Hace casi diez años un grupo de artistas se propuso abordar colectivamente las relaciones entre el adentro y el afuera desde la literatura, el ensayo periodístico, el dibujo, la pintura, la acción y la performance. “Desde La Oficina Proyectista veníamos elaborando propuestas curatoriales que exploraban dinámicas grupales situadas, de investigación-acción —nos cuenta Juliana Ceci, parte del colectivo desde entonces—. Para abordar una propuesta para el espacio contemporáneo de Fundación Proa, Sonia Neuburger y Pablo Caracuel convocaron a otros tres artistas que ya veníamos trabajando con la relación entre la ciudad, el cuerpo y sus ríos: Carolina Andreetti, Carlos Gradin y yo. Así, en 2014, nace Expediciones a Puerto Piojo como proyecto colectivo”. La propuesta inicial se proponía abordar las relaciones entre el adentro y el afuera tomando como puntos geográficos de referencia la Fundación Proa y el Riachuelo. “Nuestro primer disparador fue la idea de que trabajar in situ no es tener en cuenta solo el espacio expositivo en particular sino también las relaciones que se construyen con su contexto geográfico y social. Estando en la Fundación Proa, en el Espacio Contemporáneo, en el bar, en la terraza, miramos el entorno: el Riachuelo, el viejo puerto, el transbordador, las orillas. Desde Proa percibimos un paisaje muy particular. Nuestro propósito fue estar ahí, transitar ese lugar en relación a su contexto. Poner el cuerpo, recorrer ese espacio. Atravesar el vidrio, transformar el paisaje en territorio. Unir orillas”.

Desde fines de 2018, el grupo quedó conformado por Sonia Neuburger, Carolina Andreetti, Carlos Gradin y Juliana Ceci. Hoy, con iguales perspectivas y focos de atención, el colectivo realiza diversas acciones y expediciones abiertas al público a Puerto Piojo.

¿Qué es y dónde está Puerto Piojo?

Puerto Piojo es una playa de río de Buenos Aires que fue visitada con fines recreativos por vecinos de la zona de La Boca, Dock Sud y la Isla Maciel hasta su cierre en 1976, durante la última dictadura.  Está situada en una zona inflamable rodeada por el Polo Petroquímico de Dock Sud, en la desembocadura del Riachuelo: por esta razón, su acceso es restringido. 

Foto: Juliana Ceci

¿Cuál es el objetivo del proyecto Expediciones a Puerto Piojo?

Conocer e investigar esa playa. Llegar, estar ahí. Vincularnos con su historia, su memoria afectiva. Ponernos en contacto con experiencias vitales ligadas a las márgenes costeras de la ciudad a partir de poder volver y estar en ese territorio. Nos proponíamos conocer su ubicación, definir si era un lugar real o inventado. Nos propusimos alcanzar con el proyecto a todo el mundo en general, a toda la gente interesada en los cambios producidos en las orillas de los ríos por el crecimiento de las ciudades y las áreas industriales. Nuestra presencia volvió a marcar este lugar desaparecido hacía décadas de los mapas oficiales y mentales de los habitantes de la zona. Las visitas, caminatas, exposiciones y publicaciones que promovemos hicieron que volviera a ser visitado por un grupo amplio y diverso de personas, desde artistas y curiosos de las márgenes urbanas hasta vecinos y vecinas de la zona.

¿Cuál es la historia de Puerto Piojo?

