I. Primera etapa. Del antiperonismo a los Frondifrigeristas 1945-1969.
El pensador nacional, escritor y político, Arturo Jauretche (Lincoln, 1901-1974), en su Manual de zonceras argentinas (1968), escribe: “El cuarto poder está constituido en la actualidad por las grandes empresas periodísticas que son, primero empresas, y después prensa. Se trata de un negocio como cualquier otro que para sostenerse debe ganar dinero vendiendo diarios y recibiendo avisos. Pero el negocio no consiste en la venta del ejemplar, que generalmente da pérdida: consiste en la publicidad. Así, el diario es un medio y no un fin y la llamada “libertad de prensa”, una manifestación de la libertad de empresa a que aquella se subordina, porque la prensa es libre solo en la medida que sirva a la empresa y no contraríe sus intereses.[2]”
El diario Clarín apareció por primera vez el 28 de agosto de 1945, unos pocos meses antes de la movilización popular del 17 de octubre, aquella que cambió la historia argentina al incorporar al movimiento obrero organizado en el acontecer político nacional. Clarín surge entonces atravesado por este acontecimiento, pero no aparece como un órgano difusor del movimiento de los trabajadores argentinos: más bien, todo lo contrario.
Los principales trabajos sobre el diario y el Grupo Clarín[3] (llamado “grupo” por englobar una gran cantidad de medios de comunicación que van desde los escritos hasta los radiales y audiovisuales) hablan de un “mito de fundación”, en parte autogenerado por quienes fueron los primeros dueños del diario: Roberto Noble (La Plata, 1902-1969) y Ernestina Herrera de Noble (Buenos Aires, 1925-2017). Uno de los estudios más minuciosos, desarrollado por el sociólogo y periodista Martín Sivak (Buenos Aires, 1975) señala que Ernestina de Noble se encargó en más de una oportunidad de afirmar que los fondos para la creación del diario provinieron de la venta de su estancia. A pesar de ello, Sivak expone al menos dos datos que lo desmienten. Primero, que la transacción fue cerrada después del lanzamiento de Clarín y, segundo, que la suma necesaria para montar un periódico de ese tipo era mucho mayor a la declarada públicamente. ¿De dónde salió el dinero para fundar Clarín? Sivak afirma que de un grupo de empresarios y que gran parte del papel le fue provista por un grupo vinculado al periódico nacionalista Cabildo[4]. ¿Cuál era el objetivo de Roberto Noble, su fundador? “Crear un diario que le sirviera de ‘catapulta’ para ‘sentarse a la mesa de los que definen el destino del país’.[5]”Desde su fundación Clarín fue un diario identificado con el antiperonismo; a pesar de ello, fue el primer diario opositor en reconocer el triunfo de Perón en 1946 mientras los otros diarios —también antiperonistas— como La Nación o La Prensa, hablaban de fraude o directamente desconocían al partido vencedor en las elecciones. Los estudiosos del diario acuerdan en considerar que tras la expropiación del periódico La Prensa en 1951, diario que era líder en ventas y publicidad en América Latina, Clarín ocupó ese vacío quedándose con “el oro de los clasificados” y posicionando al diario como uno de los que tenían mayor circulación en el país.
En 1955, como el diario La Nación, Clarín manifestó en sus editoriales y tapas su apoyo al golpe de Estado que se autoproclamó “Revolución Libertadora” (1955-1958), que derrocó al gobierno democrático de Juan Domingo. Más allá de su clara adhesión al golpe, fue recién con el gobierno de Arturo Frondizi cuando Clarín se mostró “a gusto”. Dice Sivak: “Noble se sintió interpelado por el programa económico impulsado durante la Presidencia (con el peronismo proscripto) de Arturo Frondizi (1958-1962). En esta línea, hacia los años 60, Clarín incorporó a un heterogéneo grupo de periodistas llamados frondifrigeristas, por Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio: este último, fue uno de los fundadores del Movimiento de Integración y Desarrollo, y principal animador de la corriente de pensamiento desarrollista en la Argentina”.
Pero, ¿qué quiere decir que eran “desarrollistas”? ¿A qué hace referencia esta palabra?
El pensador nacional, escritor y político Manuel Ortiz Pereyra (Monte Caseros, Corrientes, 1883–1941) en su S.O.S. de mi pueblo. Causas y remedios de la crisis económica Argentina, escribe: “¿Y qué hace un hombre rebosante de ideas, patrióticamente inspirado, con esa libertad de pensar y de publicar ideas si no tiene millones de pesos para quemarlos editando un libro o una revista destinados a fracasar si combaten al capitalismo malsano?[6]”.
