Julio Coviello es uno de los bandoneonistas más destacados de la actualidad, además de compositor, docente, investigador, y uno de los pilares del Proyecto Pichuco de nuestra universidad: al día de hoy, en el marco de este proyecto de investigación se han fabricado más de 70 bandoneones con materiales reciclados destinados a escuelas y orquestas infanto-juveniles. Con él charlamos de su nueva propuesta artística, que conjuga una serie de obras compuestas sobre comienzos del siglo XVIII con el sonido característico del bandoneón.

¿Qué es Musetta y la Peste?

Es un EP que lancé recientemente con sonatas de Domenico Scarlatti[1] interpretadas en bandoneón. Es un material que yo grabé en vivo durante el año 2020 en una transmisión que hice, también en vivo, a beneficio de Musetta Café, un cafecito muy lindo que hay en el barrio de Almagro. En esa época había mucho desconcierto, y los lugares estaban cerrados. Hice ese concierto a beneficio recordando que no era la primera peste que vivió la humanidad, y recordando también que la música no nació en el siglo XX.

Para mí, el nombre evoca aquello de “mezcla rara de Musetta y de Mimí” y, justamente en este caso, es raro escuchar un bandoneón tocando a Scarlatti.

Claro, es poco habitual. El repertorio clásico es un repertorio muy frecuentado por bandoneonistas, pero que en general tocan adentro de las casas. Cuando estás estudiando o cuando te estás perfeccionando en tu instrumento encarás este tipo de repertorio que tiene características muy particulares, polifónicas, como que estuvieras haciendo la procesión y tocando las campanas; la música solista tiene eso. Además la música clásica te lleva a un tipo de estética distinta que te enriquece la perspectiva. Pero lo raro es que en Musetta y la Peste ese material que suele estudiarse en la casa de los bandoneonistas, está presentado en vivo y está plasmado en un disco.

En las sonatas no parece un bandoneón, es diferente del sonido que estamos acostumbrados a escuchar.

Claro, es un personaje que está interpretando el bandoneón, y que no suele interpretar. Como esos actores que son muy buenos en la comedia y de repente los metés en el drama y decís “pero qué buenos que son también”. El bandoneón está muy asociado con el tango, con nuestra idiosincrasia porteña, pero cuando lo llevás por otros lugares también resuelve muy bien: uno escucha un bandoneón en el chamamé o en las zambas carperas y parece que es otro instrumento. Eso habla de las posibilidades que tiene el bandoneón, y de lo mucho que hay por hacer y por descubrir en este instrumento.

¿Desde qué edad lo tocás?

Empecé a estudiar a los 16, era un muchachito grande.

¿Por qué elegiste el bandoneón?

Por su identidad, porque es un instrumento que nos identifica, o se identifica con nuestra cultura casi directamente. Vos escuchás un bandoneón y te trae al Río de la Plata, te trae a la Argentina, y me parecía bueno hacer un trabajo y desarrollarme dentro de la música nuestra, la música que nos identifica como sociedad. A los 16 años es el momento más revolucionario de la vida. Pensaba que la mejor manera de cambiar las cosas era haciendo música, una música que se identificara muchísimo con nuestra cultura. Cuando era más chiquito, a los 12 años, pensaba que estudiando abogacía y siendo diputado podría cambiar algunas cosas, pero después me di cuenta.

Bueno, por suerte para nosotros te dedicaste a la música.

Es algo más perdurable y algo que nos aúna. Y es tan necesario eso… La cultura nos une a pesar de todas las diferencias que haya, y en definitiva nos une como seres humanos.

¿Qué momento atraviesa el tango, en este 2024 tan crítico?

En nuestra minoría está muy vivo. Hay muchos grupos que componen tangos, que hacen música. La faceta tanguera yo la desarrollo en un grupo llamado Tango Cañón, un dúo de piano y bandoneón: componemos tangos y milongas, y todos los viernes organizamos la Milonga Cañón en La Tierra Invisible: la característica es que hay música en vivo, y que toda la música que se baila y que sale grabada es de grupos de tango de este siglo. Estoy presentando Musetta y la peste en el mismo espacio en el ciclo Noches de bandoneón. El próximo proyecto será presentar tangos solista en este ciclo, para mostrar las maravillas del bandoneón y todos los personajes que puede interpretar.

A principios de siglo, en el año 2000 cuando yo empecé a estudiar, había muchísimos menos grupos de tango y había mucho menos material si vos querías estudiar tango. Tenías que agarrar los discos y desgrabar, a ver qué tocaban las orquestas. Hoy, casi 25 años después, hay un montón de orquestas escuela, de grupos componiendo sus temas, cantidad de bandoneonistas. Es una minoría intensa, no una mayoría que te va a llenar el Movistar Arena.

¿Y en los medios, tienen cabida?

Un poco de cabida hay. Si uno lo compara con la que le dan a la movida tropical o a la movida chamamecera no nos podemos quejar, pero si querés me quejo: quejas de bandoneón, jaja. En realidad la mayor difusión en los medios es de personas, no tanto de obras ni de géneros musicales. Se difunde a las personas más allá de lo que hagan. Eso es espuma, después las anécdotas quedan en el olvido y lo único que sobrevive es la obra.

En una nota reciente de Página/12 dijiste que “el tango está en el corazón de gente que, acaso sin saberlo, vive la vida como un tango”. ¿Cómo es eso?

El tango es una música que nació de nuestra cultura, de nuestra manera de ser. Muchas veces te cruzás con anécdotas de gente que quizás nunca escuchó un tango pero decís “Che, pero lo que está viendo esta persona y cómo lo está sintiendo, parece un tango”. Y, es eso que dice la canción: “lo del tango es una idea que me toca aunque no quiera”. Estamos acá, y esa manera de vivir es cercana.

Coordenadas
Musetta y la peste: en vivo, los jueves de noviembre y diciembre en Noches de bandoneón. EP disponible en todas las plataformas.
Milonga Cañón: los viernes a partir de las 21, clase de tango a las 20.30.
La Tierra Invisible: Del Barco Centenera 1099, Parque Chacabuco, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

[1] Giuseppe Domenico Scarlatti (Nápoles, 1685 – Madrid, 1757), compositor italiano del período barroco afincado en España, donde compuso casi todas sus sonatas para clavicémbalo.

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