Como mencionamos en uno de nuestros editoriales[1], la conformación de una identidad, de un punto de encuentro activo, anclado en una comunidad propia de la revista, era inimaginable en abril de 2005 cuando publicamos el primer número de Salud Colectiva. Desde el inicio entendimos que no jugábamos solos y que, para ocupar un lugar en el campo editorial científico, debíamos construir legitimidad no solo a nivel nacional y regional, sino también internacional, y eso es muy complejo de lograr.
Dentro de una concepción bastante acotada de la tarea editorial, los actores que participarían en una revista científica serían editores, autores y revisores, y el trabajo finalizaría con la publicación de un número. Sin embargo, entendemos que el universo de actores es mucho más vasto –interactuamos con lectores, instancias de evaluación de revistas científicas, entidades que generan marcos normativos en ciencia y tecnología, organismos de evaluación de investigadores, servicios de indización, compañías comerciales, etc.– y existen otras etapas, como la distribución, la difusión y la comunicación, sin las cuales la publicación de los contenidos quedaría opacada y sin visibilidad.
Para poder integrar a todos estos actores en el trabajo cotidiano, desarrollamos cinco módulos (evaluación, edición, publicación, distribución y comunicación) lo que nos permitió evaluar cada proceso por separado y generar estrategias específicas para disminuir los tiempos de gestión y optimizar los recursos. Consideramos que fue un paso muy importante que posibilitó generar ciertos indicadores[2], y reflexionar sobre la gestión editorial como área específica.
Hasta hace poco tiempo, toda la información que circulaba por esos módulos no estaba centralizada en un sistema, lo cual era una gran preocupación para nosotros. En función de eso, hace algunos años armamos un equipo de trabajo con los editores de las revistas científicas de la UNLa, la Dirección de Informática, la Licenciatura en Sistemas, la Biblioteca Rodolfo Puiggrós, el Instituto de Salud Colectiva, el Departamento de Humanidades y Artes, el Departamento de Planificación y Políticas Públicas y el Departamento de Desarrollo Productivo y Tecnológico, para la incorporación del Open Journal Systems (OJS) un programa de gestión, publicación y distribución para revistas científicas, desarrollado por el Public Knowledge Project (PKP), que tiene la gran ventaja de ser de descarga libre y gratuita y, dado que su código fuente fue liberado bajo una Licencia Pública General de GNU, cuenta con una comunidad internacional que trabaja de manera colaborativa para generar nuevas soluciones y actualizaciones. Como resultado de ese trabajo colaborativo, en los primeros meses de este año quedó oficialmente inaugurado el Portal de revistas científicas de la UNLa “Arturo Peña Lillo”, basado en el OJS.
En nuestro caso en particular, empezar a trabajar con esta plataforma significó, por un lado, un esfuerzo muy grande de adaptación y, por otro, un salto significativo en la calidad de los procesos de gestión y en la visibilidad de los contenidos.
Como el cotidiano del trabajo editorial está invadido por el hacer, en general se privilegia la gestión como un componente fundamental que ordena ese hacer, cuya función sería generar estrategias para maximizar los tiempos y los recursos económicos. Sin embargo, creemos que si no se analizan las reglas del juego para poder decidir qué política adoptar, se corre el riesgo de hacer muchas cosas sin ir hacia ningún lado. Desde esta perspectiva abordamos cada uno de los módulos de trabajo de forma crítica, intentando construir prácticas contextualizadas y sustentadas en la política editorial adoptada por la revista.
Módulo evaluación
Las revistas científicas publican un alto porcentaje de artículos que difunden resultados de investigaciones, cuya validez es evaluada por pares académicos. Quienes redactan los artículos y eligen a qué revista enviar su trabajo son los propios investigadores, por lo que tanto los autores como los revisores no forman parte de la estructura de la revista y es necesario integrarlos al proceso de trabajo a través guías, manuales, informes, es decir documentos que faciliten su tarea y que, a su vez, esa tarea se ajuste cada vez más a los requerimientos técnicos exigidos a la revista por las bases de datos. Para responder a esta necesidad nos abocamos, por un lado, a redactar distintas guías de trabajo propias de Salud Colectiva y, por otro, a recopilar información referente a ética en investigación y ética en publicación. Todo este material está a disposición de los autores tanto en español como en inglés en nuestra página institucional[3].
Como la presentación de artículos está abierta todo el año, en este módulo se trabaja de forma continua. En el año 2015 recibimos 173 trabajos provenientes de 19 países, de los cuales Argentina, México, España, Brasil, Colombia, Chile y EE.UU. aportaron el mayor número de artículos. Como resultado de los procesos de revisión en los que participaron una gran cantidad de revisores externos[4], se aprobaron 43 artículos (24,9%). Tanto el envío de artículos por parte de los autores, como la gestión de todos los procesos de revisión se realizaron en 2015 a través de la página institucional.
