La Mgr. Vanessa Di Cecco elaboró su tesis de Maestría en Epidemiología, Gestión y Políticas de Salud sobre el tema “Tendencias de la mortalidad en niños, niñas y jóvenes en Argentina entre 1947-2012” bajo la dirección del Dr. Marcio Alazraqui. La defensa tuvo lugar a fines del año pasado, frente a un jurado conformado por los demógrafos Cristina Massa (Instituto Nacional de Estadística y Censos, Universidad Nacional de Luján) y Martín Moreno (Centro de Estudios de Población, Universidad Nacional de Luján) junto al estadístico Carlos Guevel, (Dirección de Estadísticas e Información en Salud del Ministerio de Salud de la Nación, Universidad Nacional de Lanús), quienes elogiaron la relevancia de la tesis y el tratamiento cuidadoso de los datos.

El trabajo de Di Cecco presenta varios puntos de gran interés, que arrojan nueva luz sobre un área de primordial atención en la sociedad actual.

“Con el equipo de investigación del ISCo –explica la flamante Magister- habíamos leído un artículo de Viner et al. publicado en The Lancet que mostraba que en 50 países a lo largo de 50 años descendía la mortalidad en personas de 1 a 4 años. El descenso era tan pronunciado que generaba un cruce con la mortalidad en personas jóvenes de 15 a 24 años. Ya veníamos trabajando en mortalidad, y decidimos entonces ver si podíamos encontrar esos mismos resultados en la Argentina. Este país no estaba incluido en el análisis de estos investigadores, básicamente porque las bases de datos internacionales no tienen muchos años, y los datos publicados no son fácilmente disponibles”.

A partir de esta idea Di Cecco armó una serie de datos que va de 1947 a 2012, sobre mortalidad en personas de 0 a 24 años. “La tesis toma también mortalidad infantil –dice Vanessa-, pero los resultados más interesantes los centramos en el grupo de 1 a 24”.

En Argentina no existen precedentes de un estudio sobre series tan voluminosas y tendencias tan prolongadas, que recoge información de lo sucedido durante 65 años. La tesis implicó también un gran trabajo metodológico de recolección de datos y de categorización de distintas fuentes. Sus conclusiones señalan además cuestiones que pueden ser muy útiles en la definición de políticas públicas, concebidas no solo como políticas en el sector de salud, sino en su sentido más amplio: el bienestar que un Estado puede aportarle a la sociedad.

 

Varones

Los datos correspondientes a los varones jóvenes que ofrece la tesis de Di Cecco evidencian una tendencia que en determinado punto hace que la tasa de mortalidad de 1 a 4 años se cruce con la del grupo de 20 a 24 años; es decir, que los números de uno y otro grupo tiendan a acercarse (Figura 1). En el período final que toma el estudio, la tasa de mortalidad en niños de 1 a 4 años es aun menor que la tasa de mortalidad en el grupo de 15 a 19 años.

“Esto nos resulta significativo –dice Vanessa- porque hay una cuestión a nivel internacional, con expresiones tales como los objetivos de desarrollo del milenio y la meta de bajar la mortalidad en menores de 5 años, que evidentemente inciden en esta baja. En cuanto a las mujeres jóvenes (Figura 2), las tasas de mortalidad no son tan altas como las de varones, pero ocurre un fenómeno similar: de 1 a 4 años las tasas son similares a las de los varones y van bajando, pero a medida que avanzamos en el tiempo se empiezan a igualar con las de los grupos de 20 a 24 y de 15 a 19 años, hasta que las tasas de mortalidad son prácticamente iguales en niñas de 1 a 4 años y mujeres jóvenes de 15 a 24 años”.