Desde que empezamos a investigarla fuimos encontrando indicios desperdigados que hablaban de su paisaje, cuando todavía no terminábamos de hacernos una idea de cómo sería una orilla de arena a metros del polo industrial de Avellaneda. Al principio eran recuerdos aislados que oíamos en charlas con vecinos, o descubríamos en algún libro de historia de Dock Sud que mencionaba las playas, sin muchas precisiones. Después de la muestra en Proa, fuimos encontrando cada vez más datos que nos permitieron empezar a completar la historia. En los comentarios de Facebook, por ejemplo, encontramos un post del grupo Doke en la memoria que publicó un aviso de la muestra, en donde varios usuarios dejaban recuerdos sobre su paso por las playas de Avellaneda en su infancia, y hasta una foto de su paisaje en la actualidad. «… nuestra aventura era llegar hasta Puerto Piojo con los siguientes objetivos, bañarnos en lo que era un agua limpia, empacharnos comiendo moras en la buena cantidad de árboles que había en la zona y, por último, visitar la carcaza hundida de un lanchón donde se había filmado una escena de la película Apenas un delincuente, donde Tito Alonso escondía el dinero robado…», decía Julio Teri. La historia de Puerto Piojo está en permanente movimiento: la vivimos como una historia compartida, fragmentaria, compleja. Hay varias dimensiones que se encuentran en este punto: las memorias de los vecinos y vecinas y las miradas que compartimos en cada recorrido nos van marcando una comprensión paulatina de la situación actual y de los procesos históricos que fueron cercando esta porción de territorio hasta casi hacerlo desaparecer, y nos impulsan a preguntarnos sobre el futuro de esta porción de río.

Foto: Sonia Neuburger

¿Fue la única playa tan cercana a la ciudad de Buenos Aires?

La experiencia del río en la ciudad no siempre fue tan distante como la vivimos hoy. A partir de la llegada a esta playa comenzaron a resonar preguntas sobre la relación de la ciudad con sus ríos. La ciudad de Buenos Aires perdió los usos recreativos de su orilla a fines de los ’70: aún hay muchos vestigios, Costanera Sur aún conserva alguna parte de las construcciones de estos balnearios populares que tuvieron su apogeo en la década del 20.

El paisaje de la playa de Dock Sud era asombroso para quienes habíamos nacido y crecido en Buenos Aires. Ignorábamos por completo que la playa y el paisaje de belleza inabarcable del río pudieran encontrarse tan cerca de donde vivíamos. Nos encontramos también con su estado de deterioro. Puerto Piojo se convirtió en un disparador de preguntas y búsquedas relacionadas con los ríos, las ciudades y el paisaje. Formamos el Colectivo Ribereño para explorar otras áreas de las orillas de la ciudad, a través de caminatas colectivas. Y nos encontramos con una diversidad de proyectos y colectivos interesados en las mismas perspectivas, desde el Proyecto Martín García hasta el Museo del Puerto de Ingeniero White, desde el Museo Comunitario de la Isla Maciel hasta el Cauce Viejo del Riachuelo, entre otros.

¿Cómo son las excursiones, y la experiencia de la gente que concurre?

El río presenta, en sus bajantes y subidas, muchos paisajes diferentes: podemos encontrar grandes extensiones de playa o un río que nos acorrala contra la costa de piedra, palos y basura. Existe gran movimiento en la zona, con obras que han modificado de manera drástica el paisaje. La mirada de la gente que concurre ofrece diversas perspectivas, hemos ido con biólogos y naturalistas que nos han compartido sus conocimientos de flora y fauna, trabajadores del polo que nos han contado cómo son los tanques que vemos siempre de camino a la playa, personas que nos han compartido sus memorias de experiencias vitales junto al río; también está la mirada de Prefectura y del consorcio del puerto. Si bien las expediciones son muy diversas siempre hay un instante de llegada donde ocurre un encuentro con el horizonte, la ciudad puede apreciarse desde una nueva perspectiva y el sol brilla sobre una parte de río en donde pescan los mbiguá.

Luego el grupo baja a la playa, empieza a diseminarse, a recorrer. Ocurren innumerables encuentros, hallazgos, diálogos entre los participantes que enriquecen nuestra mirada sobre este territorio y nos permiten intuir su complejidad. 

Mapa del lugar

Foto de portada: Alfredo Rodríguez

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