El 10 de junio de 1829, el empresario alemán emigrado a la Argentina Luis Vernet (Hamburgo, 1791-Buenos Aires, 1871) fue nombrado “Primer Comandante Político Militar de las Malvinas en Puerto Soledad” por el Gobernador de la provincia de Buenos Aires, Martín Rodriguez.

En un doble intento por recordar aquel acontecimiento y, al mismo tiempo, afirmar la soberanía argentina sobre aquellos territorios, el 14 de noviembre de 1973 a través de la Ley N° 20561/73 y bajo la Presidencia de Juan Domingo Perón, se estableció que desde ese año y para siempre, se conmemore el 10 de junio como “Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, y los espacios marítimos circundantes”. En aquel año 1973 se dispusieron diferentes conmemoraciones, actos, clases especiales y conferencias en establecimientos educativos, Fuerzas Armadas y administración pública. ​El proyecto de creación había sido elevado por la Diputada Nacional por el Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, Esther Fadul de Sobrino.

  1. Breve historia de nuestra soberanía en el Atlántico Sur

Antes de que los europeos llegaran al Atlántico Sur hay indicios concretos de que las Islas y los espacios marítimos circundantes habían sido ocupados, visitados y transitados por las comunidades aborígenes del continente americano, luego comunidades del territorio argentino como es el caso de los Yámanas, quienes en la actualidad forman la comunidad indígena Yagan Paiakoala ubicada en Ushuaia, Tierra del Fuego[i]. Cuando los españoles llegaron a las tierras del Sur de América hacia el año 1530 ya existían diferentes bulas papales que les habían concedido el derecho de dominio: claro está, siempre y cuando cumplieran con la tarea de evangelizar a sus pobladores. Las bulas Inter Caetera y Dudum si Quidem de 1493 le adjudicaban a la Corona española «todas aquellas islas y tierras firmes, encontradas y que se encuentren, descubiertas y que se descubran hacia el mediodía», fijadas en una línea a cien leguas de las islas Azores. Las islas Malvinas, avistadas por primera vez en la expedición de Magallanes, fueron incluidas en las zonas aludidas por las bulas. A pesar de ello, son los franceses los que primero quieren establecerse en las Islas. Tras los reclamos de la Corona española se logra que se retiren los galos de las Malvinas, aunque sin embargo queda el nombre que ellos les habían dado. Según Paul Groussac[ii] y Muñoz Azpiri[iii], el término “Malvinas” surgió de una deformación: los colonizadores franceses provenían de Saint Malo, por eso las llamaron “Les Isles Maluines[iv].

En varios trabajos el historiador y Oficial Naval Militar argentino Laurio Destefani (Junín, 1924-2017), demuestra que es hacia 1766 cuando se nombran las primeras autoridades de la Corona española en las Islas. El primero de ellos fue el Capitán de Navío Felipe Ruiz Puente, primer Gobernador de las Malvinas. Le sigue una larga lista de Gobernadores españoles, exactamente treinta y dos: Domingo Echauri (1773-1774), Francisco Gil de Lemos y Taboada (1774-1777), Ramón de Carassa y Souza (1777-1779), Salvador Medina y Juan (1779-1781), Jacinto Mariano del Carmen Altolaguirre (1781-1783), Fulgencio D. Montemayor (1783-1784), Agustín de Figueroa (1784-1785), Ramón de Clairac y Villalonga (1785-1786), Pedro de Mesa y Castro (1786-1787), Ramón de Clairac y Villalonga (1787-1788), Pedro de Mesa y Castro (1788-1789),  Ramón de Clairac y Villalonga (1789-1790), Juan José de Elizlade y Ustariz (1790-1791), Pedro Pablo Sanguineto (1791-1792), Juan José de Elizalde y Ustariz (1792-1793), Pedro Pablo Sanguineto (1793-1794), José de Aldana y Ortega (1794-1795), Pedro Pablo Sanguineto (1795-1796), José Aldana y Ortega (1796-1797), Luis Medina y Torres (1797-1798), Francisco Xavier de Viana y Alzaibar (1798-1799), Luis Medina y Torres (1799-1800), Francisco Xavier de Viana y Alzaíbar (1800-1801), Ramón Fernández y Villegas (1801-1802), Bernardo de Bonavía (1802-1803), Antonio Leal de Ibarra y Oxinando (18033-1804), Bernardo de Bonavía (1804-1805), Antonio Leal de Ibarra y Oxinando (1805-1806), Bernardo de Bonavía (1806-1807), Gerardo Bordas (1808-1810) y Pablo Guillén Martínez (1810-1811).[v]

