El 11 de julio, “Día Mundial de la Población” instaurado por Naciones Unidas, propone reflexionar sobre cuestiones que atañen a la humanidad de todo el planeta, un tema urgente en momentos como este en que una pandemia pone en vilo al mundo. Sobre estas cuestiones Viento Sur habló con el licenciado en Antropología y doctor en Ciencias Naturales Fabián Bognanni, uno de los docentes-investigadores del CICyT abremate de la UNLa, quien también nos contó cómo es su trabajo de investigación referido a sociedades arqueológicas.
La página de Naciones Unidas dice textualmente que “el Día Mundial de la Población pretende llamar la atención sobre la urgencia y la importancia de las cuestiones de población”. ¿Cuáles son esas cuestiones?
Entiendo que existen resoluciones de las Naciones Unidas, como la 45/216 del año 2016 que se basa en otras anteriores, y sobre todo en la Declaración de Amsterdam de 1989, que instan al desarrollo de una vida mejor para las poblaciones futuras. En ellas se establece que el crecimiento y la distribución de la población tienen mucha relación con cuestiones vinculadas con el ambiente y el desarrollo socioeconómico de los pueblos. Más allá de la retórica, esto implica la necesidad de inversión en aspectos tales como salud y educación (sobre todo de grupos poblacionales más postergados a nivel mundial, como las mujeres) para favorecer políticas integrales que permitan el desarrollo socioeconómico de las poblaciones, pero en el marco de un intercambio propicio y responsable con el ambiente local, regional y global. Es decir, que el desarrollo de los pueblos no implique la destrucción ambiental que condicione a las próximas generaciones. Estas iniciativas deberían plasmarse principalmente “de arriba hacia abajo” mediante políticas estatales nacionales y supraestatales (por ejemplo la ONU) y “de abajo hacia arriba», donde las autoridades locales identifican y reconocen los problemas ambientales que afectan a su población y, a partir de esto, encuentran las mejores soluciones que permitan transformarlos.
¿Cómo se inscribe la Argentina con respecto a las tendencias poblacionales mundiales?
El principal problema poblacional de la Argentina es la distribución. Los grandes centros urbanos, principalmente el AMBA, concentran una gran cantidad de personas. Además, lamentablemente, la falta de planificación territorial hace que se generen nuevos barrios en lugares inconvenientes para el asentamiento humano (en márgenes inundables de arroyos o en terrenos con niveles de contaminación alto), lo que afecta fuertemente la calidad de vida de estas personas.
¿Cuáles son las poblaciones más afectadas por la pandemia de Covid-19?
Históricamente, las pandemias afectan principalmente a las grandes aglomeraciones humanas: no solo pandemias cercanas en el tiempo como la gripe A (H1N1) en 2009, sino otras como la gripe española que en 1918/19 mató a unos 50 millones de personas, o la peste negra (o peste bubónica) que diezmó a un tercio de la población de Europa en el siglo XIV; además de otros tantos patógenos que se establecieron como epidemias, tales como la viruela, el tifus, el dengue, la malaria y el sarampión. Por otro lado creo que algunos factores favorecen el desarrollo de las pandemias: la deforestación acelerada de bosques y selvas, el derretimiento de grandes masas de hielo estables desde hace miles de años, la excesiva concentración de personas en las grandes ciudades y la existencia de un mundo altamente conectado por aviones que permiten que, en apenas unas 24 horas, las personas podamos estar en cualquier punto del planeta. Los primeros dos aspectos favorecen la aparición y el contagio a humanos de nuevos virus y bacterias, mientras que los últimos dos factores ayudan a la propagación y replicación del patógeno.
Esta “crisis del coronavirus”, ¿afecta o afectará las tendencias demográficas?
