«Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores
no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires.
Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores:
la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan.
La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños
son los dueños de todas las otras cosas.”
Rodolfo Walsh
Memoria, historia y olvido
Un estudiante que entra al aula en el Ortega Peña. Un grupo de chicas se toma unos mates en la Plaza de la Democracia. Docentes que van por un café entre clase y clase en el Padre Mujica. Unos bebotes duermen la siesta en el Azucena Villaflor. Los pibes repasan para un parcial enfrente de la Falcone.
¿Por qué señalizar con carteles un edificio? ¿Por qué el acto de nombrar? ¿Por qué se eligen esos nombres?
La memoria es un concepto que desde muchos enfoques ha sido objeto de estudio y reflexión en las ciencias sociales y, más allá de quienes hablando de la memoria remiten a premisas individualistas y descontextualizadas, sostendremos que no es posible una memoria individual pura y eso que llamamos Memoria tiene siempre un carácter social.
Memoria e historia son dos procesos que van de la mano y que se ven atravesados permanentemente por las relaciones de poder que las definen y las nombran. Se dice que La Historia –así, con mayúsculas- la escriben los que ganan. En toda etapa, siempre encontraremos vigentes las estrategias del poder que intentan relativizar la magnitud de lo sucedido con respecto a los grandes hechos que hacen a la historia de un pueblo. Se relativizan, o directamente se niegan.
Y es que el olvido y la Memoria deben pensarse conjuntamente, pues el método del olvido requiere de un proceso que es igual o mayor de intenso que el de la lógica del recuerdo: lo reprimido, lo silenciado, lo borrado no se realiza sobre la nada ni deja como tabula rasa a la historia. Siempre que haya intentos de olvidar, de silenciar, de negar estaremos hablando de hombres y mujeres protagonistas de la historia que intentan ser borrados del relato de una sociedad. En esas idas y vueltas entre la historia, la memoria, el olvido y lo que las sociedades se apropian o desechan es donde se escriben e inscriben los relatos del pueblo. Pueblo que a veces es víctima de injusticias. Pueblo que a veces logra ser protagonista.
En esos intentos de ocultar y negar por parte de algunos, es donde cobra fuerza, como imperiosa necesidad, el relatar el otro lado de esa historia. Porque lo que nunca debe ser el pueblo es silencioso. Y por eso, en nuestro país frente al hecho más horroroso de nuestra historia fueron cientos de miles los y las que de diferentes maneras le han puesto cuerpo y voz al grito de Memoria, Verdad y Justicia.
Nuestra universidad, que desde sus orígenes acompañó esa demanda, encontró la forma de plasmarla designando a sus edificios y espacios públicos con el nombre de personalidades asociadas a las luchas populares por los derechos humanos. El predio inaugurado allá por diciembre del `98 en pleno auge neoliberal, comenzó a materializar una memoria subalterna, invisibilizada, que se puso a la luz, y la conformó como parte fundamental de una memoria institucional. Una memoria que discutía, y aún hoy discute, con los parámetros de “memorización” impuestos por los marcos oficiales y dominantes de quienes intentan negar nuestra historia como Pueblo.
Son estos edificios y espacios la demostración de la permanencia y vitalidad de una forma de entender la historia de nuestro país, del valor ético y moral que implican los Derechos Humanos para la afirmación de la democracia. Construir espacios de memoria, nombrarlos, materializarlos hace que se configuren las representaciones de los valores e ideas que la Universidad erige y hace parte de su cultura. No tanto como simple pasado, sino como representación del presente social, de su reinterpretación, de su disputa, de su dinámica constante en los debates sociales. Porque hacerlo implica una reafirmación de una posición frente a las luchas actuales. Porque la Memoria no es el pasado, sino la representación política, social, dinámica, histórica de los acontecimientos pasados, pero pensados y reinterpretados desde el hoy.
Semana de la Memoria: Identidad, Lucha y Resistencia
El pasado 24 de marzo se cumplieron 42 años del comienzo de una de las etapas más horrendas de la historia nacional: el golpe de Estado cívico-militar. Y una nueva Semana de la Memoria por la Verdad y la Justicia se ha llevado adelante en la UNLa: actividades, charlas, muestras, percusión, intervenciones artísticas que invitaron a la comunidad académica a rememorar y reafirmar la forma de entender la historia.