Tras la Revolución de Mayo de 1810 los gobiernos de las Provincias Unidas del Río de la Plata, como ha ocurrido desde la época de los Romanos, consideraron el derecho de Uti possidetis iure. Este derecho afirma que las antiguas posesiones coloniales pasaban a ser parte del territorio de las naciones independizadas. Luego, la continuación del dominio, por la tradición de los títulos jurídicos de España en favor de las Provincias Unidas, otorgaba el derecho a disponer, administrar y gobernar todas las Islas del Atlántico Sur.

Las guerras de la independencia obstaculizaron la posibilidad de controlar de una mejor forma estos territorios australes, aunque no imposibilitaron que patriotas tales como Manuel Belgrano o José de San Martín aludieran a las Islas Malvinas en sus cartas y directivas. Belgrano en 1811 las menciona al momento de delimitar los espacios sobre los cuales las Provincias Unidas tenían soberanía. San Martín en 1816 envió una carta a Buenos Aires para solicitar que los prisioneros extranjeros que cumplieran condenas en Puerto Soledad fueran enviados a prestar servicio al Ejército de los Andes.

La tentativa de ejercer un mayor control sobre las Islas enviando autoridades desde el continente se complejizó, tanto por la lucha contra España como por las guerras entre Buenos Aires y las provincias, conflictos que estallaron ni bien se expandió la iniciativa centralista de algunos de los revolucionarios porteños.

Como señala Tulio Halperin Donghi[vi], la Revolución se encadena con la guerra en el Río de la Plata y esta situación produce transformaciones en todos los ámbitos posibles. Comerciantes y agentes británicos aprovechan las dos rupturas. Primero, la de los lazos de mercantiles entre las colonias de América y España, y luego, la interrupción de los vínculos de  Buenos Aires y el litoral con las otras regiones americanas, relaciones que en más de 200 años habían posibilitado la producción, circulación y distribución de productos americanos a lo largo y a lo ancho del continente[vii], generando uno de los desarrollos regionales más dinámicos de nuestra historia. Propiciando estas transformaciones de la estructuración económica en las Provincias Unidas del Río de la Plata, los comerciantes e intermediarios porteños abren las puertas al libre mercado, que hacia el 1800 no era otra cosa que promover un desarrollo dependiente –semicolonial- de los potencias de ultramar; más precisamente, de Gran Bretaña.

  1. Las Comandancias de Malvinas, Jewett, Mason, Areguatí y Vernet

Como se ha señalado, durante la época colonial la Madre Patria, España, mantuvo el control de las Islas Malvinas con una secuencia de 32 gobernadores. La Revolución y sus guerras más la apertura de los puertos y mares del sur propiciada por los porteños, complicaron la soberanía de las Islas. Se multiplicaron las embarcaciones extranjeras que arribaban a sus costas, principalmente anglosajones, británicos y estadounidenses que llegaban con su cosmovisión liberal: robaban, usurpaban y explotaban ilegalmente los recursos de las Islas del Sur. Se cazaban ballenas y focas, se robaban bienes de los lugareños. Buenos Aires vivía en 1820[viii], como afirma Juan Manuel de Rosas, “vagando de revolución en revolución”. Sin embargo hacia mediados de aquel tormentoso año, el gobernador Martín Rodríguez pudo atender el tema de las fechorías cometidas por los anglosajones nombrando a David Jewett como “Comisionado por el Supremo Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata para tomar posesión de las Islas en nombre del país al que estas pertenecen por ley natural.”[ix]

David Jewett había llegado al Río de la Plata tiempo después de la Revolución de Mayo. Formaba parte de la Marina estadounidense y, como otros tantos hombres de mar, fue removido de su cargo tras la victoria norteamericana sobre los británicos. Ya emancipados, los estadounidenses realizaron una reforma militar que buscaba recortar los presupuestos de guerra.[x] Quizás Jewett fuera afín a las emancipaciones de los pueblos americanos, quizás buscara un horizonte mejor para su desarrollo profesional, lo cierto es que desde 1815 formó parte de la Marina de las Provincias Unidas y en Octubre de 1820 llegó a la Bahía de la Anunciación, arrimando a las Islas en los primeros días de Noviembre al mando de la fragata Heroína.

