El 17 de marzo de 1992 a las 14:45, un furgón con explosivos conducido por un terrorista suicida se estrelló contra la Embajada de Israel en Argentina y la sede del Consulado, ubicados sobre la calle Arroyo al 900 en la ciudad de Buenos Aires.
En un instante todo se convirtió en escombros y muerte. Los canales de televisión mostraban las imágenes del caos y la desesperación, y daban cuenta de un hecho sin precedentes en la historia del país: Argentina había sido el blanco de un ataque terrorista internacional.
Hoy, a 30 años de ese episodio, analizamos el contexto, las causas y las asignaturas pendientes en torno a este hecho junto a Mario Katzenell, docente de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la UNLa.
¿Cuál era el contexto de esa época?
En los ‘90 vivimos una etapa de transformaciones a nivel mundial, con el fin de la Guerra Fría, la caída del Muro de Berlín, la desintegración de la URSS, etc. Todo esto marca el fin del mundo bipolar y del inicio de una etapa signada por la supremacía de Estados Unidos, con la instalación de un nuevo orden global. La desaparición de la Unión Soviética provoca un cambio de paradigma que va también marcado con otras acciones que surgen por causa y consecuencia, por ejemplo los conflictos en Europa del Este y en Medio Oriente. Los de Europa del Este incluyen la desintegración de Yugoslavia, la Guerra de los Balcanes, la independencia de Eslovenia, de Croacia. Y este panorama se complejiza aún más con la invasión a Kuwait por parte del régimen Iraquí, que derivó en la primera Guerra del Golfo y en un nuevo mapa de alianzas regionales, y que determinó la intervención de Estados Unidos y de la OTAN. Algunos hablan de una victoria de Estados Unidos, otros de un debilitamiento y fraccionamiento de los grupos en el territorio con la retirada de Irak, pero todos los autores sí coinciden en la radicalización de nuevos movimientos islamitas: esto lleva a distintos episodios anteriores y posteriores a lo de la Embajada, tales como el atentado al World Trade Center en 1993, la guerrilla islámica chechena que puso en jaque a Moscú en 1995, la toma de Kabul por parte de los Talibanes en el ’96, y las embajadas americanas de Kenia y Tanzania destruidas en el ‘98. En conclusión, los ‘90 tienen episodios terroristas a nivel global.
¿Qué pasaba en la Argentina?
En esos años, Argentina abandona una política específica en cuanto a las relaciones internacionales que era el Foro de los no Alineados y se suman el envío de fuerzas de paz a Chipre y Croacia, y la participación en la Guerra del Golfo. Estas acciones generaron una política de alineación con Estados Unidos que rompe con años de abstención, de estar en una tercera posición, algo que no fue anecdótico sino que responde a todo un proceso histórico y un nuevo orden global. Esto cambia, entonces, las relaciones de Argentina con el mundo árabe y de Argentina con Irán. A partir de 1992, Latinoamérica se da cuenta de que no está excluida y empiezan a generarse preocupaciones en torno al terrorismo internacional.
¿Por qué ocurrió el atentado?
Primero hay que aclarar que la voladura fue contra el territorio del país de origen (Argentina) y contra un territorio soberano y extranjero, es decir, se apuntó a un objetivo del Estado de Israel en el extranjero.
En ese marco, podemos dar un dato concreto: el 16 de febrero de 1992 las fuerzas de Defensa de Israel matan al líder de Hezbollah y, a partir de eso, jura venganza. Hezbollah es un grupo terrorista y un brazo armado que tiene relaciones aceitadas con la República Islámica de Irán. Toda la investigación en torno a la voladura por parte del Poder Judicial argentino comienza a partir de este hecho y de los reportes de inteligencia y del servicio exterior argentino. Entonces a la hora de definir la conexión internacional se apunta contra Irán y Hezbollah. Esta versión fue apoyada por casi todos los parlamentarios de ese momento, Estados Unidos, Israel, las organizaciones y representaciones israelitas en Argentina, los ámbitos académicos, etc.
Pero existe otra versión que surge con la aparición en Argentina de Monzer Al Kassar y que aseguraba que era la República Árabe de Siria la que estaba detrás del atentado. La pista siria la defendieron algunos líderes de la entonces oposición, algunos representantes del Congreso, algunos consultores y analistas internacionales, y miembros de la Justicia.
Hezbollah siempre reconoció sus atentados, pero nunca admitió el de la Embajada…
Exacto, y ese no es un dato menor. Es un interrogante a tener en cuenta, porque nunca lo admitieron. Sin embargo, la Justicia argentina y distintos sectores con diversos intereses siguieron la pista iraní.
¿Cuáles serían hoy, después de 30 años, las asignaturas pendientes?
Desde el momento en el que no hay un correlato y acompañamiento de la Justicia sobre quiénes fueron los responsables, no es un caso cerrado. Tampoco se cierra el caso si existen células terroristas operando en la Triple Frontera o si hay situaciones permeables de la política internacional y de los controles estatales a lo largo de las distintas administraciones.
Se sigue reclamando avanzar mucho más en las responsabilidades de Hezbollah y los iraníes. Todavía las respuestas de la Justicia y de las organizaciones internacionales no son suficientes a la hora de identificar a los responsables para que cumplan sus penas.
Para conocer más sobre esta carrera: http://www.unla.edu.ar/carreras/grado/licenciaturas/relaciones-internacionales
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