“La felicidad de un pueblo se condiciona con la satisfacción de las necesidades primarias: trabajo, alimento, ropa, vivienda, medicinas, cuidado médico cuando es necesario; y agregamos a esto: un esparcimiento apropiado.”
“En una sociedad cristiana no deben ni pueden existir clases sociales definidas por índices económicos.”
Ramón Carrillo
Para dar cuenta de que un país prioriza las condiciones de vida de sus habitantes, hay que analizar algunos indicadores claves como el de la pobreza, la ocupación, la inversión en salud y educación. El indicador del gasto de salud como porcentaje del Producto Bruto Interno influye en otros índices importantes como los de morbilidad, mortalidad, invalidez, maternidad, nutrición, etc. Por estas razones, elegimos recorrer la política sanitaria del doctor y ministro Ramón Carrillo durante las presidencias de Juan Domingo Perón, con el objetivo de recuperar herramientas para las políticas públicas de salud en la actualidad. Al mismo tiempo, analizamos la inversión en salud durante los últimos 20 años en nuestro país.
La gestión de Ramón Carrillo
Como señala Juan José Hernández Arregui —uno de los clásicos del Pensamiento Nacional Latinoamericano— al referirse a la política de salud de Perón-Carrillo, la inversión pasó de 11 millones en el año 1943 a más de 350 millones durante sus gestiones.
En primer lugar, la Secretaría de Salud Pública fue jerarquizada y cobró estatus de Ministerio. Durante su misión Carrillo creó la salud pública del país, construyó unos 230 hospitales, duplicó la cantidad de camas hospitalarias y erradicó endemias como la del paludismo. Creó alrededor de 50 institutos como los de Hemoterapia, Cardiología, Enfermedades Alérgicas y del Quemado y logró bajar las enfermedades por la implementación de una política sanitaria integral. En su discurso de asunción destacó que la medicina no era un hecho individual sino, y sobre todo, social. En ese sentido consideró que trabajo, vivienda y alimentos sanos eran los componentes indirectos de la salud y de la felicidad del pueblo. Sostenía que ningún habitante de la Nación podía estar desamparado por el solo hecho de carecer de recursos, y que el dolor y la enfermedad eran considerados niveladores sociales. Argumentaba que no existirá verdadera justicia social mientras el pobre no disponga de idénticas posibilidades, elementos y asistencia para curarse que el rico.
Carrillo contempló además la variable geográfica: no podía ocurrir que en Capital Federal hubiera un médico cada 381 habitantes contra uno cada 4350 en el interior de la República. Apuntaba a que la mayoría de los fallecimientos por enfermedades infecciosas se producían en medios rurales. En el discurso pronunciado en el año 1946 durante la inauguración de viviendas para obreros mencionó estas diferencias: “Si de los ambientes urbanos, nos dirigimos a los rurales, entristece frecuentemente ver los ranchos miserables que aún se levantan por todas partes y en los cuales se aloja una familia campesina que no puede sentir la felicidad porque su vivienda depara tristeza y no alegría”. Consideraba la tuberculosis, por ejemplo, como un problema de vivienda. El hacinamiento aumentaba la posibilidad del contagio, y con ello las causas de enfermedad y muerte. Pero también afirmaba que a esa situación se sumaban todos los factores de la miseria, como la falta de alimentos, su mala calidad, y la incapacidad para administrarlos con normas mínimas de higiene alimentaria. Carrillo proponía una campaña en favor de la vivienda higiénica y contra la habitación insalubre. Presentó leyes de construcción de 20.000 viviendas para que cada obrero tuviera su propia casa.
En otras conferencias, el ministro continuó fundamentando sus ideas sobre los elementos sociales a tener en cuenta para la salud pública: agua potable, urbanismo, alimentos, vivienda, el nivel de salarios y otras cuestiones que hacían a la higiene pública. Señaló con énfasis la política transversal y la articulación entre ministerios: “Salud Pública hermanada con Trabajo y Previsión” para establecer acciones médicas integrales y, por lo tanto, más efectivas. Otro ideal que mencionaban tanto el presidente de la Nación como su ministro de Salud era la medicina preventiva: deseaban que no fueran más necesarios los hospitales ni los mismos médicos, puesto que así se habría consumado el triunfo de la medicina, el triunfo del espíritu sobre la materia, el triunfo del bien sobre el mal. Carrillo señalaba que el ideal era la transformación de los hospitales de cura en hospitales de medicina preventiva. Argumentaba que correspondía reducir la actividad de la industria farmacéutica por falta de consumo. Estos serían indicadores de la efectividad de la política de salud: “Me gustan los hospitales sin enfermos, porque eso me evoca el día del triunfo de la medicina”.