Una vez en las Islas, escribe Jewett:

“Señor, tengo el honor de informarle que he llegado a este puerto comisionado por el Supremo Gobierno de las Provincias Unidas de Sud América para tomar posesión de las islas en nombre del país a que éstas pertenecen por la Ley Natural. Al desempeñar esta misión deseo proceder con la mayor corrección y cortesía para con todas las naciones amigas; uno de los objetos de mi cometido es evitar la destrucción de las fuentes de recursos necesarios para los buques de paso, que, en recalada forzosa,        arriban a las islas, y hacer de modo que puedan aprovisionarse con los     mínimos gastos y molestias, dado que los propósitos de Usted no están en pugna y en competencia con estas instituciones y en la creencia de que una entrevista personal resultará de provecho para ambos, invito a usted a visitarme a bordo de mi barco, donde me será grato brindarle acomodo mientras le plazca; he de agradecerle -así mismo- que tenga a bien, en lo que esté a su alcance, hacer extensiva mi invitación a cualquier otro súbdito británico que se hallare en estas inmediaciones; tengo el honor de suscribirme señor, su más atento y seguro servidor. (David Jewett. Coronel de la Marina de las Provincias Unidas de Sudamérica y comandante de la Fragata del Estado Heroína, en Puerto Soledad, Noviembre 2 de 1820.)”[xi]

En el viaje varios hombres de la tripulación mueren de escorbuto y otros tantos están en muy mal estado. El único biógrafo de Jewett que he encontrado, José Antonio Da Fonseca, habla que de 200 hombres que zarparon de Buenos Aires en la Heroína unos 80 estaban enfermos o muertos al llegar a las islas. La tripulación contaba con algunos gauchos, esclavos y extranjeros de diversas nacionalidades que formaban parte de una iniciativa de la Gobernación de Buenos Aires para instalar una población criolla en el Puerto Soledad. El marino y explorador británico James Wadell dejo un testimonio de las primeras acciones desarrolladas por Jewett en las Malvinas:

“Me dijo que su objetivo era tomar posesión de las islas Falkland [Malvinas] para su gobierno, y que todo lo necesario para un asentamiento sería obtenido de Buenos Ayres en cuanto pudiese adquirir un cúter, de los cuales había varios entre las islas. Sin embargo, resultaba evidente que su principal objetivo era avituallar a su tripulación […]. Cuando el barco partió de Buenos Ayres hacía ocho meses, la dotación constaba de 200 hombres: en estos momentos tenían no más de 30 marineros y 40 soldados en condiciones de cumplir con sus tareas; 50 habían sido puestos a bordo de una nave capturada, de modo que unos 80 estaban enfermos o habían muerto de escorbuto […]. Tomó posesión formal de las islas en nombre del gobierno patriótico de Buenos Ayres, leyó una proclama bajo su bandera, izada sobre las ruinas de la fuente, y disparó una salva de veintiún cañonazos. En esta ocasión, todos los oficiales vestían uniforme de gala, que es exactamente el mismo que nuestra armada lo cual combinaba mal con el estado ruinoso del barco; pero él fue lo suficientemente sagaz para calcular el efecto de esta parada sobre las mentes de los patrones de barcos que estaban en las islas.”[xii]

Evidentemente, Jewett intentó impresionar y persuadir a los más de quince buques anglosajones apostados en las islas, demostrando que de ahora en más no podían seguir cometiendo los delitos y demás aberraciones sobre la fauna de los mares del Sur. Wadell señala que, luego de la toma de posesión, Jewett lideró un desfile militar “con silbatos y tambores”[xiii] y se repartió una circular redactada en español y en inglés a todos los marinos extranjeros en donde, entre otras prohibiciones, se restringía la caza de ballenas y lobos a los marinos extranjeros en las Islas. Wadell consideró a Jewett un líder “inteligente” que supo calcular el efecto de ese desfile en las mentes de los capitanes de los barcos que estaban en las islas, en su mayoría ingleses y norteamericanos, ya que temían ser robados o capturados por las vejaciones realizadas anteriormente.

David Jewett fue el primer Comandante Militar de las Islas Malvinas para ejercer la soberanía terrestre y marítima sobre un territorio que por ley natural y metafísica (por soberanía celeste) pertenecía a las Provincias Unidas del Río de la Plata.

