Las cooperativas, las mutuales, las empresas recuperadas transformadas en cooperativas, los clubes sociales y todo lo que genera asociativismo con el fin de producir, desarrollar actividades sociales y culturales integran la Economía Social. En la actualidad, hay poco más de diez mil cooperativas y mutuales que son parte del entramado productivo del país y además generan empleo a quienes las integran.

Las asociaciones que sobrevivieron estos últimos cuatro años al incremento desigual de los servicios (luz, gas y agua) venían golpeadas por políticas como estas cuando empezó el 2020 y en marzo, por el avance de la pandemia y las medidas de prevención adoptadas por el Estado Nacional (ASPO), muchas interrumpieron su funcionamiento. La pregunta que surge en este escenario tan complejo es: ¿qué rol podrían tener las entidades de la Economía Social y cómo podrían contribuir a la recomposición social cuando pase la pandemia?

En esta entrevista Patricio Narodowsky (PN), docente de la Especialización en Economía Social de la UNLa con una amplia trayectoria en el tema, y Santiago González Arzac (SGA), director de este posgrado, analizan las posibilidades.

¿Cómo definís a la Economía Social?

PN:En mis trabajos prefiero usar el concepto “Economía Popular” (EP), lo uso en el sentido de la economía de los sectores vulnerables, de los sectores pobres. En general es una actividad basada en la economía doméstica de bajo capital, por lo tanto tiene escasez de tierra, de instrumentos de trabajo, de herramientas, problemas de crédito, incluso en muchos casos problemas para adquirir conocimientos. La actividad que realizan quienes se dedican a la EP es sin un patrón y la recompensa permite garantizar solo los niveles mínimos de supervivencia.

Uso el concepto de “Economía Social” (ES) cuando la Economía Popular se organiza, se transforma en un proyecto, en la mayoría de los casos micro o territorial, no en un proyecto político necesariamente, pero sí formalizado, apoyado o no por el gobierno. Estos proyectos con frecuencia son colectivos. Por lo tanto la EP es una economía tradicional, permanente, y la ES requiere de una organización, de un conjunto de voluntades, entre otras cosas.

Entiendo que hay definiciones más amplias de ES y de EP que involucran a sectores medios que también trabajan sin patrón y en forma colectiva, pero no permiten tener un nivel de competitividad como es el requerido por el mercado. Sin embargo en términos cuantitativos adquieren otras posibilidades que en la definición que utilizo habitualmente.

¿Con qué panorama se encontraba la Economía Social (ES) antes de que empezara la pandemia?

SGA: La situación de la ES antes de la pandemia ya era bastante delicada. En los últimos años el sector de la ES fue una víctima más de las políticas neoliberales del gobierno de Cambiemos. Un dato elocuente es que si analizamos la cantidad de cooperativas entre el 2015 y el 2020 vemos que fueron tantas las cancelaciones de matrículas que pasaron de veinte mil a diez mil quinientas. Una reducción a la mitad, esto muestra a un sector muy precarizado. Otra cosa que pasa es que nunca se vio a la ES como motor de la economía ni se valoraron sus principios solidarios, de hecho se la quiso apartar de sectores como la provisión de la energía, la producción de alimentos. En esas visiones es tan profunda la convicción sobre las bondades de la competencia capitalista tradicional que se menosprecia cualquier otra forma de asociatividad.

¿Cuál es el modelo que predomina entonces?

SGA: El modelo de emprendedor en esas visiones neoliberales es el de un sujeto que es un joven profesional del sector tecnológico que inicia su empresa. Es un emprendedor que está en el centro del discurso muy vinculado al sector tecnológico, la verdad está muy alejado de la realidad de los emprendimientos colectivos y solidarios de la Economía Social.

¿En qué otros aspectos se perjudicó o se dejó de lado a la ES con la profundización de las políticas neoliberales?

SGA: Otro ejemplo de ese período fue la escasa atención hacia el rol social de los clubes de barrio, de las bibliotecas, de las asociaciones de fomento. Con la suba de tarifas han sido sectores muy olvidados y por la crisis económica en general, lo que siempre vemos y en general en la concepción liberallas subjetividades y las concepciones sociales donde anidan valores éticos y solidarios se desvanecen en favor del agente económico maximizador; ese agente económico debe buscar la eficiencia en un mundo que ofrece oportunidades para quienes compitan, de allí que prevalece la confianza desmedida en las actividades privadas antes que en los sectores sociales. Las políticas y los actores sociales son clave en una política inclusiva. Por otro lado el gobierno anterior confiaba desmedidamente en las bondades del mercado y en la supuesta modernización y apertura del mundo tan presente en los discursos. Por supuesto que nada de esto brinda respuestas, lo que el país necesita es un mercado interno robusto y con capacidad exportadora. En ese sentido las entidades de la Economía Social tienen mucho para aportar: hay lugar ahí, sobre todo para las cooperativas.

