Miguel Mazzeo, docente de la Licenciatura en Economía Empresarial y la Especialización en Economía Social y Gestión de Entidades sin Fines de Lucro de nuestra Universidad, fue distinguido con el Premio Quetzal por su obra Alicia en el país. Apuntes sobre Alicia Eguren y su tiempo, otorgado por el Foro de Pensamiento Nacional Latinoamericano.
Alicia Eguren fue poeta, filósofa, militante, compañera de John William Cooke y una referente de la Resistencia Peronista. Junto a Miguel Mazzeo repasamos la vida de Alicia, su relación con el ex presidente Juan Domingo Perón, y la falta de reconocimiento que su figura sufrió por parte del peronismo durante varios años.
¿Cómo llegás a Alicia?
Cuando comencé a militar en los ‘80, muchos compañeros me hablaban de John William Cook y con él estaba Alicia, que aparecía como un personaje secundario, como su compañera. Y después me di cuenta de que era una persona con brillo propio, muy importante. Ahí comencé a prestarle más atención.
Durante mucho tiempo pensé que no había materiales, más allá de los que se conocían como sus libros de poesía o algunos artículos publicados en los años ’70. Pero, después esto se modificó cuando conocí a su hijo, Pedro Catella, que me puso en contacto con un montón de material de archivo que hasta ese momento no se conocía, con un montón de cartas de Alicia enviadas a Cook cuando estaban en la cárcel durante la Revolución Libertadora, las cuales tienen un gran valor político literario porque es difícil determinar dónde empieza el amor y dónde termina la política: es una correspondencia muy rica. También hay cartas que Alicia les mandó a distintas figuras políticas y sindicales de la época. Y, además, el testimonio de su hijo y de mucha gente que militó y trabajó con Alicia.
Ahí llegué a un momento en el que tenía mucho material y era muy importante escribirlo. Tuve dudas sobre si yo podía hacerlo, así que traté de entender a Alicia como mujer, consciente de mis limitaciones, y como una figura oculta porque ella era revolucionaria, y parte del olvido de sus propias compañeras pocas veces fue accidentado.
¿Cómo fue el proceso de escritura?
La biografía significa poner en juego una serie de artificios, que toda escritura implica, pero las personas viven vidas, no biografías, y se basa en momentos. Entonces uno compone, arma un proyecto y a cada capítulo le da una impronta particular y trata de construir la biografía a través del tiempo.
Y en el caso de Alicia es una figura que, junto con Cook, nunca negó su militancia peronista, tenía vínculos con otras corrientes de pensamiento más cercanas a la izquierda, al guevarismo en un sentido más amplio, nada extraño en los años ’60, ’70. Creo que ese carácter excesivo, para ciertos sectores de esa propia tradición política, fue difícil de aceptar. Cook decía que el peronismo era el hecho maldito del país burgués y Alicia lo creía aún más.
¿Cómo era la relación con Perón? ¿Se escribían cartas?
La correspondencia Cook-Perón tiene momentos fluidos y otros en los que se corta, pero siempre con una respuesta; las cartas de Alicia, no. Perón nunca le contesta. De hecho hay una famosa carta abierta que Alicia le escribe a Perón, que fue publicada en la revista Nuevo Hombre en 1971, donde hace proposiciones y críticas muy duras. Después le escribió otras, pero nunca fueron respondidas.

Alicia tenía el sobrenombre de temeraria, ¿era realmente una mujer así?
Ese fue el nombre que le pusieron los marinos cuando fue detenida en el ’56; tenía un comportamiento que le valió un reconocimiento entre sus pares, fue torturada, con una actitud valiente, muy digna frente a los represores. Es más, fue la mujer que más tiempo pasó en prisión durante la Revolución Libertadora, mejor llamada “fusiladora”. Su figura se empieza a vincular a la Resistencia, su prestigio político se da en esos años.
Finalmente, fue secuestrada durante la última dictadura cívico-militar.
Cuando se produce el golpe del ‘76, Alicia era una persona muy conocida y estaba en la mira de los represores. Todos sabían que tenía que irse del país, porque no tenía ninguna chance de sobrevivir y efectivamente fue lo que ocurrió. Alicia se negó a salir, se sentía responsable por los jóvenes que se formaron políticamente con ella. Sabemos que estuvo detenida desaparecida en la ESMA, pasó por Campo de Mayo también, y lo que se cree es que fue trasladada en abril del 77 y probablemente arrojada viva al Río de la Plata.
¿Cómo se revaloriza la figura de Alicia hoy?
Es difícil pensar en una persona como Alicia en el día de hoy, ella es parte de una generación que le habla a una sociedad, en la que los sectores populares tenían una gran capacidad política, fuerza social, autoestima. Esto se ve especialmente desde el Cordobazo hasta la última dictadura, una época donde los sectores populares adquieren un rol inevitable, con una gran capacidad incluso de vetar cualquier proyecto que viniera de la clase dominante, con organizaciones sociales e identidades muy sólidas, y con la convicción de que era necesario y, además, posible en el corto plazo hacer cambios profundos en las estructuras. Este ideal que tenía Alicia y que compartía con las generaciones más jóvenes, hoy podría parecer exagerado.
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