Si las Universidades son usinas multidimensionales y multifactoriales que producen o procesan información científica, es premisa histórica que expliquen al servicio de qué o de quiénes lo hacen y que lo hagan públicamente… lo informen y lo comuniquen. No solo por cuanto a la Información y a la Comunicación que son indispensables en las tareas de investigación, docencia, divulgación o cooperación sino por la Filosofía que le es necesaria a la Universidad para entender y entenderse como entidad social comprometida con la “puesta en común” de la Información para la resolución de problemas sociales y como herramienta para el ascenso del talento social en las redes del conocimiento. Para saber y para saberse.

En su complejidad y duración la disputa mundial contra la concentración monopólica de medios y modos de Comunicación e Información , tiene en las Universidades un escenario especialmente promisorio que no por eso fácil. En el corazón de las contiendas por una Comunicación emancipada y emancipadora, es ineludible identificar el origen de la Información toda, cómo se la produce, sus usos, sus derechos, sus responsabilidades y sus ataduras cuando se la reduce a una mercancía más bajo el capitalismo mientras, por su parte, las Universidades que de ninguna manera pueden ser cómplices de los vicios más odiosos del modelo de producción de Información y Comunicación predominante, tienen un reto histórico en el que al tiempo que democratizan toda la Información que producen o procesan, deben democratizar los medios y modos para la “puesta en común”… la Comunicación.

Es un problema político y educativo esencial. Y es que todo déficit democrático se expresa en déficit cualitativo y cuantitativo de la Información y de su Comunicación. Hasta ahora las universidades suponían ser espacio blindado donde se desarrollan diques salvaguarda de la educación y del conocimiento para todos pero, progresivamente, la presión monopólica sobre la Información y la Comunicación amenaza con presentar nuevos frentes de sometimiento del conocimiento para beneficio solo de unos pocos.

Desde siempre los filósofos se han ocupado de la relación entre la Información, los saberes y su influencia emancipadora. Para bien o para mal, directa o indirectamente, ha sido preocupación de la Filosofía -no sin debates- el poner en común (comunicar) la Información, los saberes, provengan de donde provengan, y saber de qué estrategias nos valemos para que el saber y el actuar ocupen un lugar primordial en el trabajo de modelar las ideas y las conductas individuales y colectivas; es decir cómo comunicamos la Información que producimos o procesamos… para qué y para quiénes a la hora de resolver los problemas sociales a lo largo de la Historia. Si Sócrates y Aristóteles, por ejemplo, querían que sus alumnos los superaran y que, a su vez, estos fueran superados por sus alumnos, entonces advertían también un problema de Información dinámica y de Comunicación.

El modelo de concentración monopólica de la Información toda, y de los medios para comunicarla, es una amenaza que avanza contra los libros, los archivos de investigación, los bancos de datos, los acervos de contenidos, las investigaciones sobre nuevas tecnologías, los avances epistemológicos, los modelos pedagógicos y didácticos… y todo el conjunto de los recursos que, en niveles de grado o posgrado, sean instrumental necesario para la formación plena de los universitarios. Los lobbys empresariales, incluso a veces disfrazados de partidos políticos o de institutos de altos estudios, esgrimen el argumento de la autonomía en la regulación de lo “científico” que camufla el mercado de los “derechos de autor” en beneficio de sus comerciantes.

El problema es gravísimo en escala global tanto como en escalas pequeñas. Enarbolan la tesis neoliberal de que es el consumidor de Información y de medios quien debe ser “juez” único de aquello que consume frente a la tele o frente a un colegio de docentes universitarios. Da lo mismo porque lo importante para ellos es garantizar el “consumo”, el “mercado” (eso incluye a la educación universitaria) sin intervención del Estado. Esa operación ideológica ha sido diseñada para liquidar a toda política pública y toda ampliación de derechos en materia de Información y Comunicación, educación, salud, trabajo, vivienda o el medioambiente sano.

