Hace 10 años nuestra universidad lanzó la Especialización en Género, Políticas Públicas y Sociedad, con el objetivo de contribuir a la implementación y difusión de proyectos colectivos igualitarios y democráticos.

Su directora, Andrea Daverio, dialogó con Viento Sur sobre la génesis de esta propuesta académica, su transformación a lo largo de esta década y su convivencia dentro de un contexto de derecha.

¿Cómo surge esta especialización?

Empezamos a pensarla en el 2012. Ya habíamos creado el Programa de Políticas Públicas y Género junto con Violeta Correa, desde el que proponíamos diferentes líneas de intervención al interior de la Universidad, pero también en relación con todo el contexto social y económico.

Esas líneas tenían que ver con transformar las currículas, con una mirada de género y diversidad sexual dentro de las carreras de grado y de posgrado; promover nuevos ejes de investigación y de indagatoria respecto de las condiciones de vida de las mujeres y de otras identidades sexo genéricas; y también articular con otros actores sociales políticos a nivel local, provincial y nacional que tuvieran incidencia en el campo de las políticas públicas y de las políticas sociales.

En ese contexto comenzamos a pensar esta carrera de posgrado, que estaba orientada a fortalecer las capacidades de los y las profesionales que intervenían en diferentes procesos relacionados con las condiciones de vida de las mujeres y otras personas sexo genéricas. Elaboramos un diagnóstico para ver dónde estábamos, cuáles eran las necesidades, qué era lo que la Universidad podía brindar y a partir de ahí diseñamos la Especialización.

¿Cuál es el perfil de los y las estudiantes?

Fue variando desde el momento en el que creamos la carrera. Claramente, la Especialización nace con una perspectiva interdisciplinaria y para profesionales que se desempeñan en distintos campos vinculados a la gestión de políticas públicas, pero también al activismo, la militancia.

A lo largo de estos años se sostuvo ese perfil interdisciplinario, con estudiantes egresados de distintos campos, como Trabajo Social, Derecho, Psicología, Diseño Gráfico, Diseño de Indumentaria, Medicina, Comunicación, de diversas identidades sexo genéricas y edad. Cada vez son más jóvenes los que se incorporan al posgrado y por eso vamos dialogando con lo que pasa en el país, y también sufriendo adaptaciones.

¿Cómo es esa convivencia con un gobierno de derecha?

Durante el macrismo también hubo despidos, reducción del Estado, y nosotros tuvimos un aumento de nuestra matrícula, con muchas y muchos profesionales que optaron por seguir formándose y que los espacios de las universidades nacionales fueran espacios de reflexión, de encuentro, de formación.

El actual contexto es muy desafiante para carreras como las nuestras, porque estamos ante un gobierno de extrema derecha, conservador, antidemocrático, en el que se combinan lo que son las decisiones institucionales —como la eliminación del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad a nivel nacional y también el desmantelamiento de las líneas de género que se venían trabajando en los últimos años— con la deslegitimación retórica de los avances conquistados hasta el momento. Es un momento particularmente crítico. Claramente en los mensajes y las intervenciones se multiplican y superponen las negativas hacia la perspectiva de género, con ataques y discursos machistas, transfóbicos, que cuestionan el divorcio, el matrimonio civil igualitario, la educación sexual integral, el aborto legal, seguro y gratuito, y así podríamos seguir.

Estas políticas también se dan a nivel internacional, sin ir más lejos Donald Trump volvió a ser elegido como presidente en Estados Unidos…

Desde la currícula de la carrera se busca dar cuenta de estas problemáticas y discutir este avance neoconservador, de derecha y de extrema derecha que se da en algunos países de la región y también en el mundo. Cada uno de estos líderes o proyectos políticos no son exactamente iguales, tienen variedades y si bien es un proceso que se ve hace muy poco tiempo, en realidad se vienen gestando desde hace mucho y encuentran condiciones de posibilidad en sociedades democráticas, o sea, Javier Milei ganó con las reglas de la democracia y Trump acaba de hacer lo mismo. Estos regímenes son muy variopintos, muy heterogéneos, pero tienen en común el antifeminismo.

Así que los desafíos para los feminismos son enormes porque, como ya venimos indagando y generando evidencia, las mujeres son las más excluidas y son las más marginadas. Podemos ver las estadísticas del Observatorio de Género de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), por ejemplo, en las que se evidencia que la crisis económica golpea más a las mujeres más jóvenes y a las que son jefas de hogar.

Tenemos que mirar las transformaciones económicas y estos sistemas de exclusión y depresión desde una perspectiva interseccional, no hay dudas que las menos beneficiadas y las más afectadas son las mujeres pobres, las indígenas, las que viven lejos de las ciudades. Bueno, sobre eso es que tenemos que seguir generando evidencia científica, investigando, enseñando y generando herramientas de análisis y de transformación.

¿Las nuevas generaciones traen un nuevo paradigma frente a estas políticas?

Cada una de las cohortes se nutre de los aportes, de las enseñanzas, de los recorridos, de las trayectorias, de los saberes y de las prácticas que traen las diferentes generaciones. Los más jóvenes traen otros problemas, otras miradas, otras perspectivas, otras maneras de comunicación, otras relaciones con las redes sociales, con la comunicación y también otras preguntas. En ese sentido, me parece que toda propuesta curricular desde la universidad tiene que ser un espacio en permanente transformación y eso supone también el cuestionamiento de los conceptos instituidos. Entonces allí hay un proceso que es absolutamente dinámico y eso explica también cómo vamos transformando, actualizando y revisando los programas, las currículas, introduciendo nuevos enfoques, bibliografía, y eso también se enriquece con lo que traen los estudiantes.

Nosotros asistimos en Argentina, pero también en la región, a la marea verde donde hubo una generación de feministas más jóvenes, que se incorporaron en la genealogía de los feminismos que ya tenían décadas de luchas. Miles y miles de jóvenes se incorporaron a las luchas y las tomaron como propias, generaron otros lenguajes, otras maneras de comunicación, otra relación con la calle, con la protesta, con la propuesta, con la performatividad, con la alegría: bueno, tenemos ese capítulo que es muy importante inscribirlo dentro de lo que es la historia de los feminismos y dentro de la carrera.

Foto de portada: gaceta.cch.unam.mx

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