En este punto, es imprescindible remarcar la línea de continuidad que enlaza a la soberanía ejercida por la Madre Patria España con sus 32 gobernadores y la soberanía de las Provincias Unidas ejercida tras la Revolución de Mayo por el derecho que ejercen las naciones occidentales desde los tiempos romanos, llamado de Utis possidetis iure. En este sentido es indispensable desenmascarar la operación de desmalvinización que se ejerce cuando se intenta vilipendiar y denigrar a nuestra tradición hispánica. Muñoz Azpiri en su monumental obra sobre la historia de las Malvinas deja una reflexión al respecto, dice:

“No consideramos a la historia de España como una indefinida sucesión de decadencias ni aplicamos a su estudio un criterio calamitoso que impusieron las pautas iluministas y obedecieron con tal ceguedad los hispanoamericanos”, luego agrega: “Debemos dejar de continuar utilizando módulos ideológicos herrumbrados, fruto de otras latitudes y otros intereses.” [xiv]

Jewett fue reemplazado como primer administrador del territorio siete meses después de la toma de posesión en mayo de 1821 por Guillermo Manson, de origen inglés, quien permaneció un mes. Manson también tomó el mando de la Heroína. Tres años más tarde, la Gobernación de Buenos Aires nombraba Gobernador de las Islas a Pablo Areguatí, de origen guaraní, quien fue Comandante de las Islas entre 1823 y 1828. Finalmente Luis Vernet, quien desde 1823 se encontraba desarrollando distintas actividades de producción y comercio en las Islas empleando gauchos e indios[xv], el 10 de Junio de 1829 es nombrado por la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires como Comandante Político y Militar de las Islas.


[i]VAIRO, CARLOS PEDRO, Los yamana: nuestra única tradición marítima autóctona. Reconstrucción de una canoa de corteza yámana, Ushuaia, Zagier y Urruty Publicaciones, 1995. 

[ii] GROUSSAC, PAUL, Las Islas Malvinas, Buenos Aires [1907], Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1982.

[iii] MUÑOZ AZPIRI, JOSÉ LUIS, Historia completa de las Malvinas [3 volúmenes], Buenos Aires, Editorial Oriente, 1966.

[iv] DI VINCENZO, FACUNDO, Una Soberanía Celeste, Terrestre y Marítima.  Las Islas Malvinas, 200 años después de la toma de posesión por las Provincias Unidas, en https://megafonunla.com.ar/notas/2020-11-10_una-soberania-celeste-terrestre-y-maritima

[v] DESTEFANI, LAURIO, Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur ante el conflcito con Gran Bretaña, Buenos Aires, Agentina, 1982.

[vi] HALPERIN DONGHI, TULIO, Revolución y guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla [1972], Buenos Aires, Siglo XXI, 2014.  

[vii]IRGOIN, MARÍA ALEJANDRA y SCHMIDT, ROBERTO (ed.), La desintegración de la economía colonial. Comercio, moneda en el interior del espacio colonial (1800-1860), Buenos Aires, Biblos, 2003.

[viii] PÉREZ, JOAQUIN, Historia de los primeros gobernadores de la Provincia de Buenos Aires. El año XX desde el punto de vista político – social, La Plata, Publicaciones del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, 1950.

[ix] MUÑOZ AZPIRI, JOSÉ LUIS, Historia completa de las Malvinas [3 volúmenes], op., cit.

[x] DA FONSECA, JOSÉ ANTONIO, David Jewett. Una biografía para la historia de las Malvinas, Buenos Aires, Sudamericana-Planeta, 1985. 

[xi] Documento extraído del libro: HOFFMANN, FRITZ y HOFFMANN, OLGA, Soberanía en disputa: Las Malvinas/Falklands, 1493-1982, Buenos Aires, Instituto de Publicaciones Navales, 1992. 

[xii] DA FONSECA, JOSÉ ANTONIO, David Jewett. Una biografía para la historia de las Malvinas, op., cit.p. 50.

[xiii] WEDELL, JAMES, A Voyage Towards the South Pole, op., cit.

[xiv] MUÑOZ AZPIRI, JOSÉ LUIS, Historia completa de las Malvinas, Tomo 1, op., cit., p. 39. 

[xv] DI VINCENZO, FACUNDO, Aborígenes, gauchos y negros en Malvinas. El mito gaucho en nuestras Islas, en: https://megafonunla.com.ar/notas/2019-10-07_aborigenes-gauchos-y-negros-en-malvinas

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