El proyecto de educación democrática en las Universidades populares peligra si nos descuidamos ante los monopolios empeñados en usurpar, para sus negocios, toda Información -se presente como se presente- incluyendo a las nuevas tecnologías. Se necesita un lugar crítico y muy activo en el seno mismo de las Universidades contra esa amenaza. Hay lobbys, grupos de presión, haciendo el trabajo sucio del “pensamiento único” en donde no existen problemas sociales sino intereses mercantiles. Y punto. Eso incluye adueñarse de una de las materias primas con que trabajan las universidades: la Información y el conocimiento.

Es fácil dominar una herramienta de Comunicación para producir cualquier cosa del capricho individualista, sea este capricho de funcionario o de comerciantes. Es fácil dominar una herramienta de la Comunicación para la lisonja, para halagar o para la obsecuencia. Mucho más fácil es llenar los medios con lenguajes acartonados, esclerotizados o de moda. Por eso reinan los formatos estereotipados, la sensiblería, la cursilería y el paisajismo contemplativo en todas sus modalidades. Ya hemos tenido de eso hasta el hartazgo con discursos plagados de vulgaridades, clichés, palabrería burocrática, imágenes huecas… demagogia diversa y única.

La lucha por la democratización de la Información y la comunicacional de las Universidades debe alimentarse desde su poder político académico y desde la ciencia, la cultura y las artes hacia una plataforma del poder popular como poder de decisión del pueblo armado con sus organizaciones universitarias democratizadoras. Debe, también, democratizar toda intervención para dirigir la defensa de los ecosistemas, planificar la producción y la satisfacción de las necesidades sin depredar la naturaleza… y mucho más, socializar la defensa científica de sus propias revoluciones epistemológicas y pedagógicas hacia la soberanía académica y la democracia del saber. Todos y cada uno frentes inexcusables para el trabajo de la Información y la Comunicación Universitaria de nuevo género organizativo y transformador del mundo.

 

Rumbo a una sociedad nueva

Es preciso reconocer el poder comunicacional que radica en el alma de las nuevas Universidades populares con su fuerza simbólica, su poesía y su épica, urgidas de ganar la dirección en materia de producción de sentido. Lo único verdaderamente nuevo en la Comunicación universitaria nacerá del papel decisivo de Información que se produzca al servicio de las organizaciones populares verdaderamente independientes y soberanas, porque de ellas depende inmediatamente acompañar todo escenario dirigido a enriquecer la transformación política y social de la realidad, derrotar todas las ideas reaccionarias, todos los prejuicios y todos los vicios. Así de importante es la vinculación de base.

Por eso nada mal resulta tomar en nuestras manos la mejor herencia filosófica para la producción de la Información y la Comunicación universitaria y desarrollarla por la base para la democratización del conocimiento; para, por ejemplo, una pedagogía de la inclusión. Sería un error enorme no tomar la vanguardia de la Comunicación desde la Universidad, o dirigirla de un modo burocrático, o sectario… se perdería, como ha pasado, una de las herramientas organizativas a la hora de producir una Información y una Comunicación nueva rumbo a una sociedad nueva.

Es preciso sensibilizarnos y acordar creativamente sin perder el sentido de la pertenencia, cuáles son las tareas de la Información y la Comunicación Universitaria en lo inmediato para impulsar una lucha contra toda forma de alienación, contra todo bloqueo mediático… ejercer una lucha radical contra el colonialismo, luchar contra toda forma de ignorancia o exclusión y denunciar, donde se presente, la explotación contra los seres humanos.

Así, nos hace mucho bien entrenarnos en la gestión y control de todos los espacios de la Información y la Comunicación hacia la producción simbólica bajo la perspectiva de los pueblos en lucha, ayudarse de ellos y servir a sus luchas trabajando junto a ellos, ganando todo lugar en la coordinación estatal, nacional y mundial con ayuda, también de los medios de Comunicación. Organizar y dirigir la lucha organizada del conocimiento emancipador y sus universidades.

