Alejandro Seta es un reconocido titiritero de la región que, además, escribe. Después de su última novela De algo hay que morir, este año nos presenta No Avles, un conjunto de cuentos que tienen como elemento común lo que él denomina como “locura social”.
¿En qué consiste este concepto?
Primero tengo que aclarar que no se refiere a las enfermedades mentales, sino a las actitudes que calificaría como demenciales, porque hacen cosas que perjudican a los otros, muchas veces muy pequeñas.
Por ejemplo, uno de los cuentos del libro se llama El ánfora de cristal y es un hombre que había quedado con su esposa en ir a buscar al niño chiquito al jardín de infantes y se olvida, pues se distrae y se olvida de la hora y cuando se acuerda se empieza a desesperar, a correr por Buenos Aires, trata de llegar y termina en el cementerio. Ahí ve al hijo, está el tema de la muerte, y otros elementos porque finalmente al niño lo encuentra, pero de casualidad. Entonces, un simple detalle de la vida cotidiana, como olvidarse de ir a buscar al pequeño, se transforma en desesperación y en una acumulación de cosas que pueden generar una explosión. Creo que todos podemos encontrar ejemplos así.
En otro cuento, que se llama Los asesinos silenciosos, hay un grupo de amigos que tiene cierto “poder” de maltratar a los demás con un líder que es un psicópata, en realidad. Toman a un vecino del barrio que es muy vulnerable, sensible y eso deriva en cosas muy graves. Entonces, estas situaciones que se dejan pasar o que las notamos y no las vemos, hicieron que surgiera en mí esa preocupación y eso es lo que define al libro.
¿Vos crees que la sociedad está en un punto límite?
Me gustaría responder que no, creer lo contrario o ignorarlo, pero no se puede. Ya no hablemos de los políticos, porque también cuando miramos a los poderosos del mal, lo que ocurre es que dejamos de vernos, de mirarnos entre nosotros, ¿no? Y eso es lo más grave, que no haya solidaridad con el hermano de al lado, con la mujer que sufre, con los niños que padecen. Hay una falta de interés por el otro, que se extiende como si fuera una epidemia.
Entonces, creo que si no cuidamos a las familias, no nos ocupamos de nosotros mismos, de nuestro vecino, de nuestro hermano que está en la calle, del que pide en el semáforo, del que no tiene para comer, si no hacemos nada, ni siquiera un gesto, un pequeño gesto, toda esa construcción se derrumba. De todas formas creo en la esperanza, como esa pequeña luz de la vela que alumbra cuando se corta la luz.

¿Por qué el título?
Fue elegido por mi editor, Rafael Vázquez, a partir de un cuento que está incluido en el libro y que se llama No Avles. Ese relato es producto de un sueño que trasladé a la literatura y trata sobre un grupo de personas que son perseguidas de manera masiva por decisión de un dictador. Aparece un hombre que ayuda al protagonista, que es el Maestro y él le entrega un papelito que dice “No Avles”. Hay un secreto en esa palabra que el lector tiene que descubrir. Es un cuento que yo quiero mucho y encierra muchos significados.
El libro fue editado por la editorial mexicana Ulterior Narradores, ¿existen similitudes con la realidad que se vive en Latinoamérica?
Yo vivo en el último anillo del conurbano del sur, en Alejandro Korn, que sería como la última ciudad. Después hay campo, y casi 20 kilómetros después viene Brandsen. Ese campo ya no es el de los gauchos con su cultura criolla, sino que empieza a ser el conurbano de la miseria. Entonces, se transforma en un lugar de peligro, de desamparo, con gente que hace esfuerzos muy grandes por recuperar ese pasado, que es devorado por el futuro.
Acá, además, hay habitantes de todos los países limítrofes y de otros de Latinoamérica, entonces esa confluencia de culturas hace que sea muy rico también y que tenga un potencial muy grande. Creo que los artistas tenemos esa oportunidad de recuperar esa cultura de mezclas, de culturas, de idiomas, de cuentos, de historias, de colores, de gustos, etcétera.
Dos de los cuentos suceden en la ciudad de Buenos Aires, pero los demás tienen que ver con este aspecto, de vivir en un lugar donde el pasado está desapareciendo y ahora hay desesperanza.
¿Por qué este libro ahora?
Cuando me puse a observar el tema de la locura a mi alrededor, no pensaba en por qué sucede esto. Un artista es como una esponja metida en un balde de agua, absorbe todo lo que puede, no se puede evitar. Hay personas que se ponen la coraza y no les importa, pero nosotros no podemos.
Es muy triste lo que está pasando ahora, entonces eso te hace reflexionar. Hoy el egoísmo está llevado a su máxima expresión y me pregunto ¿qué pasó? ¿No conocen la historia pasada? No soy político ni sé mucho de política, pero sí recuerdo bien la historia.

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