Como cualquier evento catastrófico mundial mantenido en el tiempo, es muy probable que provoque cambios en el comportamiento de las personas. Recordemos, por ejemplo, el aumento considerable de la tasa de natalidad que se dio luego de la Segunda Guerra Mundial, y que marcó a una generación con la denominación de «baby boomers» (relacionada con el boom de nacimientos registrados entre 1946 y 1964). Tendremos que esperar para ver cómo las poblaciones reaccionan luego de atravesar la crisis de la actual pandemia. Algunos cambios de comportamiento pueden evidenciarse, sobre todo en relación a los temores generados al salir y estar en ámbitos donde hay muchas personas (por ejemplo ciertas fobias y trastornos de ansiedad). Las personas en particular y las poblaciones en general son resilientes. Seguramente las tendencias demográficas cambiarán en algunos aspectos: esperemos que ese cambio sea positivo para los pueblos y el planeta.
DE LOS CAMPOS DEL CENTRO A LA VUELTA DE OBLIGADO
¿Cómo es tu trabajo específico con sociedades arqueológicas?
Hace unos años realicé mi doctorado gracias a una beca de CONICET en la Universidad Nacional de Luján (UNLu), sobre cuestiones vinculadas con el campo de la arqueología histórica, más precisamente sobre análisis espacial acerca de la manera en que se fue llevando a cabo la conquista de los campos del centro del país por parte de criollos-europeos durante el momento previo y posterior de la creación, expansión y consolidación del Estado Nacional. Investigamos de manera comparativa una serie de estructuras de piedra y antiguos caminos en la zona de Tandilia, en La Pampa y en el sur de Mendoza. Al trabajar en forma interregional implementamos el uso de imágenes de satélites, cartografía antigua y prospecciones en el campo, lo cual nos permitió tener un gran volumen de datos para analizar. Con otra beca postdoctoral de CONICET estuve trabajando en contacto hispano-indígena temprano (siglo XVI), entre grupos guaraníes del norte de Corrientes y los conquistadores europeos al mando de Sebastián Gaboto. Con este mismo equipo de trabajo (el Programa de Arqueología Histórica y Estudios Pluridisciplinarios de la UNLu) venimos investigando el sitio de la batalla de Vuelta de Obligado entre las fuerzas nacionales y la flota anglofrancesa.
Las respuestas que vas encontrando, ¿tienen aplicación sobre el presente?
La arqueología, como otras disciplinas humanas y sociales, nos permite comprender acerca de nosotros mismos como sociedad generadora de cultura. Muchas veces uno escucha algo acerca de la arqueología y tiende a pensar en un pasado remoto, pero no siempre se trabaja con sociedades tan antiguas y distantes de nosotros. En el caso de los que estudiamos el contacto hispano-indígena, lo que estamos tratando de comprender son los procesos «germinales» que resultaron en nuestra actual sociedad: el uso y explotación de las tierras, el casi exterminio de los pueblos originarios, el origen de los pueblos y ciudades actuales, los procesos de intercambio, la construcción de los sentidos, etc. Muchas veces desde la arqueología se «confronta» a la historia oficial a partir de las evidencias materiales, por eso en las últimas décadas se trabaja de manera conjunta con personas de otras disciplinas a fin de tener una visión amplia de los múltiples procesos y configuraciones socioculturales que desarrollan los pueblos actuales y pasados. En los últimos años también se comenzó a trabajar fuertemente en la puesta en valor del patrimonio cultural local, regional y nacional. Por ejemplo, cuando comenzamos a investigar la batalla de Vuelta de Obligado, en el lugar había apenas unos monolitos conmemorativos algo maltrechos, e incluso todo el evento bélico estaba teñido de diversas creencias e imaginarios que no se condecían con lo ocurrido. Hoy en día, luego de muchos años de trabajo de campo junto con la comunidad y con una fuerte estrategia de divulgación de los hallazgos e interpretaciones, el evento es mejor conocido y el sitio es revalorizado y utilizado con fines educativos: además de la colocación de un monumento nuevo y el mejoramiento de todo el predio, se puso en funcionamiento un museo de sitio administrado por la población local. En parte gracias a todo lo que se fue emprendiendo en estos años de trabajo con la comunidad, se fue generando un foco de desarrollo socioeconómico mediante la explotación turística del hecho histórico de manera comprometida con la protección del patrimonio cultural y natural local.
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