El desarrollismo que proponían los frondifrigeristas, alucinados con el gobierno de Frondizi, era justamente el cumplimiento de las recetas del “capitalismo malsano”. En pocas palabras: generar un escenario atractivo para las inversiones foráneas sin modificar el sistema de dominación oligárquico, basado en el modelo agroexportador con su rentabilidad financiera asociada a la diferencia/distancia entre el dólar y el peso. En la práctica, el desarrollismo para estas regiones del planeta significó y significa la paulatina reducción/eliminación de las llamadas “cargas sociales”, el aumento de las horas de trabajo y la rebaja de los salarios, que deben ser competitivos con el resto del mundo —del tercer mundo—: (lo más bajos posible).
En la dimensión teórico/mítica, la ideología desarrollista, como ha señalado la pensadora y filósofa nacional Amelia Podetti (Villa Mercedes, San Luis, 1928-1979)[7], asume que el único destino posible para la humanidad se encuentra en el desarrollo tecnológico. Tras algunos logros realizados tanto por la Unión Soviética como por otras potencias mundiales entre los años 1957-1973[8], los bloques y Estados hegemónicos a nivel mundial, la URSS (Comunista) y EEUU (Capitalista), entienden que el desarrollo científico tecnológico debe ser motor del progreso humano. Siguiendo a estos, los desarrollistas Iberoamericanos consideran que no están dadas las condiciones en la región para alcanzar este tipo de desarrollo, en consecuencia, se disponen a crear un escenario favorable para que estas potencias se instalen en el país para acelerar el desarrollo científico tecnológico. Repasemos. Se admite la dependencia, la falta de desarrollo científico tecnológico, pero no se admite, se oculta, la otra cara de esta posmodernidad relacionada con una historia de depredación, saqueo de recursos e invasiones militares de los Estados del Atlántico Norte sobre los demás países del planeta. Escribe Amelia Podetti en 1974: “No es extraño entonces que la crítica de la situación contemporánea, la denuncia de la crisis y los males de las sociedades superindustrializadas, y de la explotación a que han sometido y someten a los países dependientes, cuando se hace desde la perspectiva de las ciencias sociales, derive en una recuperación acrítica de la ciencia y la técnica de esas sociedades, sin advertir que justamente han sido moldeadas para construir los instrumentos de la explotación a que han sometido a los hombres, a los pueblos, a la naturaleza. Y ocurre entonces que los análisis se hacen con pautas y criterios procedentes del pensamiento imperial.[9]”
Otro elemento que defienden los frondifrigeristas es la idea de que la Argentina ocupa el lugar de vendedora de alimentos agrícolas y ganaderos en la “división internacional del trabajo.” Aquí también hay ocultamientos, no hay tensiones entre los diferentes Estados del mundo, no hay intereses sino consensos, acuerdos y negocios. No hay imperialismos ni semicolonias, más bien, todo lo contrario: el diario Clarín desde esta fecha y hasta nuestros días, proyecta como verdad absoluta la idea de “no aislarse del mundo” (mundo = mundo de la OTAN). Estas proyecciones se ligan a la vez a un imaginario de “lo nacional” vinculado “al campo”, pero no a la tradición, historia y costumbres del campo de las que hablan José Hernández en El Gaucho Martin Fierro (1872), Joaquín V. González en Mis Montañas (1892) o Leopoldo Lugones en El Payador (1916), sino que la mirada del campo que propone el diario es la del patrón de estancia; peor aún, la del dueño ausentista del campo, como dice el escritor y ensayista del grupo de Boedo, Elías Castelnuovo (Montevideo, 1893-1982): “Es la tierra vista por los propietarios de la tierra.[10]”
II. Segunda etapa. La parte “cívica” de la dictadura militar 1969-1983
En 1969 fallece Roberto Noble abriendo una nueva etapa para el diario Clarín; su viuda, Ernestina Herrera de Noble, se hace cargo de la dirección. Los estudiosos de la historia del diario (Sivak, Ramos, Borrelli) afirman que hasta la llegada de la dictadura militar en 1976 Clarín vivió graves problemas financieros y una difícil batalla judicial por la sucesión de la empresa. Para enfrentar esta crisis, debió superar primero una contienda entre los dos polos en disputa por la conducción de la empresa: el grupo liderado por el gerente general Héctor Cabezas, viejo funcionario de Noble, y los frondifrigeristas, representados por Oscar Camilión. Ernestina de Noble se inclinó por los últimos, depurando a la vieja guardia; en algún sentido, se “desNobilizó” a Clarín. El frigerismo (Frondizi ya no era Presidente) aportó los cuadros para sanear las cuentas y resolver el proceso de sucesión de Noble: el contador Héctor Magnetto, acompañado por sus colegas José Aranda y Lucio Pagliaro, lideró la reestructuración de la compañía entre 1971 y 1972. El abogado Bernardo Sofovich, por su parte, fue el responsable del proceso de negociación con Guadalupe Zapata Timberlake, madre de “Lupita” Noble, quien por entonces tenía 14 años. Así, para diciembre de 1972 “la dirección editorial, política, legal y contable de Clarín había quedado bajo la égida de Rogelio Frigerio, quien pretendía gobernar el país, pero mientras tanto gobernaba Clarín”.
