Ignacio Rost es estudiante de la licenciatura de Diseño Industrial de nuestra universidad y el año pasado fue distinguido con el Premio Joven Empresario de la Provincia de Buenos Aires, que otorgan la Federación Económica de Buenos Aires y la Cámara Argentina de la Mediana Empresa.

Rost se presentó en la categoría “Nuevo Emprendimiento” con su proyecto Threlix, que nació en el marco de la materia Prácticas Preprofesionales de la carrera junto a su compañero Mariano Pauluk.

“Lo que hacemos es un escaneo de la empresa y luego dividimos los problemas en simples o complejos. Si son simples, les detallamos las problemáticas y contratamos profesionales de distintas áreas para resolverlos. Es decir, no solo les decimos lo que tienen que hacer sino que también les damos la solución. Por otro lado, si los problemas son complejos, le advertimos a la empresa que se necesitan tomar medidas más rápidas. Por ejemplo, una fusión o un rediseño integral y ahí la decisión ya queda en manos de los dueños de ‘si seguimos adelante o no’. De hecho, estamos trabajando con una empresa de calzados de Córdoba que quiere empezar a exportar. Actualmente, vende 50 pares de botas por día y necesita aumentar su producción. Entonces los estamos ayudando a lograrlo”, cuenta Rost en diálogo con Viento Sur.

Es decir que desde Threlix no se dan simplemente asesorías…

Claro, nosotros coordinamos el grupo y resolvemos los problemas. Eso es lo que nos diferencia de una consultora común. Contamos con profesionales de diversas áreas y, por ejemplo, para el caso de la empresa de Córdoba que te mencionaba antes, nos vinculamos con estudiantes de Comercio Internacional de la Universidad Nacional de Quilmes.

¿Y cuál sería el objetivo principal?

Ayudar a todas esas empresas nacionales que hoy no son competitivas en el mercado local e internacional, y mostrarles los problemas que eso puede ocasionar. Somos una solución un poco más sistémica, orientada a toda la industria en general.

¿Qué te aportó la carrera?

Creo que hay como un estigma —o está en el pensamiento— de que la carrera de Diseño Industrial sirve para fabricar objetos y no se la piensa como una generadora de servicios, un artista o un sector. Justamente en una de las materias que tuvimos, que era práctica preprofesional, lo que teníamos que hacer era poner en crisis un proyecto o presentar uno nuevo. Y con mi compañero presentamos este proyecto: a la profesora le encantó la idea y a partir de ahí lo empezamos a desarrollar. Así que la Universidad nos ayudó a plantearnos de manera profesional algo que hasta ese momento era una idea.

¿Cómo surge la idea de presentarse en el premio?

Mi compañero en este proyecto vio la convocatoria y me dijo de anotarnos. Llenamos los formularios y al mes, más o menos, nos avisaron que formábamos parte de los finalistas. 

¿Qué significó para vos?

Estuvo bueno compartir la experiencia de conocer a un montón de emprendedores, empresas, periodistas que se interesaron en nuestro proyecto. Creo que el premio le dio más credibilidad a la idea, tenemos un respaldo. Si no, todo se torna mucho más complicado.

¿Qué perspectivas tienen para este año?

Ahora estamos trabajando con esta empresa de Córdoba y la idea es agregar otras. Que Threlix crezca y poder abarcar todas las áreas.

Prácticas preprofesionales de Diseño Industrial

Estefanía Fondevilla Sancet es coordinadora del Área de Investigación del Departamento de Humanidades y Artes de nuestra universidad, y docente de la materia de Prácticas Preprofesionales. Junto a ella, analizamos la importancia de este espacio curricular, donde los estudiantes logran concretar sus propios proyectos.

“Desde la asignatura proponemos dos opciones. Una es la de realizar productos que sirvan para necesidades institucionales y la otra es la de ejecutar una idea desde cero. Entonces, en la primera clase trabajamos mucho en torno a las preguntas ‘¿qué querés hacer?’, ‘¿cómo te imaginás desarrollándote como un futuro profesional?’. Algunos plantean un emprendimiento, otros un estudio de diseño o una consultoría. Hay casos más complejos, por ejemplo, como el de insertarse en alguna fábrica o un ámbito laboral muy específico. A partir del primer día empezamos a darle forma a ese sueño, los guiamos desde lo básico, que sería, por ejemplo, cómo generar su marca, la imagen corporativa, hasta la parte financiera y ver qué elementos de trabajo se necesitan, programas de computación, etc.”, cuenta Fodevilla Sancet.

¿Cómo fue el trabajo con Threlix?

El objetivo del proyecto nació con la idea de brindar una consultoría sistemática a pymes de la región y colaborar para que puedan ser más competitivas frente a otras empresas locales e internacionales. Entonces, empezamos a trabajar en llevarlo a la realidad y en equivocarnos para entender cuáles son los límites, qué tipo de otras profesiones se necesitan para consultar y, así, empezar a trabajar en forma multidisciplinar.

Ignacio y Mariano hicieron consultorías con diferentes empresas y con eso empezaron a ir desenmarañando ese mundo. Armaron protocolos de organización porque cada pyme viene con un problema diferente, y así fueron personalizando la forma de abordar el problema que cada firma necesitaba. Cuando más o menos se cerró el proyecto, se comenzó a implementar en otras firmas y ahí fue cuando llegó a estar consolidado.

¿Cómo viviste la premiación?

La verdad que cuando Ignacio me comenta, junto con Mariano, que se había presentado y había quedado preseleccionado fue una alegría enorme, porque uno lo que busca es eso, que estos proyectos trasciendan el aula y se hagan realidad, en forma de emprendimientos, en forma de consultoras, etc.

Nosotros siempre les decimos que se presenten a un montón de premios, no solo a este, los motivamos y los preparamos, y de alguna manera los “coacheamos” para que se presenten en distintos certámenes. Queremos que se lancen al mundo de alguna manera, exponiéndose a ese tipo de certámenes porque justamente una de las cuestiones más importantes tiene que ver con con las oportunidades, que son tan necesarias. 

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