El año 2020 seguramente será recordado por mucho tiempo y estudiado en todo el mundo, cuando se reconstruya la historia de la educación en este siglo.

En nuestro país, a partir de la situación excepcional vivida por las universidades nacionales con la suspensión de clases presenciales producto de la pandemia de COVID-19, se ha trabajado en la construcción colectiva de alternativas para garantizar el funcionamiento de la institución universitaria en todo el país y desarrollar la continuidad pedagógica del ciclo lectivo.

Desde las áreas de Educación a distancia de las universidades nacionales, y apelando a las posibilidades que brinda la educación mediada por tecnologías, se ha propuesto a la comunidad educativa el desarrollo de un conjunto de acciones que hemos relevado desde la Red de Universidades de Educación a Distancia (RUEDA) dependiente del Consejo Interuniversitario Nacional.

En todas estas acciones se observó la presencia de elementos comunes: equipos interdisciplinarios armando protocolos, abriendo aulas virtuales y fortaleciendo los canales de comunicación con docentes y estudiantes. Todas las instituciones consultadas indican que crearon aulas virtuales, produjeron contenidos digitales y realizaron capacitaciones docentes. Los formatos que pudieron observarse en las capacitaciones incluyeron Webinars, videoconferencias, talleres virtuales, asesorías en línea, tutoriales y video tutoriales, mesas de ayuda permanente, foros de discusión, consultorías a demanda, acciones de seguimiento y formulación de diferentes manuales para acompañar las propuestas de tecnología educativa.

Es decir, una amplia gama de actividades tendientes a fortalecer el conocimiento sobre qué significa educar en entornos virtuales, pero sin descuidar las características propias de cada contexto regional.

Estas propuestas se enmarcaron en la definición política de entender la continuidad pedagógica como una forma de hacer efectivo el derecho a la educación, renovando el compromiso universitario para con la Patria, y actualizando la misión social de la universidad como bien público. Si bien las instituciones universitarias públicas argentinas se caracterizan por sus históricos y sostenidos principios de autonomía, cogobierno, libertad de pensamiento y gratuidad, desde la vuelta a la democracia se incorporó explícitamente el valor del compromiso social como una dimensión igualmente trascendente de la vida universitaria, y fuertemente presente en los proyectos institucionales de las universidades del Conurbano creadas desde la década de 1990. Un compromiso con un Conurbano muchas veces despreciado por las élites, pero que permitió ampliar el derecho a la educación superior y lograr que estudien y se gradúen decenas de miles de personas que se transformaron en la primera generación de universitarios y universitarias en sus familias.

Desde el Campus Virtual de la UNLa

A partir del trabajo sostenido que nuestro equipo ha compartido en 2020, queremos proponer algunas reflexiones que sean un aporte al proyecto institucional y a la consolidación y defensa de los valores que el mismo representa. 

En primer lugar, queremos capitalizar la experiencia 2020 como un aprendizaje institucional. Aludiendo a Peter Senge en su clásico libro La quinta disciplina, las organizaciones que perduran son las que aprenden a gestionar los cambios que les impone la coyuntura. Así, tendremos que escribir la experiencia, sistematizarla, incluirla en nuestra planificación estratégica.

Es decir, documentar los cambios pedagógicos introducidos a partir del mayor uso de la tecnología educativa y sus impactos, para gestionar mejor este dinámico proceso.

En segundo lugar, en esta documentación nos proponemos revisar el concepto de ubicuidad: la idea de que se aprende en todo tiempo y lugar.

En mayo de 2020, la IESALC/UNESCO publicó un informe denominado COVID-19 y educación superior: De los efectos inmediatos al día después, del que queremos rescatar una anécdota sobre el cierre de la Universidad de Cambridge en 1665 para ilustrar esta idea:

“Desde su fundación, las universidades, como cualquier otra institución social, han tenido que enfrentarse a epidemias devastadoras que han impactado en su funcionamiento cotidiano. Y han sobrevivido y continuado con su misión aun con las puertas cerradas. En 1665, la Universidad de Cambridge cerró por causa de una epidemia de peste negra que azotó Inglaterra. Isaac Newton tuvo que volver a Woolsthorpe Manor, su hogar. Un día, sentado en el jardín, vio caer una manzana que le inspiró para formular su teoría de la gravitación universal o, por lo menos, así se lo contó a su biógrafo.

La moraleja de esta historia es que, por mucho que haya que cerrar las puertas de las instituciones de educación superior, las actividades académicas continúan allí donde hay espíritus comprometidos con la ciencia y la formación y, a veces, con sorprendentes resultados. Por cierto, la Universidad de Cambridge ha vuelto a cerrar sus puertas ahora en 2020, por segunda vez en su historia.”

Reflexionar en qué tiempo y lugar se produce el hecho pedagógico de enseñar y aprender, en especial en el contexto remoto de pandemia en el que debimos suspender la presencialidad, implica encuadrar esta reflexión en una de las ideas fuerza que le da sentido al proyecto institucional de la UNLa: la exclaustración. Cobra fuerza la propuesta de que, frente a la “universidad claustro”, las instituciones deben “exclaustrarse”.