El desarrollismo que proponía Clarín rápidamente colisionó con las propuestas del líder de la Confederación General Económica (CGE) y ministro de Hacienda del tercer gobierno de Juan Domingo Perón (1973-1976), José Gelbard, quien planeaba un plan de reactivación para la industria nacional. Desde Clarín Frigerio descargó furiosas críticas y Gelbard se convirtió en el principal enemigo para el diario. El fallecimiento de Perón (1º de julio de 1974) aminoró el combate con Gelbard, que se cerró definitivamente con su renuncia (21 de octubre de 1974). La consecuencia de estos conflictos, según Sivak, fue la última modificación interna: los frigeristas fueron reemplazados por periodistas “profesionales”, mientras que el grupo de la sección Política ligado a la izquierda del peronismo, resabio del acercamiento entre Frigerio y Perón durante el exilio de este último, abandonó el diario. Arribó en su lugar Juan Garasino, cercano al futuro dictador Jorge Rafael Videla.
Ya durante los meses previos a marzo de 1976, Clarín había endurecido su posición editorial hacia la guerrilla y hacia el gobierno, alentando la posibilidad de un golpe de Estado (Sivak, Ramos, Borrelli).
Los estudiosos del diario explican cómo se desarrolla el proceso por el cual la sociedad anónima Fapel, conformada por los diarios Clarín, La Nación y La Razón, obtuvo y gestionó la fábrica de papel durante la dictadura militar. Al mismo tiempo, dan cuenta de las estrategias políticas, económicas y editoriales de las cuales se valió Clarín para generar oportunidades de crecimiento: jugó estratégicamente entre “duros” y “blandos” del régimen, logró una alianza comercial con su principal competidor La Nación, consiguió beneficiosos créditos y procuró bajar el precio de venta de Papel Prensa.
Luego de un breve período de entusiasmo, y recién cuando la crisis económica resultaba inocultable, desde las páginas del diario aparecieron las primeras críticas al plan económico de José Alfredo Martínez de Hoz, aunque nunca dejó de ser “la tribuna” de defensa política del gobierno de facto, ocultando/silenciando/negando los crímenes de lesa humanidad. Según Sivak, la compra de Papel Prensa, en 1977, profundizó la aprobación política a la vez que proveyó oportunidades de desarrollo económico para la empresa. Durante la gestión del periodista de oficio Marcos Cytrinblum a cargo de la Secretaría General de Redacción, Clarín experimentó un significativo crecimiento, en un contexto en el cual la mayor parte de los diarios y revistas sufría una caída en las ventas. Hacia 1978 el diario cruza dos roles: por un lado, desviar la atención del público hacia terrenos no políticos, no económicos, con una mayor cantidad de páginas y periodistas para la nueva estrella del diario: “la sección deportiva”; por otro lado, favorecido por la campaña oficial del gobierno dictatorial en pos de potenciar al Mundial de fútbol a realizarse en Argentina en 1978 como “el evento del año”, las ventas del diario crecieron exponencialmente.
En el foro interno, entre 1978 y 1983, los estudiosos del diario señalan que se profundizó el deterioro de la relación entre Ernestina Herrera de Noble y el frigerismo. La ruptura definitiva se consumó en enero de 1982. Para seguir adelante, Ernestina se apoyó centralmente en Magnetto; dice Sivak: “el diario retomaría uno de los rasgos salientes del Clarín de Noble: su condición de diario no ideológico y fluctuante”.
III. Tercera etapa. De la fluctuación ideológica a la “gesta por el campo” 1983-2008
La posición señalada por Sivak, fluctuante y no ideológica, sin dudas finaliza en marzo de 2008. Repasemos.
