La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró a 2025 como el “Año Internacional de la Conservación de los Glaciares” y, en esa línea, proclamó al 21 de marzo como el “Día Mundial de los Glaciares”, con el objetivo de «sensibilizar sobre el papel fundamental de los glaciares, la nieve y el hielo en el sistema climático y el ciclo hidrológico” y su impacto en las actividades económicas, sociales y medioambientales.
Los glaciares proporcionan agua dulce a más de 2 mil millones de personas en todo el mundo, quienes dependen de la nieve y el hielo de las montañas para desarrollar actividades como la agricultura y la industria, generar energía, acceder al agua potable y mantener el ecosistema. Sin embargo, el cambio climático está provocando un deshielo acelerado de los glaciares, hecho que podría acarrear inundaciones, sequías, avalanchas y la falta de abastecimiento de agua para la población.
“La declaración señala el estado de emergencia en el que están no solo los glaciares, sino todo nuestro sistema climático. Estamos muy cerca de sobrepasar en algunos lugares lo que se conoce como los puntos de inflexión del sistema climático, y eso básicamente lo que genera es que el ambiente y el clima al que estamos acostumbrados van a cambiar, se va a formar un nuevo estado que no es lo que conocemos”, asegura Lucas Ruiz, Doctor en Ciencias Geológicas de la UBA e investigador independiente del Conicet.
¿Qué consecuencias trae el deshielo para nuestro país?
Depende muy particularmente de qué tipo de glaciares estamos hablando y dónde están ubicados. En lugares poblados, la pérdida de masa de los glaciares genera una menor resiliencia, podemos decir, a las sequías.
Los glaciares son una reserva de agua que justamente funciona mitigando el efecto de las sequías, porque básicamente el glaciar se derrite más durante esos períodos y entonces los ríos se pueden suplir de ese derretimiento extra. Lamentablemente, la pérdida de glaciares hace que esa reserva de agua disminuya y entonces justamente la resiliencia a los eventos de sequía disminuye también.
Por otro lado, hay consecuencias como la inestabilidad de las laderas o el crecimiento de pequeños o, a veces, grandes lagos en zonas muy inestables, que pueden desencadenar aluviones y ser potencialmente peligrosos para las poblaciones que viven debajo de los glaciares.
El derretimiento de los grandes glaciares, como los que están en el país, es además uno de los principales contribuyentes al aumento del nivel del mar. Nosotros tenemos grandes glaciares en la Patagonia, en el Campo de Hielo Sur, pero también hay en otras regiones del mundo, como Alaska, el Ártico, y la misma Antártida. El derretimiento de estos glaciares serán una las principales causas del aumento del nivel del mar en las próximas décadas.
¿Qué rol deberían cumplir los gobiernos?
Lo que tenemos que atacar es justamente el problema del cambio climático, que tiene múltiples aristas, y en el que debe actuar toda la sociedad en su conjunto.
No obstante, los gobiernos tienen un rol fundamental en la coordinación y en el sostén, podríamos decir, de esas políticas, porque deben proponer soluciones y acciones concretas para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarnos al cambio que se viene.
Lo que ha pasado, lamentablemente, con los últimos eventos extremos climáticos es que han sido devastadores para muchas ciudades y eso nos obliga a repensar un montón de cuestiones que de vuelta no solo involucran al gobierno, pero que son las que deberíamos estar discutiendo hoy en día en Argentina.
¿Cómo afecta la actividad minera a la conservación de los glaciares?
En general, se hace mucho foco en la minería porque, obviamente, es una de las actividades que se desarrolla en la alta cordillera y eso puede generar impactos negativos sobre los glaciares. Pero hay múltiples actividades humanas que están afectando directamente a los glaciares y una de ellas son los incendios forestales intencionales que ocurren, por ejemplo, en la Patagonia tanto argentina como chilena.
Es un tema muy complejo, pero tanto la minería como cualquier otra actividad que se desarrolla en los glaciares puede afectarlos de diferentes de manera, por ejemplo, a través del depósito de polvo u hollín —esto lo digo por los incendios— que hace que el hielo se derrita más rápido; o el tránsito de camiones; o una voladura para construir un camino; o la instalación de un centro de esquí. Todo esto puede afectar al glaciar, entonces, hay que evaluar el impacto.
Este año se cumplen 15 años de la sanción de Ley Nacional de Glaciares, ¿considerás que es suficiente para la preservación o se necesita más legislación?
Por suerte, es una ley que sigue vigente, a pesar de que dentro del paquete de la Ley Ómnibus de (el presidente Javier) Milei estaba tratar su modificación, sin mucho sustento técnico más que el de querer apoyar el desarrollo del país. Por supuesto, no se necesita modificar ninguna norma para fomentar cualquier actividad.
En todos los países hay cada vez más leyes ambientales, más y mejores controles, principalmente porque todo el mundo ya sabe que ningún desarrollo humano es posible si no tenés calidad de agua, calidad de comida, calidad de construcciones, etc. Entonces, cuidar el ambiente, tener un ambiente sano es clave, sobre todo en este contexto de cambio climático donde sabemos que los ambientes naturales son los que nos van a permitir tener mayor resiliencia ante el cambio climático.
La vegetación, el agua limpia y pura, y la buena calidad de aire favorecen el desarrollo de las personas en todo sentido, eso lo sabemos. Entonces, justamente la mayoría de los países del mundo que pasaron por esta discusión, lo que están haciendo es avanzar en la sanción de normas ambientales. Es decir, está claro que los glaciares se tienen que proteger, entonces hay que avanzar con los controles ambientales como se ha hecho en otros países.
En Argentina, a pesar de tener la Ley desde hace 15 años, hemos avanzado muy poco en lo que es la normativa ambiental, por ejemplo, no hay un reglamento de cómo debería hacerse un estudio de impacto ambiental de los glaciares. Falta muchísimo y falta también conocer más sobre los glaciares, financiar monitoreos, favorecer el desarrollo de la ciencia, todas obligaciones del Estado establecidas en la Ley. Lamentablemente con Milei se perdió todo esto.
Foto de portada: Conicet
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