Con el objetivo de construir un espacio de memoria colectiva de la historia reciente, un grupo de estudiantes y docentes investigadores de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) presentaron Malvinas desde el Conurbano Sur. A 40 años de la Guerra, un proyecto educativo que fue distinguido en el Festival Internacional de Nuevas Narrativas de No Ficción (FINOFF) como la mejor producción transmedia.
La iniciativa incluyó la participación de distintas cátedras, áreas institucionales y más de 300 estudiantes, quienes trabajaron a partir de las vivencias de un grupo de excombatientes y veteranos oriundos de la zona sur, de acuerdo con cuatro líneas de acción: “Género”; “Identidad, Soberanía y Territorio”; “Cultura”; y “Medios”.
El resultado fue un increíble conjunto de recursos que incluye webisodios, podcasts, obras de teatro, ensayos, juegos y mapas interactivos, entre otros. Además, el proyecto brinda propuestas pedagógicas para abordar en todos los niveles educativos la historia, memoria y soberanía de las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur, Antártida, Atlántico Sur y Patagonia.
Soledad Arréguez Manozzo es docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNLZ y coordinadora del proyecto. En diálogo con Viento Sur, habló sobre la génesis de la propuesta transmedia, el premio obtenido y la necesidad de generar producciones con una mirada local.
¿Cómo nace la idea de Malvinas desde el Conurbano Sur. A 40 años de la Guerra?
Es un proyecto grande con distintas líneas de trabajo. Empezamos con tres cátedras, después alguien más se enteró y quiso participar, entonces fuimos articulando. Fue todo un año de trabajo muy intenso, con estudiantes que creaban videojuegos, otros que hicieron análisis de discurso y semiología para encontrar huellas de identidad y memoria en los testimonios de los entrevistados, otros que armaron una playlist con canciones que hablaban o cantaban a los héroes de Malvinas y así. Después, las personas mayores que participan en los talleres de radio hicieron contenidos, y tuvimos reuniones con escuelas para que conozcan todos los recursos didácticos.
¿Por qué deciden participar en el Festival?
Esta es la quinta edición del Festival y yo lo conocía porque estudié la Maestría en Comunicación Digital Interactiva en la Universidad Nacional de Rosario (UNR), que es una de las organizadoras.
Me pasaba que cada vez que comentaba el proyecto tenía muy buenas devoluciones, como que era realmente innovador para poder trabajarlo desde las escuelas. Entonces presentarnos fue un poco ver si realmente era así. Probamos suerte, porque es la primera vez que participamos, y en principio nos notificaron que éramos finalistas. Para mí eso ya fue un premio, porque no teníamos ninguna expectativa y quedamos seleccionados con proyectos muy interesantes y muy buenos. La categoría transmedia, además, es bastante compleja porque exige atravesar todos los formatos, no es un texto o un video, es crear un universo narrativo que en nuestro caso refería al conflicto de Malvinas, pero con una vuelta de tuerca.
A mí me interesaba que el tema pudiera ser tratado desde dimensiones no tan abordadas, por eso elegimos tratar esas líneas de trabajo desde una impronta local, o sea, poder pensar todo lo que conocemos y sabemos de Malvinas desde nuestros barrios para nuestros vecinos y vecinas, porque si bien estudiamos Malvinas en la escuela, ¿cuántas veces fuimos, indagamos y hablamos con los veteranos que hay en nuestra región? O, ¿cuánto sabemos de las marcas, las huellas de identidad, de memoria que están en el mural, el monumento o la escuela con el nombre de? Entonces, extendimos ese universo narrativo en diferentes plataformas digitales, porque hay quien llega a Malvinas por Instagram, hay quien lo hace por Spotify, hay quien lo conoce por primera vez por un video de Youtube, entonces son diferentes puertas de ingreso y en cada uno de estos espacios cada medio hace lo que es mejor.
Una de las características del proyecto es que no es estático…
Claro, la audiencia tiene que participar para extender este contenido. Desde las escuelas hay un espacio para compartir experiencias, que tiene que ver con nuestra comunidad de aprendizaje; en el caso de los videojuegos está abierto para quienes quieran armar y subir otros; ahora estamos con la campaña Malvinas en todos lados, donde los usuarios comparten fotografías, con íconos de Malvinas con alguna referencia o mención, etcétera.
Es un proyecto que crece, que va tomando otras dimensiones, porque también lo transmedia tiene eso, que deja sumar distintas aristas y modalidades. Este año estamos trabajando con un podcast que toca la cuestión de las cartas: todo lo que fue la comunicación epistolar durante el conflicto, algo que todavía no se había abordado.
¿Cómo fue trabajar el tema Malvinas con los estudiantes universitarios?
