Con el objetivo de impulsar herramientas no punitivas para la erradicación de la violencia de género y de brindar un abordaje integral, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires lanzó la línea telefónica “Hablemos” (221-602-4003) destinada a varones que ejercen o ejercieron violencia de género.

En diálogo con Viento Sur, Ariel Sánchez -director de Promoción de Masculinidades para la Igualdad del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual bonaerense- explica los alcances de la medida que busca «transformar las prácticas».

¿Qué objetivos tiene la línea? 

Los espacios de contención a varones son grupales y funcionan en los municipios. En el actual escenario de pandemia, muchos tuvieron que discontinuar sus encuentros presenciales y en varias comunas directamente no existen. La línea, entonces, intenta reforzar esa tarea y dar una primera escucha, un seguimiento y una derivación, que no implica necesariamente atención y abordaje. Se reciben llamadas espontáneas y derivadas, y se parte del supuesto de que se pueden repensar las prácticas. Hay una demanda real de quienes trabajan día a día en los barrios o en las organizaciones, que se dan cuenta de que en muchos casos resuelven una situación concreta, pero después entra otra denuncia sobre la misma persona pero, por ejemplo, con otra pareja. Entonces ahí es fundamental desarrollar este tipo de estrategias.

¿Quiénes pueden realizar las derivaciones?

Muchas son de los juzgados. Hay un montón de varones que tuvieron un oficio con esa derivación y siguen negando la situación, entonces son una bomba de tiempo. Lo que más cuesta es que la persona reconozca que es el ejecutor de ese hecho por el que fue denunciado. Generalmente hay minimización, cree que todo el mundo está en su contra, no hay reconocimiento. Los varones tienen que responsabilizarse y darse cuenta del ejercicio de violencia cotidiano más allá de que sean o no denunciados. Hace unos años era más difícil trabajar con ellos porque había muchas resistencias. Pero en la medida en que se arma una estructura con un abordaje integral, está más legitimizado y en todo caso no estás trabajando con los varones, sino con la violencia de género.

¿Qué casos quedan excluidos de la línea?

En la entrevista de admisión hay ciertos criterios de exclusión, porque no todas las personas aplican a esta modalidad. No se trabaja ante hechos concretos de femicidio ni de abuso sexual. Y en esa entrevista, el profesional hace un informe con ciertos rasgos psicopáticos que podrían merecer más un tratamiento o una derivación a salud mental, que un trabajo reflexivo sobre sus prácticas y la masculinidad.

¿Apuntar a los varones es cambiar el paradigma de las políticas de género?

Estos espacios generan mitos o resistencias cuando no llegan a comprenderse. No es un acompañamiento al varón en los términos de cómo se acompaña a una mujer víctima de violencia, sino que lo que se busca es terminar con el ejercicio de la misma. Que sea una estrategia no punitiva no quiere decir que no incluya una responsabilización. La mayoría de los varones no se hace cargo, niegan, minimizan o por el contrario generan más odio o bronca y quieren seguir actuando de la misma manera. Alojarlos en este espacio y construir una escucha que les permita modificar esas prácticas es cortar con eso. Cuando se lee que es un acompañamiento para alguien que fue denunciado se ve como algo aislado, y lo que hay que pensar es que es un abordaje integral de la violencia de género y que el principal objetivo es el de proteger a quien lo denunció. En algún momento hay que trabajar con esas personas, más allá de resolver el hecho puntual.

¿Qué pasa con las mujeres?

Buscamos que cada vez haya menos control y responsabilización sobre ellas. En general una tobillera, una perimetral, un botón antipánico o ciertas recomendaciones terminan recayendo en el control y responsabilidad de las denunciantes, y hay muy poca información o conocimiento sobre lo que está pasando con la persona denunciada. No compite con las medidas cautelares, el trabajo con varones viene a reforzarlas y a transformar las prácticas porque muchas veces las medidas punitivas no alcanzan.

¿Qué otras acciones se llevan adelante desde la Dirección?

Tenemos dos lineamientos. Uno más orientado a pensar los dispositivos y lugares de trabajo para varones que ejercen violencia; y otro que tiene que ver con medidas de prevención y promoción; con el desarrollo de campañas comunicacionales para repensar mandatos de masculinidad hegemónica y desarticular elementos patriarcales que reproducen y sostienen los diferentes tipos de violencias; y con el seguimiento de los procesos educativos a través de programas de formación para que se incluya en la medidas de promoción y en los municipios. Hay que generar nuevos escenarios para que ya no existan espacios como la línea.

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