“La idea es hacer desde la Universidad un aporte para la producción de evidencia científica que respalde una práctica que viene de las prácticas populares”, dijo el Dr. Hugo Spinelli, director del Instituto de Salud Colectiva de la UNLa, al colocar la piedra piedra basal de lo que será el Laboratorio de Producción de Aceite de Cannabis con Fines de Investigación. Sobre el proyecto ya en marcha conversamos con el Dr. Luis Acosta, Biólogo, Doctor en Ciencias Fisiológicas, miembro fundador de Profesionales de la Salud por el Cannabis Terapéutico (PROCANNT) y Docente-investigador de ISCo-UNLa. El Dr. Acosta es el Director del flamante laboratorio.
¿Cuál va a ser la tarea del laboratorio?
Estará orientada a la investigación. Tenemos el objetivo de desarrollar derivados del cannabis -obviamente garantizando los estándares de calidad según las normativas de ANMAT- para avanzar con estudios clínicos, epidemiológicos y etnográficos. La idea es producir cinco preparados y poner en valor el conocimiento empírico que han generado los usuarios terapéuticos a través de estrategias de autoatención. Desde mi lugar me ha tocado interactuar con muchos usuarios a través de todos estos años junto a la comunidad médica inicialmente comprometida. Y vimos que estos fitopreparados obtenidos a través de la maceración de aceite vegetal con la planta de cannabis tenían efectos terapéuticos muy buenos. Inicialmente lo que se hacía era repetir una estrategia de extracción que venía siendo utilizada, que era la extracción en alcohol, un solvente volátil que luego era evaporado; después se reconstituía la resina con aceites vegetales. Esto implica un proceso complejo que involucra la manipulación de solventes volátiles como el alcohol, con los riesgos que eso implica; es el método que utiliza la “Big Pharma” para producir estos compuestos. A través de la interacción con los familiares de usuarios, pudimos ver que la utilización de macerados era muy eficiente, que presenta un panorama en el cual el proceso de producción es mucho más sencillo y los rendimientos son más altos. Por eso hablamos de poner en valor un proceso de producción que sabemos que funciona, que es más barato y menos peligroso.
Se habla entonces de un cruce entre el saber popular y el saber académico.
Exacto. Y no es casualidad que la Universidad Nacional de Lanús levante esa bandera. El Instituto de Salud Colectiva de la Universidad entiende a la salud no como la ausencia de enfermedad sino como bienestar tanto físico como emocional, que tiene que ver con un montón de otras cuestiones y no solo con la ausencia de patología.
¿Cómo surgió la idea de crear este laboratorio?
Todo surgió relativamente rápido, hace unos cuatro o cinco meses. El Instituto nos convocó a mí y al doctor Carlos Magdalena, un neurólogo infantil que trabaja en el hospital Gutiérrez y viene acompañando a usuarios y familiares desde el 2016. Dijimos que era relativamente sencillo producir aceite si íbamos con el método de los fitopreparados. En realidad, los fitopreparados pueden hacerse de cualquier vegetal, incluso para comercialización: podés hacer un fitopreparado de caléndula, de diente de león, de romero, de cannabis; es una maceración en un aceite vegetal y filtrado, obviamente de acuerdo con las normas.
Me hice cargo del proyecto, empecé con el diseño del laboratorio, el proceso de producción, los fundamentos médicos, sanitarios, económicos y demás, lo presentamos en el Consejo Superior y se aprobó por Resolución del Consejo Superior Nº086/21 en mayo de este año. En el mes de agosto va a empezar la construcción. La ventaja de arrancar un laboratorio específicamente para esto es que nos permite adecuarnos a las normativas que requiere el ANMAT para la aprobación de una instalación que produzca fitopreparados. La elaboración va a depender de los tiempos y las cuestiones relacionadas con la producción de la materia vegetal, para lo cual queremos impulsar las cooperativas. Entendemos que hay un valor muy importante en las estrategias y la información que han desarrollado los cultivadores, es decir los familiares de las personas usuarias, que tienen que ser reconocidos. Lo que pretendemos es que se pueda de alguna manera legitimar el trabajo de todos estos cultivadores familiares a través de la creación de cooperativas.
¿Ya existen laboratorios similares?
Que trabajen con fitopreparados, en EE.UU., pero en ese sentido estamos siendo bastante innovadores. Todos los proyectos que andan dando vueltas apuntan a la extracción en alcohol, apuntan a destruir el complejo multipolimolecular que tiene la planta de cannabis. La flor tiene mucho más de cien compuestos con propiedades terapéuticas. Hay un grupo muy importante de compuestos que son los terpenos, las moléculas que dan las propiedades organolépticas, que tienen una gran cantidad de aplicaciones terapéuticas. Por dar un ejemplo, es como lo que pasa con la lavanda: nuestras abuelas sabían que regula el humor, baja la ansiedad y ayuda a dormir mejor. Por eso se trata también de poner en valor todas esas cuestiones. Hay técnicas que apuntan a separar los compuestos, pero nosotros no vamos por eso, nosotros tenemos que respetar el espíritu de la planta. Todos estos compuestos trabajan de manera sinérgica a través del “efecto séquito”: es decir, que actuando de manera conjunta garantizan un mejor efecto terapéutico. La ciencia ya está empezando a dar respuestas en ese sentido. Hay análisis de cannabis hechos en Brasil donde validan el efecto para la epilepsia comparando un extracto puro de CBD o aceites ricos en CBD. Un grupo de Cristina Sánchez, en la Universidad Complutense de Madrid, viene estudiando las propiedades antitumorales del cannabis: lo que están haciendo ahora es probarlas con un extracto completo de una planta enriquecida con THC, lo que implicaría una capacidad antitumoral significativamente mayor que la del THC puro.
¿Cuáles son los usos terapéuticos que se están dando al aceite de cannabis?
Si uno piensa en cannabis automáticamente piensa en dolor y neurología. Las patologías que inicialmente abrieron el juego fueron la epilepsia y el autismo, donde se vio que había un resultado y que era contundente; el Dr. Carlos Magdalena tiene un recorrido muy importante hecho en ese sentido. Después se empezó a ver que esto iba mucho más allá. Por ejemplo a todos nos duele el cuerpo, y a todos nos va a doler el cuerpo, porque envejecemos y ese envejecimiento implica una disminución de los cannabinoides que nosotros producimos: al administrar cannabinoides externos se restablece ese equilibrio en el cuerpo evitando sentir dolor crónico en adultos. Esa es una de nuestras líneas de investigación, avanzar en cuanto al dolor crónico en adultos y al dolor en general.
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