Nuestra Rectora ha propuesto a la comunidad educativa de la UNLa desde su fundación un modelo de universidad “ciudad del conocimiento”, una institución de educación superior que no monopoliza el saber, sino que articula a los productores del saber de la comunidad de la que forma parte y, por lo tanto, un modelo en el que la comunidad es la currícula.

En ese proceso de exclaustración, y atendiendo a la idea de ubicuidad, en el Campus Virtual entendemos que el desafío del uso intensivo de la tecnología educativa debe ser para acompañar la construcción de un modelo de enseñanza universitaria más flexible, que nos permita pensar la transformación de prácticas consuetudinarias e instale cambios organizacionales y culturales hacia un sistema mixto, bimodal, híbrido entre presencialidad y virtualidad, pero evitando los reduccionismos tecnológicos y proponiendo una apropiación crítica de la tecnología disponible.

Este marco conceptual estuvo presente en el momento de elaboración de nuestro Sistema Institucional de Educación a Distancia (SIED), una normativa consensuada institucionalmente en 2018, que permitió sostener las acciones transversales que desarrollamos desde el Campus Virtual en este contexto de educación remota.

Es en este sentido que queremos aportar, en nuestras propuestas de capacitación y de asesoramiento en la virtualización a docentes y estudiantes, una mirada del uso de la tecnología educativa que impulse una transformación digital que no sea un “canto de sirenas”, sino que se ponga al servicio del proyecto institucional.

Consideramos este momento histórico una oportunidad para reforzar nuestra propuesta educativa en el convencimiento que innovar es también afianzarse en la identidad.

Cuando en 2019, al cumplir diez años nuestro Campus Virtual, denominamos “Rolando García” a nuestro espacio de taller, lo hicimos en el convencimiento de sus ideas sobre el rol de la universidad, que debe estar al servicio del pueblo y de la Nación. La postura epistemológica y política de Rolando García nos permitió pensar la relación entre tecnología y pedagogía ya que, como institución universitaria, entendemos que toda utilización de las herramientas y recursos tecnológicos deben estar al servicio de un modelo pedagógico y un proyecto institucional que le dé sentido a la educación universitaria.  

Tecnología al servicio del proyecto institucional

En tercer lugar, si bien no estamos seguros de la duración de esta situación excepcional, nos permitimos adelantar algunas cuestiones que ponemos a consideración como aporte a la consolidación de nuestro modelo institucional en los próximos años, y que se transforman en verdaderos desafíos en la sociedad del conocimiento en este siglo:

  • Asegurar el derecho a la educación superior de todas las personas en un marco de igualdad de oportunidades y de no-discriminación.
  • No dejar a ningún/a estudiante atrás, en línea con el propósito principal de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Es verdad que esta situación impacta de distinta manera a los diferentes perfiles de estudiantes, pero profundiza las desigualdades existentes y genera otras nuevas. En este sentido, hay que definir estrategias para disminuir las brechas digitales tanto de acceso como de uso de la tecnología.
  • Descolonizar la tecnología, para no correr el riesgo, como bien señala Boaventura de Sousa Santos, de mercantilizar la universidad. Este es un contexto en el que está emergiendo con gran fuerza el mercado transnacional de la educación superior y universitaria, en un proceso de globalización neoliberal de la universidad en el que la educación a distancia es vista, por muchas instituciones, como una oportunidad de mercado.

En definitiva, desde el Campus Virtual apostamos a la democratización del conocimiento y la enseñanza con calidad. Vemos este momento como una oportunidad para repensar y, en la medida de lo posible, rediseñar los procesos de enseñanza y aprendizaje, sacando partido de las lecciones del uso intensivo de la tecnología y generando estrategias que no confíen solo en una única tecnología, sino que combinen varias para garantizar que se llega a todos los estudiantes: o, lo que es tanto o más importante, que las soluciones tecnológicas no perjudican a quienes ya parten de una situación de desventaja.

Por último, creemos que este año 2021 es una oportunidad para releer a Paulo Freire a 100 años de su nacimiento. Los conceptos de Freire son desafiantes en el entorno virtual.

En estos nuevos escenarios, sus lecturas nos recuerdan que la ciencia y la tecnología en la sociedad deseada deben contribuir a la liberación humana en la historia, y nos invitan a apostar a la construcción de una sociedad más democrática, más justa, más libre y más autónoma a través de la educación.


*Texto basado en las reflexiones compartidas en la jornada de cierre 2020 del programa “Formarnos”, el 26 de noviembre de 2020.

Garbarini es directora del Campus Virtual de la UNLa. Docente-investigadora del Departamento de Planificación y Políticas Públicas. Coordinadora nacional de RUEDA-CIN.

Quiroga es directora de la Lic.en Gestión Ambiental Urbana. Docente-investigadora del Departamento de Desarrollo Productivo y Tecnológico. Coordinadora nacional de RUEDA-CIN.

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