¿Cómo participa la ES en servicios, economía o trabajo?

SGA: Pensemos que distribuye alrededor del once por ciento de la energía eléctrica, posee importante participación en el mercado de seguros, provee el doce por ciento del agua potable, el diez por ciento del gas envasado, tiene participación en el sistema bancario con el banco Credicoop. Las organizaciones de la ES tienen historia, tienen fortalezas pero la realidad es que en los cuatro años de Cambiemos sufrieron el contexto y la orientación de la política.

Para la ES,¿qué escenario podría venir después de la pandemia?

PN: Si me mantengo en la definición que utilizo habitualmente vamos a estar en presencia de una situación sumamente grave en la pospandemia. Para los trabajadores ha sido imposible estar en donde se desarrolla este tipo de actividad o donde se comercializa: en la calle. Muchos de ellos son cuentapropistas, me refiero a los sectores urbanos fundamentalmente, y esta imposibilidad les ha impedido prácticamente obtener recursos y solo han podido trabajar con la ayuda del Estado. Es cierto que en algunos conglomerados muy precarios el aislamiento se ha producido en el barrio (respecto al afuera del barrio), por lo tanto algún tipo de intercambio dentro del lugar donde habitan hicieron, pero no es el intercambio más prolífico, porque en general son sectores con poca capacidad de demanda. Normalmente estos sectores están integrados por personas que salen para trabajar afuera, a la calle, y esta actividad ha estado dificultada por la necesidad de cuidarse. La mayoría de estas personas han apoyado el aislamiento y lo han transgredido cuando no han tenido más remedio, por necesidades de supervivencia. Si la situación a la salida de la pandemia es grave implicará una ayuda mucho mayor del Estado. En el caso de la Economía Popular es el sujeto que genera la necesidad, que tiene derecho a este apoyo y los sectores de la Economía Social, como yo los interpreto, son los que permiten el trabajo conjunto con el Estado para organizar las ayudas. En la definición más amplia, en la que permite involucrar a sectores medio-bajos y medios, en la que permite trabajar sin patrón en forma individual o colectiva las ayudas pueden ser inferiores porque podrían lograr reactivarse rápidamente con las medidas macro que está pensando el gobierno. Algunos probablemente necesitarán una ayuda focalizada hacia ellos, como es la de la EP, de la versión más limitada pero fundamentalmente han llegado a niveles muy bajos de actividad pero lo que se dice es que han logrado preservar las formas mínimas de trabajo, por lo tanto cuando se tomen algunas medidas de reactivación más macro creo que estos sectores podrán reactivarse rápidamente y serán una fuente importante de empleo.

Tanto para la Economía Popular como para la Economía Social, desde el punto de vista de la actividad, los dos segmentos –y en distintos niveles y con distintas productividades– son atravesados por algunas actividades que el gobierno piensa dinamizar, como la obra pública, pero también a otras actividades que tienen que ver con la construcción individual o colectiva del hábitat en una y otra, en distintas subramas y con distintas formas organizativas y con distintos derrames están los sectores más vulnerables pero también los sectores medios. La construcción va a ser un elemento importante tanto en la EP como en la ES.

En este contexto económico que dejará la pandemia,¿qué rol, qué contribución a la economía y al trabajo podría hacer la ES al país?

SGA: Creo que la actividad productiva en algún momento va a rebotar, el tema es qué tan inflada está la pelota de la economía para que ese rebote sea lo más alto posible y que sea importante. Eso va a depender fundamentalmente de lo que se haya podido lograr en cuanto a preservación del empleo. Tenemos que tener en cuenta que el empleo es fundamental, que el gasto de una persona es la renta de otra persona y que ese círculo hay que alimentarlo desde el Estado.

Hay una oportunidad para las cooperativas productivas y de trabajo de aprovechar el consumo pendiente. Cuando se hablaba de esto, de la capacidad de amortiguar las crisis que tienen las cooperativas o las mutuales donde las pérdidas se mitigan colectivamente, eso es lo que se podría hacer sin despedir trabajadores. En estas organizaciones el impacto colectivo permite soñar con esta recuperación, pero hay otro costado vinculado al interrogante “¿hacia qué economía vamos?” Todo indica que la presencia del Estado va a ser mayor, que algún aspecto de la solidaridad colectiva va a crecer. Las organizaciones de la ES son solidarias en su esencia y jamás abandonan su lugar de pertenencia, no se fugan. La pregunta podría ser ¿es posible ir hacia una economía de equidad aunque se resigne eficiencia en el sentido neoclásico? ¿Deja de ser la productividad la palabra clave de un modelo económico? ¿Vamos a una economía de los trabajadores y trabajadoras donde los objetivos son no acumular capital? Muchos son escépticos respecto a esto, pero puede haber una luz de esperanza en los debates. La ES y solidaria en eso tiene un recorrido firme, por solidaridad, por sus prácticas democráticas en la toma de decisiones, por la colectivización de los beneficios económicos. El resto de las organizaciones de la ES como clubes, ONGs, las bibliotecas, centros de fomento, mutuales, vemos que son llamadas a ser un refugio con compromiso y solidaridad ante la situación que está dejando la pandemia.

