Entiéndase aquí por “Guerrilla Semiótica” (U. Eco) una forma de lucha, entre miles, contra la manipulación simbólica. Son guerras pequeñas (o guerrilla) con pequeños destacamentos de maniobras independientes, pero programáticas, que entre unas y otras acciones procura debilitar y extenuar al adversario semántico, sintáctico y pragmático (Jakobson). Por “guerrilla” se entiende un método de maniobras de “sentido” rápidas y ligeras, de incursiones súbitas y efectos acumulativos. Semiótica: ciencia de la producción (distribución y consumo) de “sentido”.
“La batalla por la supervivencia del hombre como ser responsable en la Era de la Comunicación no se gana en el lugar de donde parte la comunicación sino en el lugar a donde llega. Si he hablado de guerrilla es porque nos espera un destino paradójico y difícil… precisamente en el momento en que los sistemas de comunicación prevén una sola fuente industrializada y un solo mensaje, que llegaría a una audiencia dispersa por todo el mundo, nosotros deberemos ser capaces de imaginar unos sistemas de comunicación… para discutir el mensaje en su punto de llegada, a la luz de los códigos de llegada, confrontándolos con los códigos de partida.” (Umberto Eco: Para una guerrilla semiológica. La estrategia de la ilusión, Lumen/de la Flor, 1987)
Hemos aprendido que es insuficiente, y contraproducente, descolonizar la economía y la política sin descolonizar las inteligencias. Si los procesos descolonizadores descuidan los territorios del pensamiento, dejan en riesgo su amplitud y profundidad. Se vuelven reversibles. Es crucial la emancipación de la Cultura y la Comunicación con una visión humanista de nuevo género y con una gran variedad de acciones creativas. Entre ellas, la Guerrilla Semiótica o Semiológica.
Es imperativo ético, ineludible, la contribución de las ciencias, las artes y la filosofía… en la descolonización de las mentalidades. Toda forma de manipulación simbólica exige respuestas educativas al servicio del pensamiento popular decidido a organizar y transformar al mundo. Una guerrilla semiótica requiere de acción emancipadora y multiplicadora en los territorios más invisibles de la conciencia. Emancipación. Cada quien debe asumir su responsabilidad y su trinchera en la guerrilla semiótica. Desmontar el diccionario del engaño con que nos han derrotado más que por la fuerza. Tarea urgente.
“Hay que estudiar cuáles pueden ser las formas de esta guerrilla cultural. Probablemente, en la interrelación de los diversos medios de comunicación, podrá emplearse un medio para comunicar una serie de juicios sobre otro medio. Esto es lo que en cierta medida hace, por ejemplo, un periódico cuando critica una transmisión de televisión.” (Umberto Eco. Op. Cit.)
No se requiere un gran esfuerzo para identificar al colonialismo mental en sus formas más abigarradas y vigentes. Basta y sobra con ingresar a sus contradicciones y aparecerá la manipulación simbólica que exhala sus argumentos clasistas, racistas, xenófobos y autoritarios. Todo ello con tonito didáctico y cierta benevolencia dulzona y cursi, propia de aquellos que se compadecen de los seres inferiores y los conducen con “mano firme”, y generosa, por el sendero de sus “razonamientos” univalentes. Y los propagan por todos sus “medios”. Podríamos desarrollar un inventario de contradicciones, “fisuras” y “grietas” del capitalismo, medidas por antigüedad, espesor, profundidad y vulnerabilidad. Podríamos recorrer las experiencias exitosas y repetirlas, perfeccionándolas. Podríamos, incluso, organizarnos con un solo plan multiplicado por miles de frentes para atenazar a las matrices ideológicas con una pinza de crítica aguda, científica, popular y revolucionaria. Nuestro deber es trabajar en el corazón de las contradicciones.
Porque manipulan todo resquicio simbólico, se lo adueñan, atacan, desnaturalizan y mercantilizan las “pulsiones” humanas más básicas, dispuestos a dar por verdad categórica los eslóganes que fabrican a pedido, según la ubicuidad y la velocidad que requieran contra la voluntad popular. Y a fuerza de repetir las ráfagas de sus máquinas de guerra ideológica, la manipulación simbólica nos queda tatuada, de una generación a otra, mientras secuestran instituciones, academias y organizaciones donde se hacen acompañar por trotamundos demagogos financiados para la enajenación rentable. Algunos ostentan títulos académicos y se premian entre sí y con frecuencia. “El universo de la comunicación tecnológica sería entonces atravesado por grupos de guerrilleros de la comunicación, que reintroducirían una dimensión crítica en la recepción pasiva.” (Umberto Eco. Op. Cit.)
Uno reconoce a la manipulación simbólica porque la mira manotear, desesperadamente, cualquier sofisma útil para sus aberraciones. Uno la ve a sus anchas en el reino de las verdades autoconferidas, uno sabe que no acepta ni un milímetro de autocrítica y menos aún la posibilidad de pensar cómo piensan “los otros”. La manipulación simbólica impone sus consignas más escleróticas y dará la vida por defender sus canalladas y sus torpezas. Se funda en la seguridad de sí misma, en la “superioridad” de sus “certezas”. Como si no conociesen la duda, decía Borges. Derrocha “imperativos categóricos” confiada en vencer al oponente a fuerza de imponerle necedades histriónicas como metralla de indignidades.
Con la manipulación simbólica, la esclavitud de conciencias se infiltra en la cabeza de las víctimas y suele producir engendros ideológicos patéticos. Produce, por ejemplo, conductas reverenciales prefabricadas para anestesiar la realidad propia en contextos y épocas muy diversos. Las víctimas aprenden las reglas del opresor: todo para insertarnos sus preceptos y sus egos infectados de mediocridad leguleya. De eso viven las palestras y las trincheras de la manipulación simbólica y de eso aprenden mucho (a sabiendas o no) sus discípulos. Son ejércitos de la ideología de la clase dominante en acción cotidiana. Metidos aquí y allá, infiltrados en los medios y en los modos. Todos van armados, y armadas, con espadas lenguaraces convencidos de que deben convencernos; imponernos su autoritarismo de egos y vendernos su mediocridad maquillada como si fuese un logro civilizatorio. “Cuando el poder económico pasa de quienes poseen los medios de producción a quienes tienen los medios de información, que pueden determinar el control de los medios de producción, hasta el problema de la alienación cambia de significado”. (Umberto Eco. Op. Cit.)
Nosotros proponemos la “contracultura” propia de una Guerrilla Semiótica de acción directa, por todos los medios y los modos a nuestro alcance, para producir los anticuerpos culturales indispensables que exterminen, en plazos cortos, las influencias tóxicas del colonialismo económico, político y mental perfeccionado para manipular y esclavizar conciencias. Al pie de la letra, palabra por palabra. Una Guerrilla que se produce frente a los noticieros, frente a los vicios y las taras, frente a la vida cotidiana y en los lugares más inesperados. Cada vez que ellos quieren usurpar la palabra “libertad”, “justicia”, “democracia”… para que signifiquen todo lo que nos son, opera la Guerrilla Semiótica que le devuelve al pueblo su propiedad histórica indiscutible sobre esos conceptos basados en sus propias luchas. Y además de las “vacunas culturales emancipadoras”, necesitamos organizar las ideas y los valores producidos en las luchas sociales para liberarnos de la explotación, de todas las pandemias de los anti-valores que nos acomplejan, que nos excluyen, estigmatizan… Guerrilla semiótica contra las humillaciones y contra la estulticia.
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