“La familia está acostumbrada a que si los llaman por sus hijos es por algún problema. Acá los llamaron para que vinieran a ver el trabajo que estaban haciendo”. Las palabras son de Julián Goldman, director de “Tras Cartón”, una orquesta conformada por 35 chicos de entre 10 y 15 años, cuyos padres son cartoneros agrupados en una cooperativa del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) de Lanús. 

Este proyecto social y musical nació como una continuidad del Programa Social Andrés Chazarreta- que promovía el desarrollo de orquestas infantiles de música argentina y latinoamericana- suspendido parcialmente durante la presidencia de Mauricio Macri.

“La idea era conformar orquestas en barrios marginados y que estén relacionadas con una organización social que permita un sostenimiento independientemente del Gobierno de turno. Por suerte fue así porque durante el macrismo hubo un desmantelamiento”, explica Goldman.

Tres agrupaciones lograron mantenerse: La Pandilla de la Isla Maciel, la Orquesta Escuela de Berisso, y Musicantes de San Martín de los Andes, formada mayormente por niños y jóvenes mapuches. En esta última participaba la hija del fundador y referente del MTE, Juan Grabois, quien quiso llevar esa iniciativa a su propia organización.

“Y ahí arrancamos. Primero iba a ser el profe de charango, pero después surgió la idea de dirigir. Esta es mi primera experiencia como director de una orquesta”, relata Goldman.

¿Cómo fueron esos primeros pasos?

El MTE ya tenía un laburo con niños y niñas que eran parte de “Tras Cartón” en la sede ubicada en Constitución. Tenían muchos años de trabajo, pero no específicamente con un formato de orquesta. Allí, además, está el comedor que es el lugar donde los chicos cenan luego de las actividades.

¿Cuál fue la reacción de los chicos ante los instrumentos?

No conocían, por ejemplo, el charango, el pincullo o la quena, y pasaron de no conocerlo a querer llevárselo a su casa y poder tocar todos los días. En general, son niños a quienes no se les valora nada de lo que hacen y eso tiene que ver con la exclusión. La orquesta es una construcción colectiva, donde cada uno por sí solo no vale, sino que suma lo grupal.

¿Y qué estrategias se implementaron para lograr conformar el grupo?

Al principio tuvimos que dejar a un lado la música y todas las ideas y actividades que habíamos armado con el resto de los profes. Lo importante estaba en generar vínculos, relaciones, porque tocar en conjunto requiere un conocerse y entenderse muy profundo. Por eso, arrancamos de cero con propuestas lúdicas y ahí el juego fue el canal para que luego comenzara la música a ser el objetivo. Así formamos una orquesta que suena bien, con todo lo social y el afecto que se requiere.

Y los resultados fueron muy positivos…

Sí, el año pasado tuvimos tres presentaciones y fue emocionante. El proyecto se logró conformar y fue muy valorado, algo novedoso para muchos de los chicos. La familia está acostumbrada a que si los llaman por sus hijos es por algún problema, por ejemplo, de la escuela. Y acá los llamaron para que vinieran a ver el trabajo que estaban haciendo.

¿Cómo es la relación con los papás?

El horario donde funciona la orquesta es en el que los papás están trabajando, entonces no hay tanto tiempo de compartir con ellos. Solo conocí a unos pocos para charlar temas puntuales. Es una de las patas que debemos profundizar este año y que tiene que ver con poder tocar en los barrios de donde son los chicos.

¿Cuál sería el balance?

Una de las cosas más importantes es que continúe y que los chicos quieran aprender cada vez más de los instrumentos. Por otra parte, lo que se generó como identidad y grupo de pertenencia también es importante. Creo que hay un montón de cosas para seguir trabajando, porque la sociedad sigue siendo problemática y expulsa en general a los grupos de familia con los que laburamos. El trabajo que no tiene que ver estrictamente con lo musical es constante y por siempre, no creo que haya un logro final.

Pero imagino que debe de haber cambios visibles…

Sí, por ejemplo, chicos que en un principio presentaban dificultades para mantener una conversación o la mirada por más de 15 segundos o salían corriendo por todos lados, hoy no solo tocan un instrumento, sino que le enseñan a un compañero o le muestran un ritmo. Son balances que reflejan un crecimiento enorme. Hay situaciones complicadas que te hacen replantearte todo, pero uno como docente es el responsable de brindar todas las herramientas necesarias para que ellos puedan desarrollarse. Siempre estamos repensando lo que hacemos o deberíamos hacer. Pero el balance es muy positivo.

¿Y cómo te impactó a vos desde lo personal?

Fue muy novedoso ver todo lo que se armó y que esto fuera el puntapié para generar otros espacios. Surgen un montón de reflexiones y de laburo también. Las problemáticas que tienen las infancias y juventudes en el país son tremendas, en general, la situación es muy difícil. Y este es un proyecto que vale mucho la pena porque construye cosas que son significativas para cada chico y chica.

Hacer Comentario