La salud, problema individual y colectivo
Otra de sus propuestas fue que los médicos debían analizar a los enfermos como un complejo no solamente somático sino psicológico y social. Por eso Ramón Carrillo propuso una doctrina integral entendiendo al hombre y a la mujer en un medio social determinado. Insistió en la salud como un problema individual y colectivo: “La salud es la base de la felicidad popular, y se define como el bienestar físico, mental, moral y social del individuo, pues este es una resultancia del medio ambiente social, como el enfermo lo es del medio ambiente físico. El medio social físico, de cuya armonía depende la salud del pueblo, cuando se modifica, cuando se altera o cuando se desequilibra, produce todas las enfermedades posibles y es el principal factor en el proceso de la desintegración orgánica de los individuos y de las naciones. Por eso, cuando desde la Secretaría de Trabajo y Previsión se combatieron todos aquellos componentes económicos y sociales que gravitaban negativamente en la vida de la población; cuando se luchó contra los bajos salarios y la desocupación para levantar el estándar de la vida de la clase trabajadora, se desarrolló una acción concurrente con las autoridades sanitarias. “¿De qué sirve a la medicina resolver científicamente los problemas de un individuo enfermo —se preguntaba Carrillo—, si simultáneamente se producen centenares de casos similares de enfermos por falta de alimentos, por viviendas antihigiénicas —que a veces son cuevas— o porque ganan salarios insuficientes que no les permiten subvenir debidamente sus necesidades? ¿De qué nos sirve que se acumulen riquezas en los bancos, en pocas manos, si los niños de los pueblos del interior del país andan desnudos por insuficiencia adquisitiva de los padres y tienen así que soportar índices enormes de mortalidad infantil, del 300 por mil, como ocurre en algunas mal llamadas provincias pobres, que yo llamaría más bien provincias olvidadas? En los estratos sociales populares hay más enfermos y más fallecimientos. Con la inversión que se llevó a cabo, este indicador se modificó”.
El ministro de Salud continuó insistiendo sobre la medicina social e integral: “Una nación podrá producir grandes pintores, poetas, filósofos y hombres de ciencia que revolucionen la técnica; podrá ser el primer país industrial del mundo, o el más grande granero de la tierra o el primer productor de carnes o de petróleo, pero no podrá considerarse nación civilizada y culta mientras sus niños mueran de hambre y de la pobreza que es la madre de la desnutrición, del niño desnudo y de la vivienda antihigiénica. No puede haber pueblo sano mientras su nivel de vida se mantenga bajo; era un lamentable procedimiento, una caricatura de la medicina, el inyectar a ese pueblo sueros y vacunas, darle medicamentos contra las enfermedades por un lado, si por el otro era explotado y mantenido en la pobreza y el abandono sanitario. No puede haber medicina sin medicina social y no puede haber medicina social sin política social del Estado”. En este sentido, Carrillo resaltaba la necesidad imperiosa de políticas públicas articuladas y transversales.
Otra de las concepciones del peronismo fue la inversión y el destino que se le dio a la ciencia. Juan Domingo Perón siempre señalaba que la misma debía garantizar la felicidad de la humanidad en lugar de destruir pueblos enteros a través de las guerras. En esa dirección, Carrillo decía: “Si se piensa en las inmensas cantidades de dinero que se han invertido para destruir ciudades y hombres en todas las guerras económicas o ideológicas, se comprende cuán ridículas y pequeñas son las sumas que reclamamos los médicos para decidir a favor del hombre en esa guerra permanente y traidora, que nos está minando desde adentro y destruye día por día a nuestros seres queridos, a nuestros hijos, y con ellos el potencial biológico de la patria”.
Balance Epidemiológico
Finalmente Carrillo presentó un Balance Epidemiológico: Bases de un plan sanitario inmediato para el descenso de los índices de morbi-mortalidad por enfermedades infecciosas que proponía:
- Organización de una estadística sanitaria. Argentina carecía de estadísticas precisas y sin estadísticas no se puede planificar ninguna acción eficaz.
