Si hay un pequeño cielo para los ídolos de nuestra cultura popular, el Polaco ocupa desde 1994 uno de sus lugares de honor. Cantor inigualable, decidor de nuestro tango, Roberto Goyeneche fue un artista que se reinventó a cada paso y no pierde vigencia a través de los años. Sobre él y sobre “la película del Polaco” hablamos con Marcelo Goyeneche, director de cine y sobrino del mítico tanguero.
¿Cuál es tu parentesco con el Polaco?
Él era primo hermano de mi abuelo. Lo conocí cuando yo era chico. Muchos domingos venía a comer las pastas en la casa de mis abuelos paternos: lo que siempre recuerdo es que en algún momento del almuerzo los adultos le pedían que cantara. La verdad es que para mí, en ese tiempo, era un viejo que cantaba y era un desastre. Pero mientras él cantaba nos íbamos a jugar al patio con mi hermano y con mis primos, era el momento en que los adultos no nos vigilaban, entonces mi recuerdo de él es ese: que el Polaco me hacía zafar para ir a jugar un rato. Después las familias no se frecuentaron más, y yo me volví a conectar ya con su figura cuando empecé a escuchar el tango y me empezaron a pasar cosas con la música y sobre todo con él. Goyeneche tenía una frase: “¿No te gusta el tango? Esperá, dale tiempo que en algún momento va a llegar”. Y a mí me llegó a los 20 y pico de años, cuando él ya había muerto.
¿Sabés cómo empezó a cantar?
Venía de una familia de músicos: el padre era músico, pero fundamentalmente el tío, un compositor importante. El Polaco tenía una voz impresionante, para la película descubrimos su primera grabación y no se puede creer lo que era este tipo cantando. Pero la madre no quería que cantara porque el padre y el tío habían muerto jóvenes, así que él se escapaba: comenzó a cantar en los clubes de barrio y ganó un concurso en el Club Federal para tocar con la orquesta de Kaplún. Mientras tanto era colectivero de muchas líneas de colectivo: hacía las rondas nocturnas y siempre estaba cantando. Una noche lo escucha Justo José Otero, el representante de Salgán, quien se le acerca y lo invita a probarse con la orquesta. Él creyó que Otero lo estaba cargando, pero fue y a partir de esa prueba quedó en la orquesta permanente de Horacio Salgán.
¿Siempre tuvo esa modalidad tan personal de interpretar el tango, de decirlo?
Creo que eso lo fue construyendo con el tiempo. Siempre el Polaco se fue reinventando, fue muy inteligente en eso. Dependiendo del caudal de voz, dependiendo de sus limitaciones él siempre supo cómo posicionarse. Esa modalidad empieza a surgir y sobre todo a tener preponderancia desde fines de los 70, cuando es operado de las cuerdas vocales. A partir de ahí empieza a frasear y a ser ese decidor que gusta a tanta gente. En todas las etapas hay un Polaco distinto: al comienzo es un cantor excepcional y de a poco se va convirtiendo en este decidor. Esa fue la gran virtud que tuvo, saber ubicarse en el momento en que él estaba para poder dar lo mejor que tenía.
Los rockeros siempre lo respetaron. ¿Por qué pensás que es así?
El tipo tendía puentes, era muy abierto. Él escuchaba música y escuchaba de todo. Era fanático de los Beatles, de los Rolling Stones: escuchaba desde los Rolling hasta música clásica, era fanático de Tchaicovsky, le gustaba mucho Tony Bennet. Era muy amplio, sabía escuchar y entendía, y veía también en el rock argentino de los 70 una nueva expresión muy ligada a la historia del tango. Esas mismas vicisitudes que pasaron los tangueros las pasaron los rockeros. Y yo creo que él es el primero que entiende bien que son del mismo palo.
Ahora es más usual trascender los géneros musicales, pero en los 70 no era tan así.
Tengo algunas grabaciones del Polaco que están incluidas en la película, donde habla de esto. Todo el tiempo querían confrontar al tango con el rock, esa cuestión medio argentina de “o sos de River o sos de Boca”. Uno de los ejemplos más importantes de su amplitud es cuando graba Balada para un loco. Hoy podés decir “Piazzolla es un genio”, pero en esa época Piazzolla era un terrorista para los tangueros ortodoxos. Imaginate que en el 69 el Polaco ya tenía su carrera consolidada, sin embargo dice “este tema va a ser un clásico” y va y lo graba en una versión extraordinaria, sabiendo que mucha gente le va a decir “cómo te metés con Piazzolla”. Ahí demuestra los pocos prejuicios que tenía a la hora de juntarse con un rockero o con Piazzolla o con quien fuere, mientras se sintiera cómodo.
¿Cómo es “la película del Polaco”?
Esta película estuvo latente durante mucho tiempo, y creo que me esperó a mí hasta sentirme seguro de encarar y de abordar una leyenda como él. En 2019 me empecé a juntar con sus hijos y con Luisa, su viuda, y en un momento nos dijimos que íbamos a hacerla, se cumplían 25 años de la muerte de Goyeneche. Les propuse a Roberto, el hijo mayor, y a Luisa, hacer una convocatoria pública pidiéndole a la gente que compartiera lo que tuviera sobre él: fotos, videos, grabaciones, lo que fuera. Entre todo el material que me mandaron —la convocatoria tuvo muy buena repercusión— me escribió el poeta Jorge Boccanera para ofrecerme el cassette de la entrevista que le había hecho en el 88 en el bar San Quintín, donde paraba el Polaco, para la revista Crisis. Esa entrevista es una joya. Una hora y media en que el Polaco, super relajado, habla de su vida, de la música, del tango. Terminó siendo el hilo conductor de la película, así que es “Goyeneche x Goyeneche”: él contando su vida. Yo quería abordarlo desde ese lugar más que desde el de otras personas hablando del mito. Ese material tiene algunos pasajes y anécdotas extraordinarias y poco conocidas. Estoy terminando el montaje ahora y en unas semanas iniciaremos la posproducción de sonido e imagen para estrenarla el año que viene. Creo que va a ser una linda película, necesaria en el sentido de que faltaba un homenaje para él. La hice pensando en la gente: el público va a querer ir a escuchar al Polaco, así que me esforcé muchísimo para que esté en la mejor calidad posible, para que estar en la sala y verlo y escucharlo con la tecnología de hoy te mueva un poco la estantería. Esa es la idea: que sea una película para la gente.
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