Nosotros detectamos que los estudiantes vienen con un conocimiento de la Guerra similar al tratamiento que se le da a una efeméride en el colegio, tal vez vieron alguna película, charlaron con algún veterano.
Una parte de lo que motivó el proyecto tiene que ver con potenciar y fortalecer desde la universidad lo que es la enseñanza de Malvinas y las políticas educativas de memoria y, además, sumar nuestro aporte a lo que es la causa de la recuperación de las Islas y sobre todo la construcción de la memoria colectiva. Por eso, todos los recursos que generamos desde la Universidad quedan disponibles para trabajar en las escuelas medias porque entendemos que cada vez se genera una brecha mayor. Hoy tenemos la posibilidad de dialogar con la historia viva, no sabemos cuánto tiempo más vamos a tener a nuestros veteranos. Tenemos este deber de recuperar sus voces, sus historias, sus vivencias, y dotarlas de valor siempre desde una mirada local y con ejes quizás poco tradicionales o pocos convencionales dentro de lo que es el tratamiento.
Hay un concepto que atraviesa al proyecto que es el de educomunicación…
En términos de construcción de ciudadanía, entendemos la importancia de hacerlo a través del campo de la educomunicación, que es la unión entre educación y comunicación. Se generan prácticas muy potentes para dialogar con nuestros jóvenes y con la cultura juvenil de hoy, por eso tomamos estas herramientas, como los videojuegos, y les otorgamos un sentido pedagógico- educativo. Esto es como para darte un ejemplo, pero también está en el ser de la propuesta, que para nuestros estudiantes representó un desafío cognitivo tanto por tener que cumplir con un contenido curricular, como por tener que hablar con personas que vivieron una situación muy particular como una guerra, es decir, escuchar la historia en vivo.
¿Existen puntos de conexión entre los excombatientes de la región?
Son interesantes algunas prácticas que se dan, como la de tener un teléfono por cuadra, algo que habla de cómo era nuestra vida en el conurbano en esa década. El tema de las cartas, cómo avisaron a sus familias tanto que les tocaba ir a las Islas como que habían regresado, y estas son cosas que aparecen en los distintos testimonios y que realmente emocionan porque sus vivencias terminan siendo en la escuela del barrio, en la plaza, en una línea de colectivo. Y después está el proceso posguerra, de rearmarse y empezar a trabajar siendo tan jóvenes y habiendo pasado por estas circunstancias. Después hay rasgos comunes a todos los veteranos del país, como la indiferencia y destrato por parte del Estado, cómo se cerraban las puertas, la necesidad de vincularse entre ellos.
Hay un eje muy interesante que trabaja la invisibilización de las mujeres de Malvinas, ¿cómo lo abordaron?
Hubo mujeres en el frente, tal vez no combatiendo con un fusil, pero sí en otras tareas y que no solo fueron invisibilizadas de la historia, sino también desde lo económico: nunca fueron reconocidas por su labor.
Hoy son consideradas y lograron, digamos, la catalogación de veteranas de guerra, así que hablamos con algunas de ellas. También nos interesaba trabajar las perspectivas de género, porque hemos encontrado situaciones o personas que fueron como varones a las Islas y que hoy se autoperciben mujeres. Esto también habla de una cuestión que teníamos que analizar, una producción de saber y de memoria histórica que tenía que ver con las mujeres que fueron parte directa en el conflicto y las que estaban vinculadas, como las que atendían el teléfono en los centros de veteranos, las voluntarias, las que tejían, las que hacían las donaciones. La propuesta, entonces, fue no solo construir, sino también redimir y repensar algunas cuestiones, porque ellas no consideraban que habían estado en la Guerra y en realidad sí estuvieron ya que se encargaban de hacer la colecta en el barrio o escribían todas las semanas a quien tenían en combate. Sus vidas fueron cruzadas por el conflicto.
¿Por qué Malvinas?
La verdad que siempre me interesó. A mí no me tocó cerca, pero sí tuve una compañera cuyo tío fue, entonces en el secundario era un tema presente. Después, desde mi rol como docente en la Universidad, quise homenajear a los hombres y mujeres de Malvinas a 40 años de la guerra. Y creo que también en este periodo que nos toca vivir, hay que reforzar y reafirmar nuestra tarea en las aulas sobre el pasado, pero también sobre el futuro. Hoy la discusión que se está dando sobre la cuestión de la soberanía tiene que ver con la extracción de recursos naturales. Esa porción de mundo geopolíticamente tan particular nos tiene que importar, o sea, no podemos pensar solo Malvinas en clave de pasado. Esa es un poco la línea que hoy estoy pensando y que ya estamos tratando de delinear.
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