Nuestro país forma parte del sistema de creencias, valores y demás significaciones nucleadas en torno a la idea de una “civilización occidental”. No estamos en el año 4716 como los chinos ni en el año 3114 de los mayas. Tampoco creemos en una medicina alternativa, si esta no ha pasado por el “normal” recorrido de universidades e institutos reconocidos por los ambientes académicos. Esta idea de “mundo occidental” fue construida en la Europa central del siglo XV por las monarquías imperialistas (racistas y colonialistas) y continuada hasta hoy por las democracias imperialistas que siguen excluyendo y condicionando los desarrollos de los países catalogados como “periféricos”, “tercermundistas ” y demás terminologías de valoración negativa.
Hoy, como en otras ocasiones de la historia occidental, las regiones apartadas y discriminadas del mundo les dan una lección a los forjadores de este sistema de valores en el cual el progreso de la humanidad se asocia paradójicamente a un desarrollo económico, financiero y tecnológico que oculta todo vestigio de aquello que los existencialistas solían llamar “nuestra condición humana”.
La primera lección llego del otro lado. China da un golpe letal cuando a mediados de marzo nos informa que ha logrado detener el avance del virus Covid-19. Antes, un argentino, el papa Francisco, ni bien comenzaba la expansión del virus, había alertado y propuesto volver a pensarnos como comunidad. Estrechar los lazos, fomentar la solidaridad, olvidar las rencillas (China vs EEUU), en resumen, comprender que en el planeta Tierra vivimos todos. Luego otro argentino, el presidente Alberto Fernández, declaraba (antes que en la mayoría de las “potencias”) el estado de cuarentena total, demostrando que en la escala de valores de un país “periférico” estaba primero la salud de sus habitantes. En síntesis, demostraba que antes que los indicadores económicos está la condición humana. Estos dos argentinos dan una lección a todo el mundo occidental. Nos impulsan a reflexionar sobre nuestra naturaleza. Somos animales gregarios que vivimos en comunidad y, en estos tiempos, dejar de pensarnos en comunidad no solo nos deja desamparados y con todos los males que nos aquejan en esta larga decadencia del mundo occidental (laico, liberal, científico, competitivo, xenófobo y progresista), sino que además puede enfermarnos.
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