A partir de estos hallazgos la autora buscó desagregar los datos de acuerdo con las causas de mortalidad. “Sin embargo, al tratarse de un período tan largo, la información sobre causas es muy variable. Encontramos causas a partir del año 1960. Hicimos un procedimiento descripto por la Organización Mundial de la Salud, que fue categorizar las causas en tres grupos: uno está conformado por las causas infecciosas, parasitarias, maternas, nutricionales, las cuales constituyen el grupo que de hecho tiende a descender; el segundo grupo son las causas no transmisibles; y el tercer grupo son las ‘causas externas’, donde intentamos enfatizar las que en general tienen origen violento: accidentes, homicidios, suicidios. En este último grupo, se trata de causas en las que aparecen claramente los aspectos relacionales y sociales”.

En sintonía con la investigación “Tendencia temporal de la mortalidad por armas de fuego en Argentina, 1980-2012” , el estudio de Di Cecco muestra que se observa un pico en la mortalidad por causas externas alrededor del año 2001. “Lo más importante, lo que más pesa, son las causas violentas. Podemos ver, en términos de porcentaje, que a lo largo del período estudiado, las ‘causas externas’ pasaron a ocupar, del 45% del total de muertes, al 70% de las mismas en el segmento de varones de 10 a 24 años. No pudimos desagregar estos números por niveles socioeconómicos de modo de estudiar los factores que pueden estar incidiendo, pero lo señalamos como una futura área de estudio”.

 

Mujeres

“Es interesante porque es muy diferente –dice Di Cecco-. La mortalidad femenina por causas infecciosas y no transmisibles bajó mucho, pero sigue bastante estable en lo que obedece a ‘causas externas’. En la mortalidad de las mujeres hay una clara tendencia a descender, si bien señalamos que a partir de 1995 en todos los grupos de edades hay cierto estancamiento: las bajas no son tan claras, bajan más lentamente. Pensamos que es porque ya se han logrado muchas mejoras. De todos modos, habría que mirar más finamente a ver qué está sucediendo para que se produzca este cierto estancamiento. Al mismo tiempo, las ‘causas externas’ empezaron a representar una mayor proporción de todas las muertes de mujeres. Aún así, las tasas generales de mortalidad son mucho más altas en varones que en mujeres: a principios del período había tres veces más mortalidad en varones que en mujeres por causas externas, pero esto fue aumentando, con un pico en 2001 donde la mortalidad masculina llegó a ser casi cinco veces mayor que la mortalidad femenina. En los otros dos tipos de causas casi no hay diferencias entre los dos géneros, pero sí las hay en las causas externas”.

A lo largo del período 1947-2012, el estudio registra una baja de la mortalidad del 92% en el segmento de 1 a 4 años. Se estima que esto en parte obedece a las políticas sociales y políticas de salud diseñadas a partir del énfasis por el cuidado y la protección en edades tempranas. “Buscando información –dice Vanessa-, se evidencia que hay programas orientados a los jóvenes pero que estos no toman necesariamente la cuestión de la mortalidad; de hecho hay muy pocas publicaciones oficiales que lo trabajan. La mortalidad de los jóvenes es un tema que está empezando a salir a la luz, pero está bastante invisibilizado si lo comparamos con lo que sucede en los niños de 1 a 4 años. Eso es algo que debería llamar la atención”.

 

Selección social

A partir de las conclusiones de la tesis de Di Cecco es posible elaborar nuevas líneas de investigación. “No pudimos trabajar desagregando por clases sociales, pero esto sí se hizo en Brasil. Lo que señala allí Cecilia Minayo es que la mortalidad se da particularmente en hombres pobres y negros. Ahí apunta a la cuestión estructural que genera formas de vida en las que es posible esta violencia interpersonal. La investigadora lo compara con la mortalidad infantil, y dice que la mortalidad infantil es una selección social que tiene generalmente mecanismos biológicos (diarrea, infecciones), pero que se enmarca fuertemente en diferencias sociales. A la mortalidad de los jóvenes la llama ‘segunda selección social’, porque está incidiendo sobre personas no deseadas por la sociedad. También se ha tomado este tema en términos de masculinidad. Es llamativo: en un punto nos hace cuestionar la idea de vulnerabilidad social, porque no son ni los más chiquitos ni las mujeres quienes están en esa situación de mortalidad tan alta. Son los hombres jóvenes. Ahí habría que pensar cuál es la construcción de masculinidad que lleva también a ciertas prácticas, ciertas formas que hacen que los hombres jóvenes se mueran tanto”.

