“Nosotros lo pronunciábamos Banfield, pero era un nombre inglés. Era un pueblecito a media hora de tren de la ciudad de Buenos Aires. Las calles no estaban pavimentadas, el lechero nos traía la leche a caballo, había faroles en las esquinas. Mi casa tenía un jardín, que daba a otro jardín y ese era mi reino”. Así describía Julio Cortázar al barrio del sur del conurbano que lo vio crecer, durante una entrevista concedida a la televisión española en 1977.

El 26 de agosto de 1914, María Herminia Descotte dio a luz a su primogénito en Bruselas: lo llamó Julio, al igual que su padre. Tras cuatro años en Bélgica, la familia volvió a la Argentina y se instaló en Banfield. 

“El padre los abandona, así que se cría en una casa de mujeres, con su mamá, su abuela, su hermana y, a veces, aparece un tío, que es la única figura masculina. Por ejemplo, eso se ve en el cuento Los Venenos”, relata Sylvia Bonfiglio, docente, escritora y seguidora de la huella que Banfield dejó en la vida y obra del autor de “Rayuela”.

 ¿Cómo fue la infancia de Cortázar? 

Era un niño al que le gustaba mucho leer, de hecho cuenta que a los ocho años ya tenía una novela escrita y que su mamá no creyó que fuera suya. Esa fue su primera decepción. Su madre lo llevó a un médico que le aconsejó que no leyera tanto, pero ella no siguió la prescripción y solo trató de que leyera un poco menos. Tenía un amigo con quien jugaba en la calle, al costado de las vías, donde había una especie de montecito, árboles. Uno tiene una sola niñez y la que tuvo Julio Cortázar es banfileña. Él vivió aquí hasta los 17 años, una edad en la que uno ya es lo que va a ser como adulto. Podés tener algunos cambios, pero ya armaste tu personalidad. 

¿Cuáles son las referencias que realiza Cortázar sobre Banfield en sus obras?

El cuento Bestiario solo menciona a la estación de Banfield y en Deshoras menciona las calles empedradas donde estaba su casa, sus juegos infantiles y su primer amor a los 12 años. También Los venenos está ambientado en el barrio. 

¿Qué ocurrió con la casa donde vivió Cortázar?

Estaba ubicada en Rodríguez Peña y San Martín, y fue demolida. En ese momento no les importó a las autoridades o no sabían. Lo único que se rescató fue una puerta del jardincito de entrada, que hoy está colgada en la Escuela 10, que es a la que asistió Cortázar y lleva su nombre. El artista Jorge Gionco hizo una escultura llamada La pluma que clava que está en la esquina con un cartel que dice “a metros de aquí vivió el notable escritor Julio Cortázar”. En un momento se había dibujado una rayuela en la puerta de la casa, pero se gastó por el paso de los autos.

También hay varios murales que lo homenajean…

Sí. Sobre la calle Maipú hay uno que repasa el inicio del capítulo siete de Rayuela: “Toco tu boca, con el dedo toco el borde de tu boca”; y otro que refiere al cuento Axolotl. La puerta del Country Club de Banfield también fue pintada con una representación del cuento Casa tomada. Ahí, las manos de los hermanos protagonistas salen de la pintura con la llave, que tiran sobre el final de la obra y que para mí representa ese puente cultural entre los que tienen acceso al conocimiento y los que no. Existen otros sobre la calle Levalle sobre la obra Continuidad de los parques. Y cuando se cumplieron los años del nacimiento, el escultor Juan Carlos Mercurio hizo un busto que está ubicado en Maipú y Belgrano.


Vos formás parte del colectivo cultural “El banfileño” que cada año organiza actividades para mantener viva la obra de Cortázar. ¿Cómo nació esa idea?

“El Banfileño” es un grupo de vecinos que nos juntamos para organizar actividades culturales en la ciudad y una de ellas es el ciclo “Julio en Agosto”, que incluye literatura, escultura, artes plásticas, cine, música, etc. Tratamos de darle la importancia que se merece este personaje, que nos pertenece y que es parte de nuestro patrimonio cultural.  

Cortázar dejó la Argentina en 1951 y comenzó su exilio en París, donde vivió casi medio siglo. Sin embargo nunca fue considerado un escritor francés…

No, porque escribe como argentino. Hay muchos críticos que dicen que Rayuela es una novela argentina situada en París. La forma de escribir, los giros, los modismos, los refranes, las formas verbales, son de un argentino. Yo creo que estuvo en Francia siempre mirando para este lado y, de hecho, él hace una autocrítica de su autoexilio porque consideraba que debía haberse quedado. Nunca perdió la voz de argentino, a pesar de vivir casi medio siglo en Francia.

escuela de Cortzar
Cartel esquina
mural cortazar

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