Martín Lousteau, Ministro de Economía del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en aquel entonces, dicta la Resolución Nº 125/2008, que establecía un sistema móvil para las retenciones impositivas a las exportaciones de soja, trigo y maíz. Inmediatamente, desde el diario Clarín se pasó de una posición crítica aunque expectante de las decisiones a tomar por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, a una rivalidad manifiesta, profunda y enérgica, alentando al paro agropecuario, el lock out y el bloqueo de rutas nacionales y provinciales.
Clarín, en aquellos conflictivos días, pasó a ser prácticamente el portavoz de las cuatro organizaciones del sector empresario de la producción agroganadera en la Argentina (Sociedad Rural Argentina, Confederaciones Rurales Argentinas, CONINAGRO y Federación Agraria Argentina), volviendo a florecer aquella visión de tiempo atrás del diario sobre el campo en la Argentina (“la tierra vista por los propietarios de la tierra”), aunque con un agravante mayor: trastornando las realidades en ficciones, lograron motivar la salida a la calle de inquilinos, dueños de monoambientes (40m2) y demás lúmpenes[11] manifestando enardecidos codo a codo con los grandes propietarios de tierras de país (más de 40.000 hectáreas= 400.000.000 m2). Esta postura beligerante no hizo más que “blanquear” una tendencia ideológica ascendente desde al menos 1989 en el diario, que impulsaba una única vía de crecimiento para el país asociada exclusivamente a las exportaciones agrícolas y ganaderas acompañadas por el juego financiero.
El resultado: durante el conflicto se produjo la renuncia del ministro Lousteau, autor de la Resolución 125 cuestionada por los empresarios rurales, pero también por sectores del gobierno y de la oposición. Posterior a la renuncia del ministro, el 17 de junio de 2008, la presidenta Fernández de Kirchner envió al Congreso un proyecto de ley sobre las retenciones a las exportaciones de granos y las compensaciones a los pequeños productores, con el fin de que fuera el Poder Legislativo el que resolviera en definitiva la situación. Luego de ser aprobado por la Cámara de Diputados, el proyecto tuvo una votación empatada en el Senado, razón por la cual debió desempatar el vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, quien lo hizo negativamente en la madrugada del 17 de julio de 2008. Al día siguiente, la presidenta de la Nación ordenó dejar sin efecto la Resolución 125/08.7.
El 3 de octubre de 2008 las patronales declararon un nuevo paro por seis días con cortes parciales de rutas en caso de ser necesario, esta vez para reclamar la completa anulación de las retenciones a la exportación.
Para cerrar este brevísimo recorrido sobre la historia del diario Clarín, citaré a otro pensador nacional, Ramón Doll (La Plata, 1896-1970), quien supo reflexionar sobre las empresas gráficas, los intereses foráneos, la prensa y la idea de la libertad que propone toda esta junta en nuestra región; escribe Doll: “La única empresa comercial que no tiene cortapisas de ningún género, ni inspecciones, ni le alcanzan las ordenanzas municipales, ni reglamentaciones del trabajo y de la industria, es la del periodismo. […] otras veces hemos analizado la anfibología que hay en la expresión libertad de prensa, libertad de imprenta. No pudiendo la prensa ni la imprenta, como cosas materiales, gozar de libertad alguna, debemos ver en esas cláusulas la construcción elíptica de alguno o de los dos pensamientos siguientes: libertad de publicar las ideas por medio de la imprenta o de la prensa. O si no: libertad del poseedor de un diario o de una imprenta para usar y disponer de sus elementos como le cuadre. […] en el segundo caso, la expresión libertad de imprenta está escamoteando un abuso; el dueño de la imprenta, so pretexto de que ‘todo habitante de la Nación puede publicar sus ideas por la prensa’, está ejerciendo abusiva, ilimitada e ilegítimamente, del derecho de propiedad de sus rotativas, sus cajas y su empresa. Las grandes sociedades periodísticas cuidan tanto que ese equívoco subsista que no inscriben el nombre de sus publicaciones en la Oficina de Propiedad Intelectual, sino en la Ley de Marcas. Y es que en cuanto a garantías para disponer como les cuadre de sus instrumentos de trabajo, esas empresas las exigen de acuerdo con los principios de la libertad intelectual; pero en cuanto al trato y organización comercial respecto de sus empleados, al público y a los avisadores, esas mismas empresas ya no hablan de libertad de opinar sino de su calidad de entidades lucrativas[12]”.