El día de apertura fue el lunes 19, cuando Hebe de Bonafini brindó una charla en el Aula Magna Bicentenario recibida por la rectora Ana Jaramillo. Ambas compartieron mesa con Luis Alén, director de la licenciatura de Justicia y Derechos Humanos, la secretaria de Cooperación y Servicio Público Georgina Hernández, Tamara Ferrero de la Asociación de Docentes de la UNLa (ADUNLa) y Martín Radics de la Asociación de Graduados (AGUNLa). Un auditorio lleno con los ojos cerrados fue testigo de un momento emocionante, cuando Hebe nos trasladó con su relato a vivir un momento particular. “Piensen en un día cualquiera, una noche, una mañana, una madrugada, una tarde. Llegan a una casa, destrozan todo. Se llevan todo, que son los hijos y queda la desolación. Imaginemos qué pasa en esa casa, qué se siente en ese momento, qué se puede hacer. En ese mismo momento, nuestros hijos nos comenzaron a parir”.
El martes 20, la presidenta de la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, nos visitó en la Plaza de los Derechos Humanos. “Mucha emoción de encontrarme con estos jóvenes tan claros, tan decididos. Lo que les digo es: no cambien. Ustedes son el presente y el futuro. Hay una gran tranquilidad por nuestra parte de que van a seguir luchando cada vez que se necesite, sin violencia. Y sobre todo, que nos acompañen. Porque la fuerza que tienen ellos es contagiosa y nosotras la necesitamos”, señaló con un atardecer de fondo y una ronda de pibes y pibas que la escuchaban.
El miércoles 21 se presentó “Heridas”, uno de los espectáculos itinerantes de la compañía “Teatro por la Identidad”. Susana Cart, integrante y miembro de su comisión directiva señaló: “Hay chicos que nacieron en democracia y no conocen lo que fue la dictadura ni la apropiación de chicos. Nosotros utilizamos nuestra única herramienta que es el teatro. Y así se lo planteamos a las Abuelas hace 18 años cuando nos pidieron que las ayudáramos. Piensen que en el año 2000, cuando empezamos, la gente estaba muy poco enterada de lo que pasaba. En ese momento era importante crear, estimular la duda de los que no sabían”.
Durante la Semana de la Memoria, se lanzó también la campaña “La memoria entre todos” que invitó a la comunidad a contar sus historias o las de familiares, amigos y vecinos sobre lo sucedido durante la última dictadura a través de mensajes en Megafón -la Radio de la UNLa-, redes sociales y mensajes escritos en la Universidad: el terrorismo de Estado dejó marcas en la vida de las personas y desde la Universidad nos propusimos recuperar esos relatos que dan cuenta de lo cotidiano pero no por eso menos profundo en nuestro entorno.
Resistir. Insistir. Sobrepasar
Con esta lógica, en nuestra universidad nombrar un nuevo espacio nos resultaría contradictorio. Por un lado, significaría el dolor de algo perdido. Por el otro, el comienzo de una nueva lucha colectiva y con ella nuevos desafíos de justicia.
Cerca de la Casa del Estudiante Claudia Falcone, una gran madera tallada fue descubierta en el cierre de la Semana de la Memoria para dar lugar a la inauguración de la Plaza Santiago Maldonado con la presencia de Taty Almeida, Andrea Antico y Sergio Maldonado.
“Hubo una movilización en la juventud alrededor del tema. Despertó algo en los jóvenes que se lo tomaron como una bandera propia. Eso fue algo muy valioso, fue una energía como para que nosotros empezáramos a reclamar y entendiéramos qué era lo que estaba pasando” afirmó el hermano de Santiago, con su mirada intensa y cálida.
Y Taty sentenció: “Todos los 24 de marzo el principal motivo es como nunca recordar a los 30.000 y repudiar el golpe cívico-militar-clerical. Pero este 24 de marzo, justamente desde un gobierno constitucional todos los días por un motivo u otro se violan los derechos humanos: el derecho al trabajo, el derecho a la no persecución política, el ajuste. Entonces este 24 de marzo fue una demostración más de que el pueblo unido jamás será vencido”.
Para Sergio Maldonado y su familia, la construcción de la Plaza fue una sorpresa. Y ese regalo para nosotros fue un acto no solo recordatorio, ni de simple homenaje, sino una reafirmación de lo que creemos fundamental para nuestra democracia y nuestra historia: Nunca Más Terrorismo de Estado, Nunca Más Horror y Muerte sobre nuestro Pueblo. Memoria, Verdad y Justicia. Por siempre.
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