La cultura nos hace resilientes, nos da esperanza, nos recuerda que no estamos solos”

Ernesto Ottone R., UNESCO

En el año 2001 nació entre personas amigas —vecinos y vecinas de la zona de Lomas de Zamora—, la idea de crear en el barrio una biblioteca popular que, además de libros, ofreciera actividades culturales. Era una época difícil de la Argentina. Aún así, la idea se convirtió en proyecto firme y al año siguiente la Biblioteca Popular Julio Cortázar abrió sus puertas y sus anaqueles a un público ávido de cultura a pocas cuadras de su casa.

Sobre aquel pasado cercano, y también sobre la manera en que enfrentan la situación presente —signada por la reconversión de la CONABIP—, Viento Sur habló con Graciela Osorio, Sebastián Calveiro, Ornella Dubini, Germán Dubini y Susana Chiarante, el equipo que lleva adelante la biblioteca.

¿Cuál fue el propósito de crear una biblioteca mientras la Argentina atravesaba una de las peores crisis de su historia?

Que los vecinos de distintas edades encontraran, en el espacio de la biblioteca, no solo libros, sino que también se fortalecieran los lazos sociales y la participación en talleres y eventos como cine, presentación de libros y charlas con autores, conversatorios de interés, espectáculos de música, encuentros de lectura, espacios para las infancias, entre otras actividades que incluyeran a las diferentes etapas etarias. Pedimos un espacio en la Sociedad de Fomento del barrio, y es allí donde estamos desde entonces. Hoy, con 23 años de funcionamiento, la Biblioteca Popular Julio Cortázar sigue en construcción permanente. Hoy tenemos aproximadamente 520 socios y socias y unos 4000 volúmenes. La biblioteca funciona por el empuje de un pequeño grupo de personas que trabajamos de manera voluntaria, no remunerada materialmente; por supuesto, como toda institución legalmente constituida, contamos con una comisión directiva.

También ofrecen servicios relacionados con la salud, ¿no?

Sí. En la zona hay tres jardines de infantes y cuatro escuelas primarias y secundarias: así surgió en el barrio la necesidad de contar con asistencia psicopedagógica y psicológica, por lo que creamos un consultorio con diferentes profesionales, cubriendo las necesidades de pacientes en edad escolar y también para sus familias. El equipo de salud funciona en la actualidad con servicios de psicología, psicopedagogía, fonoaudiología —entre otros—, y gana cada vez mayor reconocimiento por su nivel profesional y humano. Los aranceles se alinean con nuestra concepción de una biblioteca popular: es decir, brindar el mejor servicio a la comunidad a montos accesibles, para que esté al alcance de todas las personas que lo necesiten.

Se habla mucho de que “la gente ya no lee”, y prefiere las redes y los medios instantáneos a los libros. ¿Lo notan en la biblioteca?

En realidad, la biblioteca nos permite observar que una parte de la sociedad tiene el hábito de la lectura incorporado en su vida y valora contar con una biblioteca en el barrio para poder acceder a libros que en su mayoría resultan cada vez más inaccesibles en las librerías. Asociándose a la biblioteca tienen una solución a esta problemática, con una cuota mensual muy accesible.

¿Cómo es el público que reciben?

La comunidad más asidua que viene en busca de libros está compuesta en su mayor parte por adultos con interés en narrativa, principalmente. También hay niños que encuentran en la biblioteca un sector infantil muy nutrido, y adolescentes que vienen en busca de bibliografía para sus áreas de estudio.

A partir de la pandemia la situación económica ha venido haciéndose cada vez más difícil, algo que se profundiza en este último año y medio. ¿Cómo afronta este momento una biblioteca popular?

Debido a la situación argentina actual, y a los recortes significativos en el sector de la cultura, afrontamos la adquisición de nuevos ejemplares con fondos propios: cuotas de socios y socias, aportes de talleres, eventos y prestaciones del equipo de salud, más las donaciones que recibimos.

¿En qué lugar pone a las bibliotecas populares la reconversión de la CONABIP, la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares?

La situación abierta por el desmantelamiento de la CONABIP abre interrogantes sobre los desafíos que tendrá que afrontar nuestra Biblioteca Julio Cortázar. Es una situación inaudita en nuestros 23 años de vida, y también para todas las bibliotecas populares de la Argentina. El salario de nuestro bibliotecario corre por cuenta del gobierno de la Provincia de Buenos Aires, pero hay muchos otros gastos: los servicios, el material de oficina, de limpieza, de mantenimiento. La decisión de Nación de convertir a la CONABIP en una subsecretaría le quita su poder como protectora de las bibliotecas populares, dejándolas “liberadas” a una situación de precariedad o un destino aún peor. Del actual gobierno nacional no esperamos nada bueno, viendo cómo implanta un modelo de país con vaciamiento de los organismos de la cultura, y desfinanciamiento de todo lo referente a lo público en favor de lo privado y el sector más rico del país.

¿Qué rol sienten que tiene una biblioteca como la Cortázar en la batalla cultural actual?

El rol de la biblioteca popular, y más ahora que nunca, es el de la resistencia, y esta es siempre colectiva. Incentivar la concurrencia a bibliotecas populares —también centros culturales, teatros independientes, entre otras instituciones—, promoviendo eventos con entrada gratuita, facilitando el acceso a miles de libros, pensando siempre en la inclusión y el servicio a la comunidad en sentido ampliado, todo esto es parte fundamental de las ideas que le dan forma a nuestro trabajo y nos da fuerzas para nunca bajar los brazos.

Biblioteca Popular Julio Cortázar
Miguel Cané 967, Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires Instagram/Facebook: Biblioteca Popular Julio Cortázar Lomas.

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