El Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia mantiene vivas en la reflexión a todas las víctimas de la última dictadura cívico-militar, que se extendió en nuestro país desde el 24 de marzo de 1976 hasta el 10 de diciembre de 1983.
La incansable lucha de los organismos de derechos humanos para conocer el paradero de sus familiares hizo que cuatro años después de la vuelta a la democracia se creara el Banco Nacional de Datos Genéticos, con el objetivo de generar un archivo público y sistemático de material genético y muestras biológicas de las Abuelas de Plaza de Mayo y sus familias en pos de identificar a aquellos nietos apropiados.
Mariana Herrera Piñero es en la actualidad la Directora General Técnica del Banco que, desde 2009, funciona como un organismo autónomo y autárquico bajo la jurisdicción del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Ustedes trabajan con un índice de abuelidad, ¿qué es exactamente?
Es una fórmula matemática que compara dos hipótesis para ver cuál es la más fuerte. Entonces, la primera hipótesis que ponemos en la balanza es que una persona posee ciertas características genéticas porque pertenece a un determinado grupo familiar que también comparte las mismas características genéticas; y en el otro platillo de la balanza colocamos la hipótesis de que esta persona tiene esas características genéticas por el azar, pero no posee un vínculo biológico con esa familia que lo está buscando. En base a esto se establece el número de veces que una hipótesis es más probable que la otra y a eso se lo llama el índice de abuelidad.
A partir de los análisis en laboratorio lo que hacemos es determinar un montón de características genéticas de la persona que viene al Banco y compararlas con las del grupo familiar. Cuantas más características tengan en común más probable es la hipótesis de identidad. Cuantas menos compartan es más probable el azar y que no haya un vínculo biológico con esa familia.
¿Qué ocurre con los grupos familiares incompletos?
El Banco tiene actualmente cerca de 280 grupos familiares incorporados, de ellos hay algunos que son muy completos, es decir, que al momento en que se tomaron las muestras vivían abuelos paternos y maternos, por ejemplo. Pero hay grupos que son más pequeños por dos razones: la primera porque quizás los abuelos ya se habían muerto, entonces tenemos un solo abuelo y un tío o algún familiar lejano; y otra porque la dictadura misma hizo desaparecer a la mayoría de los integrantes. Ante estas situaciones no teníamos suficiente fuerza estadística para lograr una identificación. Entonces, trabajamos con el Departamento de Matemática y Estadística de la Universidad de Noruega en un tipo de análisis específico para que si viene una persona no se pierda la identificación ni tenga un falso negativo. En función de eso pudimos identificar a todos los grupos familiares del Banco y empezamos a priorizar a aquellos que estaban más incompletos, con exhumaciones de familiares fallecidos y el estudio de otros marcadores genéticos.
¿Qué pasa con los nietos fallecidos? ¿Se trabaja con los bisnietos?
Las personas buscadas tienen entre 40 y 45 años y obviamente todos tenemos un destino, por lo que algunos pudieron haber muerto antes de dar su muestra al Banco. Entonces contamos con un equipo de antropólogos forenses que trabaja en las exhumaciones de esos posibles nietos, para así compararlos y dar respuesta a un grupo familiar. De hecho se ha identificado a lo largo de la historia del Banco a algún nieto que había fallecido antes de dar su muestra. Las exhumaciones son, en general, traumáticas para la familia que tuvo la pérdida, entonces vemos si la persona tuvo hijos. Entonces, supongamos que tenemos una mujer fallecida que es una posible nieta y que tuvo cuatro hijos, con la información genética de ellos y del papá se puede reconstruir mucho de la genética de esa mamá. Esa sería una situación ideal, pero si tuvo un solo hijo es más difícil. Nosotros estamos empezando a trabajar en un proyecto de investigación y desarrollo con el que queremos dar un salto de calidad en los marcadores genéticos que se usan en el Banco, para poder específicamente incorporar a esos chicos y analizarlos a partir de un índice de bisnietidad, como para llamarlo de alguna forma. Ese trabajo lo hacemos con los grupos del exterior que muchas veces colaboran con nosotros, como la Universidad de Noruega, y con otros científicos que ya están trabajando en las estadísticas. Y también tenemos un proyecto con la Universidad Nacional de José C. Paz para ayudarnos a generar esas herramientas.
¿Qué ocurre con aquellos nietos apropiados que viven en el exterior?
Desde hace ya más de 10 años se están construyendo los nodos por la identidad que son llevados adelante por hijos de personas desaparecidas o por gente que está interesada en la temática de los derechos humanos. Ellos crean estos nodos en diferentes países para que si alguna persona duda de su identidad y está viviendo en el exterior, tenga la posibilidad de acercarse y ser acompañada en el proceso de identificación. Todos los consulados en el exterior tienen protocolos aportados por el Banco para saber cómo deben tomarse las muestras para luego viajar a la Argentina. También hay réplicas de la iniciativa Teatro x la Identidad, como en Canadá, donde un grupo hace obras para convocar a las personas que poseen dudas y nunca supieron cómo vehiculizarla.
¿La búsqueda de la identidad puede ocurrir a cualquier edad?
Nosotros hemos tenido casos de gente que se presentó al Banco cuando ya habían fallecido sus padres. Tenían esa duda y, por no herir a su familia de crianza o por tener algún prejuicio o miedo alrededor del tema penal, tardaron en presentarse. La identidad es un cuestionamiento que uno tiene siempre, no es algo que se pasa porque una persona es mayor. La duda uno la arrastra siempre. Hay muchas veces que las familias de crianza no les dijeron la verdad y que luego durante el velorio o ante la muerte de los padres, algún familiar o amigo les planta la duda. Y ahí vienen a buscar su identidad, cuentan su historia y piden analizarse.
¿Cómo es el trabajo que realizan junto a Colombia y la Unión Europea? El proyecto Cooperación Sur Sur y Triangular con Colombia comenzó hace varios años y al principio fue a pedido del Gobierno de ese país, que lleva cerca de 70 años de conflicto con desaparición de personas. Ahí se mezcla mucho la historia política de Colombia, lo que tuvo que ver con las FARC, los casos de narcotráfico, etc. Esta situación generó que los laboratorios forenses estuvieran saturados de restos cadavéricos y de trabajo en pos de encontrar a las personas desaparecidas. Colombia nos pidió ayuda para conformar las bases de datos de ADN y así poder hacer las comparaciones. Tuvimos varias etapas de intercambio, porque nosotros les pedimos que nos dieran asesoramiento en cuento a los procesos de calidad porque ellos tienen todas las normas vinculadas a los laboratorios forenses. Y, hace unos años, la Unión Europea planteó que estos proyectos eran de su interés y ofrecieron a sus científicos e investigadores en genética forense para dar capacitaciones específicas.
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