“Oh henchido vientre, vientre luminoso, la hora del
mundo estalla; asoma, rayo de materna luna: conoce el
aire, mueve las entrañas. Amado cuerpo de cansancio,
dolor amado, siembra amada, funde en tus brazos a los
que se han ido, junta la noche con el alba”.
“Alumbramiento”
David Rosenmann-Taub
Patrizia Quattrochi es doctora en Etno-Antropología por la Universidad de Roma “La Sapienza” y posee una vasta trayectoria en estudios asociados al campo de la salud reproductiva. Ha desarrollado investigaciones sobre partería entre los Lencas de Honduras (1998) y entre los Mayas yucatecos en México (2000-2009), analizando el papel de las parteras frente la medicalización del parto y las relaciones entre “medicina tradicional” y biomedicina. Fue ponencia en numerosos Congresos internacionales y de su extenso trabajo se destaca la búsqueda de modelos humanizados de parto. En esta entrevista se refiere a la concepción de “parto respetado”, como un proceso natural cuyo abordaje no puede ser el mismo que se brinda ante un caso de enfermedad.
-¿Qué es un parto humanizado?
-Es una pregunta muy compleja porque no hay una única definición, y contempla muchas cosas. Contempla, antes que nada, una actitud por parte de los profesionales de la salud, una actitud humana hacia el respeto de lo que es dar a luz.
-¿Qué significa esto en la práctica?
-Significa entender que el embarazo y el parto no son enfermedades, son eventos normales y su mirada no puede ser solo la médica. El trabajo de parto debe llevar su tiempo natural y no el programado por el centro de salud. La aproximación hacia la mujer, no debe ser el de una paciente porque ella no es una paciente, sino una mujer que va a dar a luz. Lo mismo ocurre con el bebé, el niño que nace necesita del cuidado de su mamá y quizás no necesita en sus primeros minutos de su vida de una inyección, sino del contacto con su mamá, que no se lo aleje inmediatamente para su intervención. El parto humanizado
tiene que ver, antes que nada, con esta actitud distinta y recién, en segundo plano, con el ambiente que
no se trata simplemente del salón, de la cama con las flores y el color de las paredes; se trata de la mentalidad y no del lugar. Hay hospitales que se han “humanizado” cambiando simplemente los muebles. Reitero que se trata de la actitud y de cómo miramos al evento del parto, del embarazo también y de ser conscientes de que no se trata de una enfermedad.
-Podemos inferir, entonces, que pese a los avances el sistema médico mundial aborda el proceso del
embarazo como una enfermedad.
-La Organización Mundial de la Salud desde el ’85 ya tiene documentos en los que se establece la desmedicalización del parto y el tratamiento de la mujer desde este lugar. Sin embargo, en la práctica esto casi no se logra en los hospitales y, muchas veces, conlleva a intervenciones innecesarias, este es el punto. Hay embarazos que sí son de riesgo y en esos casos sí hay que brindarles otro tratamiento, pero la mayoría no son embarazos de riesgo, sino procesos naturales en la vida de la mujer y no requieren de intervención médica o quirúrgica. En mi país existe una excesiva medicalización del embarazo, eso significa que tenemos muchísimas consultas con controles que pueden resultar muy invasivos. Es
por ello que se requiere de una visión más amplia en la formación de los profesionales, no simplemente la que proviene del campo de la medicina que aborda una enfermedad exclusivamente.
-¿Por qué existe una tendencia cada vez mayor a realizar partos domiciliarios?
-Creo que las mujeres se están dando cuenta de que hay otras formas de dar a luz y que ellas mismas cuentan con un conocimiento natural y están teniendo una mirada introspectiva cada vez mayor.
-De acuerdo con la investigación que llevó adelante los últimos 5 años en Europa, ¿qué evidencias
pudo observar?
-He trabajado mucho el tema del parto domiciliario en Italia, en España y en el norte de Europa y lo que he visto es que tiene una demanda cada vez mayor. Esto tiene que ver, justamente, con otras miradas hacia el cuerpo, hacia la salud y la reproducción. Las mujeres que eligen el parto domiciliario, rechazan de plano la visión patológica del parto que conlleva a una práctica interventista protocolizada. Por ejemplo, la episiotomía –incisión quirúrgica en la zona del perineo femenino- no es necesaria para todas las mujeres, esto es algo que se viene comunicando hace años a través de la Organización Mundial de la Salud.
-Culturalmente, ¿por qué se ha convertido en una “moda” para la clase media alta?
-Antes que nada, el parto humanizado no tiene que tratarse de una moda, sino de un derecho para la mujer, su pareja y el bebé. En Europa el asunto del parto domiciliar viene llevándose a cabo pero allí también el cambio es muy lento. El costo de dar a luz en las casas es muy elevado, aunque sí existen algunas experiencias de atención pública al parto domiciliar. En Italia se da en dos regiones del centro-norte del país. Otro dato que se desprende de las encuestas es que estas mujeres tienen un alto nivel de escolarización. De los casos que entrevisté para relevar esta experiencia, se desprende que ellas construyen una fuerte relación de confianza con la partera que la acompañará al momento de dar a luz en el domicilio y que esa construcción es producto de su seguimiento durante toda la gestación del bebé. Así la partera conoce con precisión tanto el cuerpo como los miedos de la madre, cuestión que no puede ocurrir en el hospital. Otra motivación es el respeto que se le otorga a la demanda del trabajo de parto. Los tiempos de dilatación son particulares en cada mujer y el acompañamiento y su espera también deben serlo. De igual modo, en el domicilio la posición del parto es libre, el proceso natural la conduce a la parturienta a ocupar la posición más cómoda. Las evidencias científicas indican que si a una mujer la dejas pariendo sola, ella seguramente lo hará en una postura vertical.
-¿Qué riesgo tiene esta práctica para la madre y el bebé por nacer?
-Para que esto se lleve a cabo existe un protocolo. Tiene que haber un seguimiento durante todo el embarazo, dos parteras y ellas dan aviso al hospital que está más cercano, dentro de los 30 minutos del lugar, así apenas haya algún indicio de riesgo esa mujer es trasladada de inmediato a ese hospital. Las parteras domiciliares tienen mucha experiencia en estos casos y cuentan con un conocimiento del cuerpo de la mujer ya que, como expresaba, la han tratado durante todo su embarazo. La revisión de literatura científica basada en la evidencia, actualizada por el Centro Cochrane –el más prestigioso en el tema- ha demostrado que el parto en la casa en los países desarrollados es tan seguro como el parto hospitalario,
tanto para la madre como para el bebé. Incluso más seguro, a veces, por el hecho de intervenir menos.
Como becaria del Programa Comisión Europeo “Marie Sklodoswka Curie Fellowship”, con el proyecto de investigación “Violencia obstétrica. Los nuevos objetivos para la investigación, política y derechos humanos relacionados al parto”, Patrizia Quattrocchi trabajará por el período de un año en el Instituto de Salud Colectiva de la UNLa con leyes y material argentino. En nuestro país existe una Ley de Parto Humanizado promulgada en 2004 y una Ley de Protección Integral a las Mujeres promulgada en 2009 que contempla la violencia obstétrica. Sin embargo, en un marcado contexto social donde la violencia de género es una cuenta aún por saldar, estas leyes no logran traducirse en un cambio significativo en la vida de las mujeres.
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