La muestra El Siluetazo a 40 años. Una mirada desde adentro se exhibe hasta el 16 de octubre en el edificio Manuel Dorrego de nuestra universidad. La exposición recorre a través de las fotografías de Guillermo Kexel —y la curaduría de Ernesto Pereyra— la intimidad del Siluetazo llevado adelante en septiembre de 1983 durante la tercera Marcha de la Resistencia, cuando miles de personas se congregaron en Plaza de Mayo para visibilizar el reclamo por los desaparecidos.

“Mientras los radicales festejaban sus primeros cien días de gobierno, nosotros volvíamos a poner el tema en la agenda. La gente empezó a hacer siluetas, algunos con plantillas de cartón que llevamos y otros simplemente se tiraban sobre papeles en el piso. Las fotos son un homenaje a quienes se lanzaron al piso, cubriéndose de pintura, y que transformaron aquella idea en un acontecimiento histórico que resonaría en el mundo”, expresó Kexel tras el acto de inauguración en la UNLa.

La muestra, además, está articulada con un proyecto de investigación Amílcar Herrera sobre Arte-Memorias de las violencias de Estado y acciones performativas en el espacio público, que llevan adelante las docentes Valeria Barbuto, Teresa Laborde y Analía Lutowicz.

“Abordamos el sentido de arte desde una concepción más amplia, de lo que tiene que ver con la idea del activismo. O sea, el arte puesto al servicio de la acción comunicativa política, social, institucional, ocupando el espacio público y por otra vía que no es estrictamente arte, pero sí que tiene que ver con la cultura”, explica Valeria Barbuto, coordinadora del Instituto de Justicia y Derechos Humanos de la UNLa.

“Y en esa línea —agrega Barbuto— aparece el Siluetazo, una acción que marcó un hito en la forma de reconstrucción simbólica en Argentina y en el resto de la región: Chile, México, Uruguay usaron esta técnica por cuestiones vinculadas a sus dictaduras y a otros procesos de violencia, por ejemplo, las siluetas de mujeres víctimas de femicidios. La silueta es un lugar donde lo artístico se junta con una demanda social”.

¿Cómo es la reacción de las personas que visitan la muestra?

Se genera un diálogo, un ida y vuelta, muy interesante. No queremos solo contar la historia, sino escuchar, ver las reacciones, y cómo se vincula con todo el discurso actual en torno a la deslegitimación de los organismos de Derechos Humanos.

Y otro gran tema que es ver cómo aparece el tema de la desaparición forzada no sólo en dictadura, sino también en democracia, que tenemos más de 200 casos. Algunas de ellas fueron desapariciones forzadas y después, mucho tiempo después, los cuerpos se encontraron, como el caso de Luciano Arruga o el de Santiago Maldonado. De otros, en cambio, nunca supimos nada, como Julio López, Miguel Bru o las desapariciones forzadas que podrían darse en el marco de trata de personas y sobre todo de trata con fines de explotación sexual. Queremos que los visitantes puedan vincular la desaparición forzada del pasado con la del presente, marcando las diferencias, pero también haciendo visible que la problemática sigue existiendo.

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