¿Qué aporte puede hacer la Universidad para darle mayor impulso a la ES?

SGA: La Universidad, a través de la Especialización en Economía Social, busca formar profesionales capacitados y comprometidos con una forma de participación colectiva y solidaria. De ahí que nuestros contenidos y nuestra visión inviten a un debate que viene con la ES, además de brindar las herramientas administrativas, contables, financieras, comerciales para la gestión de las entidades.

La verdad es que hay un debate importante que se viene respecto a lo económico, probablemente muchos países van a recurrir a mayores impuestos a los sectores de altos ingresos para absorber las pérdidas económicas, en ese contexto no debería haber lugar para la especulación y la fuga de capitales sino que debería haber reinversión de excedentes. El INAES (Instituto Nacional de la Economía Social) ya está trabajando en eso, ha creado un banco de proyectos que consiste en una plataforma electrónica para obtener financiamiento y generar vínculos. Impulsó líneas de crédito desde el Banco Nación, creó mesas municipales desde la asociatividad y otra cosa muy importante fue el paso del INAES al Ministerio de Desarrollo Productivo (antes estaba en Desarrollo Social) porque eso lo coloca dentro del proyecto de desarrollo económico del país.

¿Qué rol puede ocupar la Economía Social en un país con una crisis económica muy profunda después de la salida de la pandemia?

SGA: En el contexto pospandemia la ideas de la Economía Social como tercer motor de la economía cobran más fuerza que nunca. Se abre un panorama de participación ante la crisis, muchas firmas van a quedar en el camino y quizás sean sus trabajadores quienes van a sostenerlas en empresas recuperadas, autogestionadas. Hoy tenemos cerca de 400 empresas recuperadas/autogestionadas en el país, hay un registro del INAES que especifica este número y está entre sus proyectos empezar a trabajar con eso. Hay un debate siempre pendiente en Economía en cuanto a lo que se viene, esto lo plantea José Luis Coraggio, es un debate que debe salir de ámbitos académicos públicos que humanice conductas empresarias y abra el juego a los actores de la ES porque realmente están llamadas a brindar soluciones. Yo no creo en esa frase hecha de que “todo pasa” y que esto también pasará, esa frase no contempla a los sectores más vulnerables y la profundidad de la crisis que se avecina es grave y va a haber que trabajar mucho. A veces se lo plantea como un optimismo basado en los ciclos económicos que por ahí desconoce la situación a priori de las periferias. En Argentina afrontamos la llegada de la pandemia con una cuarentena muy estricta, algo que se discute muy poco, porque arrancamos la cuarentena con una situación crítica de altísima pobreza y desigualdad. Entonces comparar las decisiones que se tomaron en países centrales con las que se toman en países con tanta vulnerabilidad como Argentina puede ser erróneo. No tomamos las decisiones desde el mismo punto de partida, arrancamos la pandemia con el treinta y cinco por ciento de pobreza y una desigualdad que lastima. Una vez superado lo peor de la enfermedad habrá que sentarse a pensar en la economía con todos los sectores representados. En ese sentido los sectores de la ES deben tener un lugar reservado en esa mesa y poner a disposición sus valores y principios y su capacidad de respuesta colectiva y solidaria ante las crisis.

Por supuesto hay mucho por hablar del papel que han tenido las entidades de la ES en esta crisis, por ejemplo las mutuales del sector de la salud que están en la batalla permanente de la enfermedad, el papel que han tenido las cooperativas que fabrican insumos sanitarios, las ONGs y la ayuda solidaria que han tenido, y desde ya rescatar la participación de los movimientos sociales en las resoluciones de los territorios, que conocen las necesidades y que llegan muchas veces adonde el Estado no llega, que están organizados y que trabajan para potenciar la economía popular de los trabajadores, en muchos casos en los emprendimientos productivos.

Los sectores de la Economía Social ¿están reclamando otro protagonismo?

SGA: Una propuesta que está surgiendo desde la ES, para contribuir en esta gran crisis económica que se avecina, es la conformación de una mesa nacional de ES con los Estados nacionales, provinciales y municipales para coordinar todos los esfuerzos y evitar dispendios de esfuerzos cuando se están trabajando políticas similares a distintos niveles.

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