Una tarea de la Universidad radica hoy en formar (y formarse) los profesionales de la producción de Información y de Comunicación expertos en ideas estimulantes, organizativas y creadoras con el estilo y la sintaxis imprescindibles para ser capaces de comunicar la Universidad en las mejores extensiones de lo inteligible, para organizarnos y movilizarnos. Tener dominio de las herramientas de la Información científica y de la Comunicación: la palabra, la escritura, la radio, el cine, la televisión, las asambleas.

Ser capaces de producir Información y de comunicarla no significa, exclusivamente, manejar las tecnologías, las técnicas o los formatos; implica, ante todo, desarrollar las habilidades sociales necesarias para poner en común, comunicar, las ideas y el conocimiento condensados que resolverán los problemas comunes. Saber qué se quiere expresar, qué es lo necesario en Comunicación según la etapa que la sociedad vive y que vive la Universidad.

La Información y la Comunicación de la Universidad debe formarnos no como simples propagandistas en su sentido más reduccionista… la tarea nueva, e importante, es intervenir creativamente en el proceso revolucionario que es democratizar el conocimiento, las Universidades y la Comunicación toda. Es imprescindible tal habilidad; es necesaria la eficacia. Para cultivar las maneras mejores de comunicar con un estilo emblemático de creatividad en la lucha universitaria se requiere mucho trabajo, se requiere estudiar. Porque ningún estilo verdaderamente emblemático del poderío del conocimiento nace de la nada… sí en cambio, nace de la lucha, nace de la conciencia, del conocimiento en acción preciso y metódico para la transformación del mundo resolviendo los problemas.

 

Tareas urgentes

La urgencia de comunicar la Información que la Universidad produce es la urgencia de expresar lo que es imprescindible y necesario para transformar la sociedad, es prioridad de trabajo para todo universitario como es prioridad que emplee todos los medios posibles para lograrlo eficaz y eficientemente. Otro panorama veremos cuando cada universitario sea capaz de sostener propuestas ricas y creativas a las necesidades sociales o de poco servirán sus esfuerzos. ¿Qué ideas debemos exponer claramente ahora?, ¿ante quién o quienes? y ¿por qué y para qué?

No se debe caer en el error de oponer las dos dimensiones de la Información y la Comunicación: lo concreto de los hechos y su análisis científico no son elementos excluyentes. El hecho y la opinión son necesarios. Es preciso que ante los hechos reine la verdad, correctamente, inteligiblemente y de forma atractiva. Con la ciencia presente. Cada interlocutor, con una Información y Comunicación correcta de las ideas, puede examinar los hechos tal como son. Y elegir soberanamente. Aproximarse sucesivamente a conclusiones propias.

La Universidad comprometida con la Información y la Comunicación democratizadas implica la integración de la actividad económica con toda materia del conocimiento y el talento para confrontar la lógica depredadora del sistema capitalista. Hacer triunfar a la democracia participativa sobre la democracia mercantil y sus actores mediatizados. La Universidad debe ocuparse de todo déficit de la democracia, de todo lo que intente imponer crisis a la voluntad democrática y participativa de los pueblos, defender las luchas de independencia, soberanía y emancipación con instrumentos adecuados. Luchar contra toda invasión neoliberal en los Estados y especialmente en sus Universidades populares.

La idea de Universidad Pública, con una Información y una Comunicación democráticas, está siendo atacada por todas partes porque las oligarquías intentan convencer a los pueblos de que el juez supremo de los contenidos es el mercado. Si semejante silogismo mercantil se impone, al margen de la voluntad de los pueblos y las realidades económicas y sociales, muy pronto dejarán de existir las Universidades Públicas.

Por eso urge una filosofía política de la Información y la Comunicación universitaria imbricada con una acción que revalide, profundice y amplifique la praxis de la democracia representativa en las políticas públicas que hacen de la Universidad un derecho. Si nos descuidamos puede venir lo peor como ha pasado en muchos países. Nadie diga que no lo informamos y lo comunicamos.

 

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