“La mejor escultura callejera que he visto —dice un hombre joven mientras le toma decenas de fotos—. Por el homenaje y por la estética”. Es uno de los tantos caminantes que se detienen en Vera y avenida Corrientes, en el barrio porteño de Villa Crespo, a disfrutar de Favio y la musa: la obra que, después de largos años de trabajo, se inauguró el 29 de marzo pasado. Su creador es Eric Dawidson, videasta, director de cine y escultor, y su promotora la DAC —Directores Argentinos Cinematográficos—, la asociación que nuclea a los directores cinematográficos y audiovisuales del país.

Para conocer más sobre Favio y sobre los caminos que llevaron a este homenaje a uno de los más grandes artistas populares argentinos —con un bonus track sobre la actualidad del cine nacional—, charlamos con el director y guionista Carlos Galettini, presidente de la DAC.

¿Cómo fue el proceso para llegar a Favio y la musa?

La idea surgió de Eric Dawidson, un director de videoclips y películas muy conocido, que trabaja mucho, y que además es escultor. Nosotros queríamos cambiar el nombre de la calle Vera y ponerle “Leonardo Favio”: entonces se juntaron las dos cosas. Gabriel Arbós, nuestro secretario de Acción Social, se encontró con Eric y ahí surgió la idea de hacer esta escultura para la calle. Eric es un gran admirador de Favio, además sus padres le pusieron como segundo nombre “Leonardo” por Leonardo Favio. Ya está aceptado por las comunas el cambio de nombre de la calle Vera —que tiene seis o siete cuadras—, pero tiene que salir la ley y esto va a tardar. La escultura también está aceptada por todas las comunas en forma unánime. Nos dijeron que fue la primera vez que estuvieron todas de acuerdo.

¿Cómo trabajó Dawidson?

Él llamó a los bailarines Hernán Piquín y Natalia Pelayo —los protagonistas de Aniceto, el último film de Favio— para hacer de modelos vivos. Hizo los moldes en impresiones 3D hasta llegar a la estructura final, en plástico. Después se recubrió con una capa de bronce y en el interior se puso un material que sostiene la estructura. Al mirar las fotos me di cuenta de que el color verde de la musa tiene que ver con las plantas: simbólicamente esto es maravilloso, la musa es la naturaleza. Está en todos lados, y cada uno tiene la suya.

¿Cómo es la figura de Favio en la escultura?

Es de color bronce, y tiene todos los atributos de lo que fue su vida; actor, director, cantante, músico. Tiene la guitarra colgada, un rosario, un megáfono de director como el que él tenía —roto—, el pañuelo que siempre usaba. Está parado sobre una lata de película, descalzo, por las películas que hizo utilizando la danza. Todas las artes confluyen en Leonardo Favio. Cuando lo vi dije “qué maravilla”. Hubo una idea inicial donde él estaba en otra actitud, mirando hacia algún lugar. En esta, la definitiva, él está con los ojos cerrados, soñando y escuchando a su musa.

Carlos Galettini, presidente de la DAC

¿Por qué Leonardo Favio?

Favio era único. Él era la cultura popular argentina. Era un gran director y actor, cantaba bien, hacía canciones muy populares… En el acto dije que tiene toda la energía de los hombres del Renacimiento, que no solo eran pintores sino que eran de todo. Además Favio mismo es el peronismo, se jugó toda su vida por el peronismo. Es notable que nadie de los otros partidos tuviera ninguna objeción ni crítica hacia el emplazamiento de la escultura.

¿Lo conociste, tuviste relación con él?

Sí, nos queríamos mucho. Era un amoral, en el sentido de que no tenía conciencia del bien y del mal. Fue uno de mis favoritos: para mí los mejores directores argentinos son Pino Solanas y Leonardo Favio. Claro que hay muchos buenos directores, pero los que yo siento en el corazón son ellos dos.

¿Cómo llegó Favio al cine?

Empezó con Torre Nilsson, que le dio una mano muy grande para su primera película. Hizo varias como actor, y cuando empezó a ver cómo era el tema, se mandó Crónica de un niño solo. No cualquiera hace esa primera película sin haber ido a ninguna escuela. Con su vida nomás. Tendría veinte y pico de años… Yo además de admirarlo lo quería mucho, y él me quería mucho también. Él con tal de filmar… “Y bueno —decía—, mi pasión es hacer cine y la plata no la tengo”. No dijo nunca cómo, pero él siempre filmaba.

¿Cuál era su película favorita?

La preferida de él era Soñar soñar, con Carlos Monzón y Gianfranco Pagliaro. Es otra cosa, no tiene lo de las otras. La hizo con dos mangos.

¿Hay réplicas de la escultura de Favio?

Le vamos a regalar a Cristina —Fernández de Kirchner— una de 70 centímetros, es una idea que tuvieron Eric y nuestro secretario de Acción Social. Cristina está enamoradísima de Favio. Uno o dos meses antes de morir, él estuvo en un acto de Cristina y habló maravillas de ella.

Esto excede el tema Favio pero quiero preguntarte cómo ves el cine argentino, hoy.

Creo que estamos en un etapa en la que realmente se puede empezar a construir una industria, porque hasta ahora nunca pudimos.

¿Tampoco en los 40?

Ahí empezó a haber una industria, se vendían las películas, teníamos mercado en toda Latinoamérica, había 15 estudios de cine trabajando. Las películas duraban cuatro meses en los cines, no seis semanas como ahora. Había, sí, una incipiente industria, pero en los 40 empieza a venir el cine americano, cuando empiezan el doblaje y el subtitulado. Los cines argentinos quedaron en poder de los americanos. En realidad si no existiera el Instituto —el INCAA, Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales— tampoco existiría actividad cinematográfica.

¿Por qué ahora podrían cambiar las cosas?

Estamos en un momento en que el mercado es el mundo: se filman series, películas, telenovelas, y va a haber una industria en serio. Una industria donde no se necesite al Instituto porque si no no habría ninguna película; hasta ahora, si no estaban los subsidios, no se podía. Si se hacían más de 30 películas no había lugar para estrenarlas, y se hacían cien. Ahora tenés el mundo: podés hacer hasta 50 películas, series, lo que vos quieras porque tenés un montón de pantallas, podés hacer películas no solo para el cine sino también para las plataformas. Yo creo que es un cambio de paradigma total. Y en la Argentina hay muchos grandes directores y directoras, actrices, actores, escritores, guionistas, todos muy reconocidos en el mundo. Todos muy buenos. Y no son pocos, son muchos.

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