Notas
[1]Profesor de Historia —Universidad de Buenos Aires—, Doctor en Historia —Universidad del Salvador—, Especialista en Pensamiento Nacional y Latinoamericano —Universidad Nacional de Lanús—, Docente e Investigador del Centro de Estudios de Integración Latinoamericana “Manuel Ugarte”, del Instituto de Problemas Nacionales y del Instituto de Cultura y Comunicación. Columnista del programa radial Malvinas Causa Central y de Esquina América, Megafón FM 92.1, Universidad Nacional de Lanús. [2]Jauretche, Arturo, Manual de zonceras argentinas, Buenos Aires, Peña Lillo, 1968, p. 240. [3]En su gran mayoría los estudios sobre el diario Clarín aparecen luego de la llamada “crisis del campo” de 2008, momento en el cual el grupo Clarín tomó posición por el sector agropecuario frente a la iniciativa del gobierno nacional presidido por Cristina Fernández de Kirchner de establecer un sistema móvil para las retenciones impositivas a las exportaciones de soja, trigo y maíz. Entre los principales estudios destaco los trabajos de: Julio Ramos, Los cerrojos de la prensa, Buenos Aires Editorial Amfin, 1993; Graciela Mochkofsky, Pecado original. Clarín, los Kirchner y la lucha por el poder, Buenos Aires: Planeta, 2011; Martín Sivak, Clarín, el gran diario argentino. Una historia, Buenos Aires, Planeta, 2013; Florencia Levín, Humor político en tiempos de represión. Clarín, 1973-1983, Buenos Aires, Siglo XXI, 2013; Marcelo Borrelli, Por una dictadura desarrollista: Clarín frente a los años de Videla y Martínez de Hoz (1976-1981), Buenos Aires, Biblos, 2016; [4] El primer ejemplar de Cabildo fue publicado el 17 de mayo de 1973, ocho días antes de que el presidente electo de Argentina Héctor Cámpora asumiera luego de varios años de dictadura militar. En esta época la revista demandó consistentemente el regreso del gobierno militar a través de un nuevo golpe de Estado. No mucho después, el presidente Cámpora renunció, dejando el camino abierto para que Juan Perón volviera al país del exilio y fuera elegido Presidente. La revista fue crítica de Cámpora y agitó constantemente mediante la denuncia clásica de los nacionalismos nacidos en el periodo de entreguerras, sobre el complot masónico-liberal-sionista para entregar las naciones al comunismo internacional. Homenajeó repetidas veces a los dictadores Juan Carlos Onganía y Roberto Marcelo Levingston, invitados de Cabildo en sus reuniones políticas. [5]Martín Sivak, Clarín, el gran diario argentino. Una historia, Buenos Aires, Planeta, 2013, p. 25. [6]Ortiz Pereyra, Manuel, El S.O.S. de mi Pueblo. Causas y remedios de la crisis económica argentina [1935], Buenos Aires, Ediciones del Instituto Superior Dr. Arturo Jauretche, 2012, p. 38. [7]Di Vincenzo, Facundo, “El Desarrollismo interpelado. Amelia Podetti lectora de Darcy Ribeiro”, en Revista Allá Itté, Centro de Estudios de Integración Latinoamericana Manuel Ugarte, Remedios de Escalada, Universidad Nacional de Lanús, Agosto 2022, en: http://revistaallaite.unla.edu.ar/143/el-desarrollismo-interpelado-amelia-podetti-lectora-de-darcy-ribeiro [8]1957, la perra Laika enviada por la URSS se convierte en el primer ser vivo en orbitar la Tierra. 1973, la llamada “crisis del petróleo” interrumpe el proceso de crecimiento de las principales economías del mundo y da inicio a una nueva etapa, marcada por el ajuste fiscal, el achicamiento del Estado y un rol protagónico del mercado bursátil. [9]Podetti, Amelia, “Ciencia Social y Filosofía”, en Revista Hechos e ideas, Tercera época, Año 1, n° 3, Marzo-Abril 1974, Buenos Aires, pp. 71. [10]Castelnuovo, Elías, El sentido de clase en la novela de campo argentino. La tierra vista por los propietarios de la tierra, Buenos Aires, Papeles de Buenos Aires, 1976. [11]El “lumpemproletariado” (del alemán: Lumpen: ‘andrajo/so’; en mexicano escrito lumpenproletariado; también conocido en español como “subproletariado”) es un término marxista con el que se designa a la población situada socialmente al margen o debajo del proletariado, con carencia de conciencia de clase, como los criminales, los mendigos o los desempleados crónicos. [12]Doll, Ramón, Acerca de una política nacional [1939], Buenos Aires, Dictio, 1975, pp. 24-25.
Hacer Comentario
Haz login para poder hacer un comentario