La licenciatura en Seguridad Ciudadana de nuestra universidad fue concebida con el objetivo de “promover las condiciones de existencia social, la preservación de los derechos, el resguardo de la ciudadanía, y la formulación de políticas de seguridad respetuosas de esas condiciones”.

Esta carrera pionera en su tipo dentro de una universidad pública celebra este 2024 sus primeros 20 años de vida, con más de 450 graduados.

Junto a Daniel Russo[1], actual director de la Licenciatura, charlamos sobre lo que significa la Seguridad Ciudadana, la importancia de la formación académica y los desafíos que se plantean en el actual contexto socio-político. 

¿Qué es la seguridad ciudadana?

El concepto alude a una dimensión particular de la concepción de seguridad que tiene que ver con la idea de la seguridad como un derecho, que no solamente parte de las agencias del Estado para garantizar el ejercicio de los derechos que tiene la población en general, sino también de la necesidad de la misma comunidad de generar e instrumentar sus recursos para atender a las cuestiones que hacen a la vida en común y a las tensiones que son inherentes a la vida en común. Entonces la seguridad tiene esas múltiples aristas que tienen que ver con las respuestas estatales en pos de garantizar ese ejercicio de derechos y, eventualmente, intervenir cuando alguna de esas de las situaciones de la vida en común produzca quiebres o saltos del campo de la convivencia hacia el orden contravencional. También alude —y este es uno de nuestros fuertes— a la construcción de canales para mejorar la experiencia de vida en comunidad, lo cual es como una suerte de objetivo, de horizonte, en construcción permanente. 

¿Cómo surge la carrera?

Nace en el marco de ciertos movimientos que se dieron en los últimos 20 años, como la reforma del Sistema de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires. Fue una fuerte apuesta por parte de la Universidad el armar esta carrera que fue la primera en su especie en una universidad nacional.

Tengo la suerte de estar desde el surgimiento de la carrera y esos primeros años los denomino como de amojonamiento, es decir, de marcar los puntos de referencia en la construcción de un campo que no existía definido claramente.

¿Cuál es la población estudiantil?

En estos años identificamos un aumento de ofertas similares a nuestra carrera, lo que hizo que nuestra masa de estudiantes haya bajado considerablemente, en relación a lo que era inicialmente.

La mayoría de la gente venía de las fuerzas y ahora está muy equilibrado con ciudadanos que vienen a la Licenciatura. Nosotros tenemos dos orientaciones. La primera que tiene que ver con formar actores que puedan trabajar en espacios de políticas públicas, gobiernos, locales o provinciales; y la segunda con incidencia en las instituciones de seguridad. Hoy vemos que muchos de nuestros graduados han sido y son actores importantes en la institución policial en distintos niveles. Además, las Secretarías de Seguridad municipales se nutren con nuestros graduados.

¿La carrera hace hincapié en el territorio?

Si bien las competencias primarias en cuanto a seguridad son jurisdicción provincial, el diálogo con los gobiernos locales tiene que estar en pos de producir planes específicos para cada localidad. Cada barrio tiene su realidad, no es lo mismo lo que pasa en Alsina, Lanús Este o Monte Chingolo.

En ese sentido, el gobierno municipal también debe dialogar con los actores del territorio, porque si no pierde completamente referencia de lo que está pasando. Entonces, los foros, instituciones, organizaciones vecinales, comunitarias, religiosas que están en territorio nos dan la pista de que la perspectiva de nuestros graduados y graduadas sobre la seguridad debe ser la de un campo donde se integren matrices de diálogo con otros actores y con otras lógicas.

El aporte de seguridad ciudadana es el de comprender que la seguridad va más allá de la restricción de lógica policial o de la policía. Hay una tendencia muy fuerte hacia la simplificación de lo que la seguridad.

¿Cómo se hace para contrarrestar los discursos simplistas?

Es muy atractivo el pensamiento simplista porque es como una ecuación de pocos elementos, bueno, hacemos esto, esto y esto y vamos a tener tal resultado. La verdad es que en nuestro medio no ha sido así, y las políticas de simplificación han generado mucho más daño y efectos penosos a mediano y largo plazo.

Hoy se habla de “liberarles las manos a los policías” y son metáforas que corren el eje de identificar a la policía como un actor central, pero no como el eje vertebral de una política de seguridad.

El primer director de la carrera, Gregorio Kaminsky, decía que un efectivo “no es solo un agente más sino una institución que garantiza el sistema democrático”, y ese cambio de perspectiva es necesario porque en una situación donde la Policía se retira de su función en el espacio público es imposible la convivencia democrática.

Entonces pensarlo desde esa lógica nos obliga a tomar en consideración la necesidad imperiosa de fortalecer la institucionalidad de la Policía. Sabemos que es complejísimo, pero esta es una carrera que se piensa en términos de definición a largos plazos. Las transformaciones que nosotros esperamos y deseamos no son efectistas en una gestión, son construcciones que van a sedimentar en el tiempo.

¿Cuáles son esos escenarios hacia los que se apunta?

Creo que algunos de los pasajes que propuso la reforma del Sistema de Seguridad bonaerense en la segunda gestión de 2004-2008 son muy significativas, en términos de una participación comunitaria en temas de seguridad que tuvo una fuerte impronta desde la Provincia. Esa lógica de apostar fuerte a la participación comunitaria como una herramienta de laburo para pensar la seguridad me parece importantísimo, la profesionalización de la Policía es fundamental.

Tenemos un programa de Política de Seguridad Ciudadana y Salud Mental aquí en el departamento, que es una guía de cómo debería ser la intervención policial con personas que están en situación de crisis de salud mental. Y las experiencias que venimos realizando en capacitación, en acompañamiento, en formulación de protocolos en municipios, da cuenta de que cuando a los miembros de la institución policial los ponés en contacto con un orden procedimental que explica y que da directivas claras, lo agradecen profundamente.

En una situación de crisis de tu vida no vas a marcar 107, vas a marcar 911, es como un nervio directo que ante cualquier situación llamás a la Policía. Entonces, el funcionario tiene una responsabilidad enorme en esa intervención y si no está debidamente capacitado, lo va a resolver con su sentido común, que puede fallar.

Mi percepción es que siempre es necesario mucho más, pero los recortes presupuestarios no nos ayudan en absoluto a pensar. Igual no nos van a vencer, todo lo contrario.

¿Cuáles son los desafíos a futuro?

Hoy, en términos macro, te diría que el gran desafío es sostener la perspectiva democrática, en un momento en donde hay un viraje alarmante hacia la simplificación y el autoritarismo.

Nuestra convivencia democrática corre riesgos ciertos, entonces hay que construir a como dé lugar. Estamos ante una situación extremadamente compleja a nivel general, que interpela acerca de lo que implica hoy la formación universitaria; no solo de nuestra carrera, sino de todo el sistema universitario.


[1] Daniel Russo es psicólogo, especialista en Educación, doctor en Salud Mental Comunitaria y autor del libro «Cuidar a la fuerza» (2020) de editorial La Docta Ignorancia.

Los días 4 y 5 de octubre se llevará adelante la celebración por los 20 años de la licenciatura en Seguridad Ciudadana de nuestra univerdiad, con especialistas invitados, docentes, estudiantes y autoridades de la carrera.
Cronograma completo de actividades aquí

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