Desde hace cuatro años, la Red Lutherística agrupa a mujeres y disidencias luthiers con el objetivo de formar un espacio equitativo y libre de violencias, donde poder intercambiar y vincularse de manera sana y respetuosa.
La iniciativa nació justo antes de la pandemia de la Covid a través de un grupo de Facebook en el que comenzaron a conectarse profesionales del país. Esto rápidamente se amplió y hoy la Red cuenta con profesionales de todo el mundo, en su mayoría de habla hispana.
“La idea fue conectar a toda la gente que en ese momento andaba dando vueltas por el mundo, no solamente por Latinoamérica sino también por países de Europa, y que en cierta forma tenía la limitante del idioma, porque la mayoría de los libros y del material de estudio suele estar en italiano o en inglés o en alemán, por lo menos lo que es la luthería clásica tradicional”, asegura Flor Centurión, fundadora de la Red que hoy cuenta con alrededor de 115 integrantes.
¿Cuáles eran las problemáticas que vivenciaban?
Lo primero que nos llevó a contactarnos fue básicamente el aislamiento que teníamos, o sea, la gran mayoría trabajábamos de una manera muy individual. Por ejemplo, yo trabajaba en un taller y quizás interactuaba con otros talleres o escuelas, donde básicamente todos eran varones. Entonces ahí ya empezó a aparecer otra problemática porque, quizás, en esos espacios no nos sentíamos cómodas o no podíamos generar un vínculo de pertenencia. Siempre había como un sesgo respecto a esa diferencia o porque había que hacerse valer en el oficio o porque había muchos micromachismos que terminaban afectando nuestra tarea. Entonces, comenzamos a planificar acciones con el objetivo de contrarrestar un poco todo esto, creamos grupos para intercambiar experiencias, armamos charlas con información más técnica y así capacitarnos, etc. Así, fuimos aportando lo que es nuestra propia historia dentro del oficio y eso, para mí, es el gran cambio de paradigma que hubo en la luthería.
¿Vieron algún cambio?
Bueno, por lo menos acá en lo que respecta a la Argentina tuvimos el nacimiento de la Red, que a su vez estuvo acompañada por políticas vinculadas con la cuestión de género. Entonces, yo lo veo en el oficio, pero también lo veo como un cambio cultural y en las personas en general. Falta, pero ahora tenemos la posibilidad de poder también hablar de eso, o sea, de poder llegar a los espacios que antes eran básicamente de varones y plantear y cambiar algunas cosas desde una perspectiva más colectiva.
¿Qué pasa en el resto de los países de América Latina?
En otros países hay una menor cantidad de compañeras, de colegas y están un poco más dispersas: quizás no en México, que junto a la Argentina son dos países que tienen escuelas de luthería y espacios de formación. Pero después, nos quedan un montón de países entre medio que tienen menos cantidad de mujeres o de universidades y eso también lleva a que cueste un poquito más este trabajo, en general.
¿Sentís que gracias al trabajo colectivo hubo una evolución en el oficio?
Sí, creo que ha mutado a diferentes formas y lugares, y eso hace que el juego se vaya abriendo mucho más rápido. Las nuevas generaciones no traen ciertos prejuicios que antes había dentro de la luthería, que era más clasicista o elitista, y a la vez también están las nuevas tecnologías que nos permiten compartir información. Hasta los procesos productivos cambiaron y las personas que antes estaban adentro del taller en soledad, ahora tienen la posibilidad de acceder a ciertas máquinas y compartir con otra gente.
Este año la Red va a estar presente en la Expo Luthiers de la UNLa, ¿cómo se preparan?
La verdad que para nosotras es muy emocionante plantarse en una expo con un stand colectivo. Hemos estado en otras muestras y siempre las devoluciones subrayan lo impactante que es ver a todas esas mujeres de distintas edades exponiendo no solo instrumentos, sino también sus corporalidades y diversidades. Creo que también es un acto político, como ir a plantar la bandera de que estamos acá y seguimos estando acá.
Por otra parte, que sea en una universidad no es un dato menor, especialmente en este momento. Hay que apoyar lo más que se pueda todos los proyectos que vengan desde las universidades y sostener estos espacios.
Además, se rompe un poco con la centralización porteña…
Eso está buenísimo. La Universidad Nacional de General Sarmiento también hace anualmente su exposición y está genial sobre todo porque uno siempre tiende a centralizar todo lo que pasa en la Ciudad de Buenos Aires y hay un montón de otros núcleos culturales, como la Expo en la UNLa, que tienen que ver con la música, la luthería y con cosas que van pasando en cada municipio, y es importante apoyar y apostar por esas iniciativas.
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