La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD) define al diseño universal como el diseño de productos, servicios, entornos y programas que puedan ser utilizados por todas las personas, sin necesidad de adaptaciones o especificidades.

Este concepto surgió en los años ‘70 en los Estados Unidos, siendo uno de sus principales referentes Ron Mace, arquitecto y fundador del Centro para el Diseño Universal (CUD). Este organismo presentó en 1997 Los 7 principios del Diseño Universal, entre los que se destacan: Igual o equivalente; Uso flexible; Uso simple y funcional; Información comprensible; Seguridad; Bajo esfuerzo físico; y Dimensiones apropiadas.

En 2012, Ed Steinfeld y Jordana Maisel del IDEA Center de la Universidad de Búfalo ampliaron el concepto de diseño universal y lo definieron como aquel que “habilita y empodera a una población diversa al mejorar el desempeño humano, la salud y el bienestar, y la participación social”.

Bajo estas premisas nace Robbina, una organización de Lomas de Zamora integrada por mujeres, que fabrica mesas y atriles adaptables a cualquier persona. Su mentora es Marianela Pavicich, docente y graduada de la Licenciatura en Diseño Industrial de nuestra universidad.

¿Cómo surge Robbina?

Cuando estaba en la carrera trabajaba en una fábrica de envasado, todo muy industrial, me encantaba, pero había algo que no me terminaba de cerrar. Y medio de casualidad, creo que en algún trabajo práctico, fui a la Escuela de Educación Especial N°508 de Monte Chingolo y fue como mucho el contraste entre lo que yo vivía laboralmente y los problemas que tenían en la institución que podían resolverse desde el diseño. Así que me asesoré con terapistas ocupacionales, kinesiólogos, docentes y profesionales de la salud para ver cuáles eran los requerimientos y cómo podía aportar desde mi lado. Eso fue en 2015 y fue el tema de mi tesis.

¿Qué característica tiene la mesa?

Desde el principio empezamos a pensar para quién quería que fuera la mesa, porque cuando se habla de discapacidad hay cuestiones muy específicas para una persona y para otras. Entonces tuvimos que ver y analizar qué características necesita una persona en particular, y el resto. Por ejemplo, la altura: si uno contempla el mínimo y el máximo que se necesita, la misma mesa le va a poder servir a muchos; otro punto fue la regulación de la inclinación, porque hay chicos que necesitaban planos inclinados, otros que no, pero si uno pone diferentes posibilidades se amplía el público.

Por otra parte, la mesa arriba es completamente simétrica porque hay chicos que no tienen movilidad en una mano o poseen movimientos involuntarios, entonces la diagramación de la mesa y todos los accesorios están hechos para que sean funcionales para quienes así lo requieran y para que no interfieran en las actividades del resto.

Todo es regulable y adaptable a las diferentes necesidades.

¿Por qué el nombre?

Cuando estaba haciendo la tesis hubo momentos complicados, en donde uno quiere dejar todo.  Entonces, pensé en ponerle un nombre: ahí surge Robbina, que es por robusta la estructura, intuitiva de las funciones y amigable en el uso. Ahí quedó el nombre de la mesa. En 2016, me presenté en la categoría Innovación en la Universidad del premio Innovar y obtuve un reconocimiento, y un año más tarde mi hermana Melisa, que es contadora, se suma al proyecto para que ese prototipo pudiera transformarse en un modelo de negocios. 

Este año, Robbina fue seleccionada por el programa Diseño Argentino Exponencial (DAE), ¿qué significó esto para ustedes?

El premio decantó después de siete meses de formación, que incluyeron master clases e intercambios personalizados con profesionales. Nosotros fuimos uno de los tres proyectos que recibimos el Capital Semilla, es decir, una suma de 5 mil dólares que vamos a invertir para llevar nuestros productos a Uruguay y Chile.

Hasta el momento, solo exportamos mesas para situaciones puntuales, pero no como una estrategia de expansión. Por ejemplo, en Uruguay hay varias por familias que se contactaron y se organizaron para que les llegue la mesa de manera directa.

El crecimiento de estos últimos años fue impresionante, ¿lo viven así?

Sí, especialmente después de lo de DAE que fue un mimo para el corazón. Las temáticas de inclusión, discapacidad, muchas veces quedan en un costadito, entonces fue hermoso que nos hayan premiado.

¿Falta incluir más el concepto de diseño universal en las prácticas?

Muchas veces lo que pasa es que se diseña para una persona promedio, se estandarizan las resoluciones. Pero, las personas tienen necesidades diferentes y eso es un desafío al que hay que enfrentarse, porque te obliga a pensar creativamente y a entender que es el diseño el responsable de que un producto o servicio pueda ser usado o no por todas las personas.

Cuando me recibí, al otro día literal me fui a la Escuela a probar la mesa. Ahí comprobé que a los ocho chicos del grado les servía y que no hacía falta rotular el mobiliario como estaba hasta ese momento. Entonces, sí se puede pensar el diseño universal. En parte también es una utopía, porque es imposible diseñar algo que puedan usar todas las personas, pero cuando uno empieza a ampliar el abanico se puede lograr un producto para más cantidad y diversidad de personas.

Desde el primer prototipo de 2015 hasta hoy, ¿se le han hecho modificaciones a la mesa?

Recién en 2018 logramos un modelo, porque la primera mesa tenía problemas y cuestiones estructurales por resolver y adaptar. Ese año entregamos la primera mesa a una nena fanática de Lanús. Y todo el tiempo estamos como mejorando el producto y sumando complementos y accesorios, a partir de las devoluciones que nos dan las familias.

Tenemos un proyecto que se llama Robbina Viajera, a través del que se dan mesas en préstamo para que puedan ser usadas en consultorios, centros de salud, hospitales, escuelas, que son los lugares donde van los chicos. Entonces, si les sirve pueden pedirla a través de las obras sociales o prepagas con una cobertura del cien por ciento. Y desde estos espacios también recibimos comentarios que son importantes para seguir creciendo. 

¿Proyectos para el 2025?

Queremos seguir evolucionando en cuanto a calidad del producto, con nuevos complementos. También tenemos la idea de expandir Robbina Viajera a Chile y Uruguay, para seguir aprendiendo y difundiendo. Y, finalmente, queremos sumar a la cadena productiva a cooperativas y talleres protegidos y así optimizar el proceso.

Conocé a Robbina en https://robbina.ar/

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