Independientemente del alto interés del tema, el trabajo de Di Cecco mostró una metodología de trabajo en la recopilación y tratamiento de la información. La larga duración de la serie implicó relevar los datos existentes, revisar publicaciones históricas en papel, buscar fuentes confiables y verificables, chequear datos, y “mantener buenos vínculos con los bibliotecarios”. “Tenía que tomar fotos porque no se podían ni escanear ni fotocopiar los documentos e informes con los que trabajé; después, volcar la información y revisarla concienzudamente para que no hubiera errores en el traspaso. En los primeros trabajos del período la información de 20 a 29 años estaba sin desagregar en los dos subgrupos (20 a 24 y 25 a 29). Cuando empecé a trabajar con causas me encontré con que la información de 1967, por ejemplo, era muy diferente de la de años anteriores. El otro problema fue clasificar todas las muertes en los tres grandes grupos que actualmente codifica la OMS. Me comuniqué con el profesor Russell Viner para ver cómo había organizado las muertes y llegué finalmente a la directora de la Base de Datos de la OMS, quien me pasó un documento interno que explicaba las distintas clasificaciones, porque la muerte se clasifica según un código internacional que va cambiando con el tiempo. La información que yo tenía a veces no coincidía, porque respondía a códigos resumen utilizados en el pasado. Ese fue otro tema a resolver. Finalmente elegimos estos tres grupos grandes de causas que ya comenté, para minimizar las diferencias que pudieran surgir. Hay muchas preguntas dentro de esas cajas que son las ‘causas externas’. No exploramos eso en la tesis específicamente, pero sería muy interesante hacerlo. Suponemos que la gran caída de mortalidad en mujeres de 15 a 24 años tiene que ver en parte con la baja de las causas maternas”.

Actualmente, la Mgr. Vanessa Di Cecco está trabajando junto con el equipo de investigación del ISCo en estos mismos términos, pero con respecto al territorio de Lanús y con diferentes abordajes. “La línea que trabajamos es desigualdades en salud, y también estamos trabajando en desigualdades urbanas en salud. Sería también muy interesante ver el tema de la mortalidad por jurisdicciones, provincias, regiones”.

Otro de los aspectos que surgió fuertemente durante el trabajo fue el hecho de que aun la información más “dura” está atravesada por la ideología y se constituye dentro de un relato. “Hablo del dato como construcción, como producto de la situación histórica –dice Vanessa-. En un período de los 70, por ejemplo, no hay información. Hay una mirada muy parcial de esos años. Esto es muy importante porque corresponde a épocas de violencia política, que no entraron en las estadísticas oficiales”.

 

 

 

CV
Vanessa Di Cecco es estadounidense. Tiene un título de grado en Pensamiento Crítico Social en Mount Holyoke College, en Massachusetts. “Yo tenía interés en apartarme de algunos de los relatos más clásicos que circulaban en el medio académico sobre lo que había pasado en 2001 y 2002 en la Argentina. En ese momento yo tenía mucho interés en el tema de la globalización y los movimientos antiglobalización, y sobre todo en cuanto a la imposición de las políticas neoliberales. Hice un intercambio para venir a conocer la situación social argentina. Quería ver cómo las políticas neoliberales habían llevado a la caída de la economía argentina, y cómo la gente había encontrado formas de apoyarse mutuamente y de salir adelante. Me impactó mucho ver también el nivel de discusión política que estaba sucediendo en el país. Después de terminar mi carrera de grado decidí volver. Llegué a la Argentina en 2006. Estuve ejerciendo durante algunos años actividades menos formales, y en un momento tuve ganas de insertarme en un contexto académico: busqué un ámbito de salud pública y encontré a la Universidad Nacional de Lanús a través de un libro sobre Salud Colectiva. Hace diez años que estoy en la Argentina, y cinco que estoy trabajando en la UNLa”.

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