El portal oficial del Estado argentino exhibe un comunicado de la Oficina del Presidente fechado el 5 de febrero pasado, donde informa que “el Presidente Javier Milei ha tomado la decisión de retirar a la República Argentina de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La OMS fue creada en 1948 para coordinar la respuesta ante emergencias sanitarias globales, pero falló en su mayor prueba de fuego: promovió cuarentenas eternas sin sustento científico cuando le tocó combatir la pandemia de COVID-19. (…) Hoy la evidencia indica que las recetas de la OMS no funcionan porque son el resultado de la influencia política, no basadas en la ciencia. Además ha confirmado su inflexibilidad para cambiar su enfoque y, lejos de admitir errores, elige continuar asumiendo competencias que no le corresponden y limitando la soberanía de los países (…)”.
En respuesta a esta pretensión, la Red Argentina de Investigadoras e Investigadores de Salud, RAIIS, emitió un informe que especifica que, si bien el Poder Ejecutivo puede iniciar el proceso de salir de la OMS, la decisión final debe contar con la aprobación del Congreso Nacional, y agrega que el primer ámbito donde estos temas deberían tratarse es el COFESA —Consejo Federal de Salud— que reúne a los ministros de Salud de las 24 jurisdicciones argentinas. “No se debería pensar como una cuestión caprichosa y deberían existir argumentos sólidos para justificar una salida que compromete sanitariamente a nuestro país —expresa la RAIIS—. Debe entenderse que en el mundo globalizado en el que vivimos debe existir una estrategia sanitaria global”.
¿Qué implicaría nuestra salida de la OMS? ¿Qué pasaría en la práctica?
La salida de Argentina de la OMS afectaría la sostenibilidad de programas esenciales para el control de enfermedades. No solo esto: además, nuestro país dejaría de participar en espacios de coordinación internacional en salud, perdería acceso directo a información epidemiológica global en tiempo real, dejaría de aportar información sobre vigilancia epidemiológica generada en laboratorios referencia como el de ANLIS Malbrán, y quedaría fuera de redes de cooperación técnico-científica. Todo esto afectaría las posibilidades de toma de decisión frente a las enfermedades prevalentes y a emergencias sanitarias. Sufriríamos pérdida en la estrategia de costos para adquirir insumos técnicos y farmacológicos, para tratamientos, y para acceso a diagnósticos de las principales enfermedades que impactan a la Argentina.
Al mismo tiempo se dificultaría la articulación de estrategias regionales y globales de salud pública con los países de la región y de todo el mundo, lo que se traduciría en menor capacidad de respuesta y mayores costos para acceder a recursos críticos. Es preciso remarcar que las enfermedades no tienen fronteras, y por esta razón 194 países miembros de la OMS —menos EE.UU. y ahora la Argentina— adhieren a formar parte de la organización y a trabajar de manera articulada.
Si se hace efectivo el retiro, ¿qué podría suceder con los programas actuales contra el dengue, VIH y otras enfermedades, con el acceso a vacunas, y con campañas tales como las de prevención?
Pertenecer a la OMS implica un beneficio bidireccional: las organizaciones internacionales se benefician de nuestros expertos y la Argentina adquiere beneficios para, por ejemplo, garantizar el funcionamiento de programas sanitarios tales como los de dengue, VIH, tuberculosis, Chagas, lepra, etc. Salir de la OMS pone en riesgo la continuidad de estos programas, dificultando el acceso a mecanismos de compra conjunta de insumos esenciales y técnicos, tratamientos, drogas, vacunas y guías actualizadas en salud pública, y hace imposible aplicar a fondos de cooperación internacional.
¿Por qué es importante para la salud de la población, sobre todo alimentaria y nutricional, ser parte de la OMS?
La OMS es el órgano líder en determinantes comerciales de la salud y conflictos de interés sobre la interferencia de las corporaciones industriales de alimentos sobre los programas y políticas públicas nutricionales. Entre otras muchas desventajas, dejar de ser parte es perder una instancia de negociación frente al mercado.
Con respecto al Reglamento Sanitario Internacional (RSI), ¿qué implicaría para la Argentina retirarse de la OMS?
El Reglamento Sanitario Internacional (RSI) es un tratado internacional cuyo objetivo es ayudar a la comunidad global a prevenir la propagación de enfermedades y a responder a emergencias de salud pública. Según el RSI, los países deben notificar a la OMS sobre brotes de enfermedades que puedan impactar en la salud pública internacional. Enfermedades como el ébola, el cólera, la peste, la poliomielitis —entre otras— continúan vigentes pero no presentes en la Argentina, justamente por las políticas sanitarias llevadas adelante, la vacunación y la cooperación internacional. Por ejemplo, Perú es uno de los países en donde se continúan produciendo brotes de Yersinia pestis: si la Argentina se retira de la OMS, perdería la obligación y el mecanismo formal para reportar y recibir información sobre estas enfermedades.
¿En qué beneficia a la Argentina formar parte de la OMS?
Nos permite participar en la toma de decisiones globales en materia de salud, acceder a cooperación técnica y científica, recibir apoyo en situaciones de emergencia sanitaria y beneficiarse de mecanismos internacionales de financiamiento y compras de medicamentos y vacunas a precios accesibles. Estar dentro de la OMS fortalece la capacidad del país para responder de manera coordinada a amenazas sanitarias regionales. No olvidemos que tanto los patógenos, como las emergencias ambientales, no entienden de fronteras. Ser parte de la OMS garantiza poder trabajar mancomunadamente entre los Estados Miembro. El argumento de que la OMS intercede en la soberanía sanitaria de un país no es válido, ya que cada país es autónomo en este tipo de decisiones y de ninguna manera la OMS impone medidas sanitarias, sino que provee recomendaciones basadas en la evidencia científica.
¿Argentina paga por formar parte de la OMS? ¿Cómo son los mecanismos de financiamiento?
Todos los países (Estados Miembro) que conforman las organizaciones internacionales realizan contribuciones financieras obligatorias. Estos aportes se calculan en función de la capacidad económica de cada país, y forman parte del presupuesto regular de la organización. En términos concretos, la relación financiera es favorable para nuestro país dado que recibe más de lo que aporta, pero principalmente porque accede a información clave que nos permite tomar decisiones sanitarias.
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