- Creación de una red de laboratorios destinados al diagnóstico precoz de todas las enfermedades infecto-contagiosas.
- Educación sanitaria de la población a través de campañas de difusión.
- Instalación de unidades sanitarias rurales.
- Extensión y ampliación de obras sanitarias de saneamiento e ingeniería sanitaria.
- Socialización del cuidado médico a través de centros de salud, creación del médico de familia, Registro Sanitario de Familia.
Para:
- Aumentar la cantidad de camas hospitalarias.
- Combatir epidemias y endemias graves.
- Reducir la mortalidad infantil y disminuir la natalidad en los grandes centros urbanos.
- Resolver la subalimentación en el interior.
- Evitar la invalidez y las muertes prematuras.
- Reducir el costo de los medicamentos.
- Implementar la higiene.
- Ayudar a los hospitales privados.
- Organizar la Demología[1] Sanitaria para las estadísticas.
- Crear empleo.
- Organizar la medicina preventiva.
- Inaugurar hospitales termales por el clima.
- Organizar la profesión médica para atacar males colectivos.
- Plan de educación sanitaria a través de la difusión y propaganda.
- Política sanitaria internacional.
La salud en la Argentina en los últimos 20 años (2000-2021)
Según el porcentaje destinado a salud del Producto Bruto Interno en Argentina, la menor inversión fue durante el año 2003 (6,9%) y la mayor durante el año 2020 (10,3%). Esta suba en la inversión tuvo correspondencia directa con el Covid-19. Tras décadas de un funcionamiento deficiente, el estrés sanitario que causó la pandemia puso en evidencia los problemas estructurales de la salud pública (y privada) en la Argentina.
No obstante, en la actualidad la inversión en salud cayó considerablemente. Si bien aún no hay datos oficiales, se conoce a través de información periodística, de observatorios, de consultoras y de ONG’s que se congelaron salarios para todo el personal médico, enfermeros y administrativos en un país con una inflación altísima; que faltan insumos y medicamentos de todo tipo en los hospitales públicos; y que las prepagas y obras sociales aumentaron excesivamente sus cuotas y muchos afiliados ya no pueden pagarlas.
En tiempos en que escasean los alimentos, el agua potable, las cloacas, aumenta la desocupación y baja la inversión en salud y en otros rubros, es importante recuperar las políticas públicas destinadas a la salud para mejorar la calidad de vida del pueblo. Las políticas neoliberales en nuestro país ya muestran resultados, marcando un cambio de paradigma en la salud pública.
Carrillo decía: “El cuerpo médico y nuestros hospitales han procurado siempre compensar sus deficiencias técnicas y la pobreza en que todavía se debaten, sirviendo a la población según el precepto divino de ayudar al prójimo como a sí mismo. Valga esta elevada norma cristiana como excusa de nuestras propias deficiencias y valga también el hecho de que, en nuestra patria, se presta asistencia médica sin negársela a nadie, sin hacer de ellos un artículo de comercio, concepto este que no domina en otros países, que exponen con orgullo sus grandes nosocomios, pero exhibiendo en la puerta las leyes de asistencia que la cierran para el extranjero y que obligan a que todo beneficiario pague su asistencia médica”.
Esta concepción altruista, de amor al prójimo, de solidaridad, de construcción de un espíritu cooperativo es necesaria cuando priman el individualismo, la competencia, la visión del otro como rival o enemigo. No se trata solo de una concepción profundamente cristiana sino de hermandad latinoamericana, retomando los orígenes de la Patria Grande cuando éramos una unidad y, en la práctica, hermanos
Fuentes utilizadas:
- Carrillo, R. (2006) Política sanitaria argentina. Textos elegidos. Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología.
- Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL): Datos y estadísticas. Ver en línea: https://statistics.cepal.org/portal/cepalstat/dashboard.html?theme=1&lang=es
- Hernández Arregui, J.J. (2011) Peronismo y socialismo. Bs.As.: Ediciones Continente.
[1] Ciencia que «estudia al pueblo, no solo lo describe; no solo estudia al ‘demos’ (pueblo) por el método estadístico, sino también por cualquier otro método de investigación. Más amplia y comprensiva que la demografía, la demología estudia todos los movimientos humanos y deduce de ellos leyes generales y abstractas” (Bielsa, R. (1955) Ciencia de la Administración. Buenos Aires, Depalma.
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