Módulo edición
En los últimos años, las redes de distribución de contenidos científicos se transformaron en sistemas de información computarizados que recopilan y distribuyen la información de forma automatizada sin la participación de personas. Esto lo hacen a través de un lenguaje creado para que los sistemas de información dialoguen entre sí, por lo que actualmente los editores deben editar no solo el lenguaje destinado a los humanos sino también el metalenguaje destinado a las máquinas. Esto requiere de la adecuación de los contenidos a nuevos estándares de edición, lo que nos obligó a ponernos a estudiar nuevos programas y procesamientos complejos. Como resultado, este año logramos editar nuestro primer número en un formato llamado XML, que otorga una visualización más interactiva de los contenidos[5]. A su vez, el abandono de la versión en papel y el pasaje a un soporte exclusivamente electrónico, nos permitió incorporar en el proceso de edición algunos elementos innovadores al archivo PDF, como las imágenes en color, o los hipervínculos a la página institucional de la revista, y a identificadores como el ORCiD (código internacional de cada investigador), y el DOI (código internacional del artículo).
Módulo publicación
Durante diez años publicamos tres números por año, y a partir del año pasado, pasamos a cuatro números por año, lo que significó un mayor trabajo de edición. En 2015, publicamos un total de 39 trabajos, de los cuales el 82% fueron artículos originales de investigación, en los que participaron casi 100 autores[6].
Si bien reconocemos la relevancia que ha tenido la versión impresa en el proceso de crecimiento y consolidación de la revista, ya no se imprimirá más en papel. Estamos ante un nuevo contexto de grandes avances en cuanto a la visualización de los contenidos en pantalla y creemos que es allí donde debemos concentrar los esfuerzos y desarrollar nuevas funcionalidades, por lo que desde el Nº 2 de 2015, Salud Colectiva se publica exclusivamente en soporte electrónico, en español y en inglés.
Módulo distribución
Desde los primeros años privilegiamos el acceso abierto y la libre circulación del material publicado, por lo que apostamos a las bases de datos de acceso abierto como los mayores distribuidores de contenidos científicos, entendiendo el uso y la apropiación abierta como un indicador del impacto de esos contenidos.
A inicios de 2006, al cumplir nuestro primer año, comenzamos a presentar la revista a distintas instancias de evaluación y, al cumplir tres años de existencia ya habíamos ingresado al circuito de acceso abierto (Redalyc, DOAJ y Dialnet) y, a los cuatro años, a Social Sciences Citation Index y Scopus. El ingreso posterior a SciELO Argentina nos abrió las puertas de otro circuito (SciELO Salud Pública y Medline) que nos permitió una mayor legitimación dentro del área temática específica. Esta rápida indización posibilitó el ingreso de la revista a los sistemas de evaluación de la producción académica y ser categorizada en España, Brasil y Colombia, lo que provocó un aumento de los artículos recibidos.
En este módulo de distribución es donde implementamos la mayor cantidad de innovaciones en los últimos dos años. El traspaso de todos los contenidos publicados desde 2005 a la nueva plataforma OJS fue una gran tarea que mejoró la visibilidad y la interacción con las bases de datos, y posibilitó la asignación automatizada del DOI a cada uno de los artículos publicados. Incorporamos, además, las redes sociales como un nuevo canal de distribución de contenidos, entre las cuales Facebook se consolidó como un espacio importante con una comunidad de más de 4.000 personas que responden activamente a cada nueva publicación.
Salud Colectiva (English Edition)
Este proyecto surgió en 2011 a partir de la integración de recursos al interior de la propia Universidad. Está conformado por estudiantes avanzados de la carrera de Traductorado Público en inglés, por sus docentes y tutores, y por la editora en inglés, Vanessa Di Cecco, quien realiza el trabajo de corrección y revisión final sobre la base de los criterios editoriales de la revista.
Poner en discusión los mandatos que reiteran que “el inglés es el idioma de la ciencia”, nos llevó a descartar la posibilidad de publicar textos exclusivamente en inglés, a reafirmar la elección de constituirnos en un espacio editorial para el pensamiento crítico en español, y a pensar de qué modo llevar esa producción a otras latitudes. Así nació la edición bilingüe español-inglés, que generó otros desafíos. En el discurso generalizado sobre la necesidad de incorporar el inglés, no se plantea esta lengua como un segundo idioma, sino como reemplazo del original. Las ediciones bilingües, en cambio, conservan el idioma original, traducen el contenido y lo publican en dos idiomas. Este tipo de ediciones, que no son características de los países anglosajones ni de la industria editorial comercial, se enfrentan a ciertas barreras técnicas que impiden la incorporación de la segunda versión en algunas bases de datos, las que sí son admitidas en plataformas como SciELO, que surgieron con el objetivo de dar visibilidad a la producción de nuestros países y que responden a las prácticas editoriales de la región.
