”, y finalmente seguí adelante porque tenía que cumplir con este compromiso.

¿Cómo fue el paso por la UNLa?

Maravilloso. Pasé por otras universidades, pero no dejás de ser un número. En la UNLa hay un trato cercano, por parte de los docentes, del director de la carrera. Aparte vivo en zona sur y es buenísimo tenerla cerca. Cerró perfecto todo, con una ambiente amigable, cercano. Llevó mucho esfuerzo pero todo valió la pena.

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