Esta edición bilingüe, a su vez, permite abrir las puertas para que autores de otras latitudes, de pueblos no necesariamente angloparlantes, puedan ser leídos en español y circulen por Iberoamérica. Los textos que se traducen al español pasan a formar parte del cuerpo de bibliografía disponible para el mundo académico Iberoamericano, en su propio idioma y en acceso abierto, dando nuevo peso y relevancia a ese pensamiento para los investigadores de la región y promoviendo nuevos intercambios de ideas sobre la salud colectiva.
El camino de construcción de la English Edition ha sido de colaboración y aprendizaje con los integrantes del traductorado. A partir de la primera experiencia, fuimos conformando una guía de traducción y estilo y un glosario para poder consolidar las decisiones de edición y de traducción tomadas y compartirlas con cada nuevo grupo de practicantes. Además de este recurso, que se enriquece con las experiencias de todos los años, los estudiantes pueden consultar dudas terminológicas o de estilo directamente con la editora en inglés. Estas comunicaciones, a su vez, producen nuevo material para la guía, que queda a la disposición de futuros practicantes. Después de que los trabajos hayan sido revisados por la editora en inglés y aprobados por los autores, se publican electrónicamente. Esto implica, entonces, que como resultado de sus prácticas, los estudiantes del traductorado cuentan con traducciones publicadas y accesibles en línea.
Estimamos que para cada número de la revista que sale en inglés, participan alrededor de 25 personas, entre los estudiantes que traducen, las tutoras que corrigen, la editora que revisa, y los autores que dan sus sugerencias y aprobación final. Este gran esfuerzo es posible gracias a, en primer lugar, el trabajo de los practicantes, y fundamentalmente el apoyo de la UNLa. Por eso implementamos un encuentro anual entre la revista y el traductorado, en el que les contamos a los estudiantes más acerca de la revista y cómo se conformó, les transmitimos el posible impacto de su labor de traducción y, sobre todo, les agradecemos su trabajo, que hace que esta gran apuesta que es la English Edition pueda seguir en marcha. El último de estos encuentros fue el 4 de abril de 2016, donde se reconoció el trabajo de 37 estudiantes a lo largo de 2015.
[1] Martinovich V, Arakaki J, Spinelli H. Diez años de Salud Colectiva: una aproximación a las reglas de juego del campo editorial científico. Salud Colectiva. 2014;10(1):5-13. http://dx.doi.org/10.18294/sc.2014.205
[2] Ver las estadísticas sobre artículos recibidos/aceptados, porcentaje de aceptación, contribuciones publicadas y promedio de tiempo (recepción-publicación) en: http://revistas.unla.edu.ar/saludcolectiva/pages/view/Estadisticas
[3]Además de la extensa “Guía para autores”, en la página se pueden encontrar otros guías de trabajo que elaboramos especialmente para los autores: Cómo digitalizar imágenes, Cómo exportar imágenes, Cómo presentar cuadros y figuras, Cómo enviar un artículo, Cómo preparar un artículo, etc. Ver http://revistas.unla.edu.ar/saludcolectiva
[4]Como forma de agradecimiento al trabajo realizado por los revisores, todos los años publicamos el listado de colaboradores en la entrada “Revisores 2005-2016” de la página institucional.
[5] Este nuevo formato se puede ver en el volumen 12 número 1, ingresando a las etiquetas “SciELO (ES)” que aparecen en la tabla de contenidos del número.
[6] La comparación de estos números con relación a los años anteriores, pueden encontrarse en la entrada “Estadísticas” de la página institucional.
A modo de cierre
Estas son tan solo algunas de las líneas de trabajo que desarrollamos en estos años. Estábamos convencidos de que una revista científica editada por una universidad pública argentina podía circular por las bases de datos más reconocidas a nivel internacional y lo confirmamos. Requiere de mucho trabajo y esfuerzo, pero sobre todo de romper con ciertas concepciones arraigadas. Para esto es necesario no solo afianzar y mejorar constantemente nuestra práctica editorial; entender la calidad editorial como un conjunto de decisiones políticas y de acciones vinculadas a la gestión, la edición, la comunicación, la distribución, la ética en publicación, etc.; sino, sobre todo, conformar una identidad colectiva que nos permita pensar políticamente el campo editorial científico y fortalecer el rol de las revistas científicas no industrializadas para construir conocimientos desde el sur.
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