El 3 de junio de 2015, miles de mujeres salieron a las calles al grito de Ni una menos. El femicidio de Chiara Páez fue el detonante de un reclamo constante contra la violencia de género, que se hizo sentir no sólo en la Ciudad de Buenos Aires, sino también en distintas localidades del país y de Latinoamérica.
A 10 años de esa movilización, en Argentina se produce un femicidio cada 30 horas, según datos aportados por el Observatorio Ahora Que Sí Nos Ven. Además, desde el 1º de enero hasta el 29 de abril de 2025 se contabilizaron 94 muertes y 143 intentos de femicidio, el número más alto desde 2021.
“Vemos con preocupación el aumento del uso de armas de fuego. En abril, el 25,5% de los femicidas y agresores utilizó esta forma para asesinar, lo que nos interpela sobre la necesidad de políticas de desarme y capacitación con perspectiva de género para las fuerzas de seguridad, ya que 9 de los femicidas de este año eran policías”, indican desde el Observatorio.
El rol del Estado
En junio del año pasado, el gobierno del presidente Javier Milei anunció el cierre definitivo del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidades. En esa línea, en mayo de este año el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, informó la eliminación de 13 programas “ideológicos” creados por el entonces Ministerio.
“La violencia de género no es un asunto del orden privado, sino que es un problema público, es una violación a los derechos humanos y en consecuencia es una cuestión de Estado. En ese sentido, el Estado está obligado a cumplir con las obligaciones internacionales que asumió al ratificar la CEDAW, la Convención sobre la Eliminación de Todas Las Formas de Discriminación Contra la Mujer, y la Convención de Belém do Pará, que diría que son los instrumentos más importantes para la protección de los derechos humanos de las mujeres. Esto quiere decir que hay una obligación de los Estados parte de actuar con la debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar la violencia contra las mujeres. Por eso en 2009 se aprobó en nuestro país la Ley 26485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que se desarrollen sus relaciones interpersonales”, explica Andrea Daverio, directora de la Especialización en Géneros, Políticas Públicas y Sociedad de la UNLa.
Sobre este mismo tema, la periodista especializada en género, Silvina Molina, asegura que es el propio gobierno nacional el que “desconoce la violencia de género y los femicidios”.
“No utiliza directamente las palabras y eso pone en riesgo a las mujeres que están en situación de violencia y pone en un total desamparo, sobre todo en este contexto socioeconómico, a las niñas, los niños, los adolescentes que han perdido a sus mamás. Es muy desalentador. Algunos municipios, provincias, como Buenos Aires que tiene Ministerio de las Mujeres, siguen adelante con las políticas estatales que corresponden ante estas situaciones”, afirma Molina y agrega: “Muchas estrategias, redes, apoyos se sostienen por las organizaciones sociales que asisten a víctimas de violencia de género, porque ese es el resguardo que en este momento tienen las mujeres”.
10 años del #NiUNaMenos
Según la Organización de las Naciones Unidas, 140 mujeres y niñas mueren diariamente a manos de su pareja o de un miembro de su familia, lo que significa que una mujer o niña muere cada diez minutos.
En Argentina, la organización Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumalá) contabilizó en 2024 un total de 255 feminicidios, uno más que en 2023; mientras que desde el Observatorio de Violencias Mercedes Pagnutti denunciaron que hubo 294 muertes por violencia machista durante el mismo período.
“El femicidio es la forma extrema de la violencia por motivos de género. Desde hace algunos años en América Latina, incluida la Argentina, se modificaron las leyes penales incorporándolo como delito. Y también en los últimos años, comenzaron a realizarse registros estadísticos y sistemáticos que implicaron volver visibles los femicidios, que se contaran, que se registraran y que esta evidencia estadística colaborara en la comprensión sobre de qué se trataba el problema, cómo debía manejarse, cómo podía prevenirse y cómo erradicarlos para que no vuelvan a pasar. Claramente el abordaje de los femicidios está estrechamente vinculado a un tratamiento global de la violencia por motivos de género, es decir, que se necesitan miradas integrales en donde se puedan analizar todos los componentes que se ponen en juego en la elaboración de las políticas orientadas a las violencias por motivos de género. Ahí tienen un peso muy importante lo cultural, los estereotipos de género, el machismo, la misoginia, etc. Y todas estas estrategias tienen que ir de la mano y articularse con los dispositivos de atención y de reparación”, cuenta Daverio.
Al respecto, Molina considera que si bien en Argentina la legislación es “muy buena” el problema es que el gobierno nacional “las vacía de contenido”.
“Tenemos la ley de protección integral a las mujeres que es muy amplia y que refiere a todos los tipos y modalidades de violencia y que lo último que incorporó fue la violencia digital. Tenemos, por supuesto, políticas para la población trans, trans travestis, para las niñas, niños y adolescentes que se quedaron sin mamá por culpa de un femicida, lo que se conoce como la Ley Brisa y otras legislaciones. Esas leyes están vigentes, el problema es que el gobierno nacional las vacía de contenido y no les da presupuesto”, sostiene Molina.
Frente a este contexto, Molina resalta el rol de las organizaciones sociales y la necesidad de que los varones “se comprometan” con la problemática.
“Todas las organizaciones de la sociedad hacemos un gran esfuerzo para que se cumplan las leyes, para apoyarnos y para que dejen de matarnos. Creo, además, que necesitamos profundizar el compromiso de los varones porque este no es un problema de mujeres, sino un problema social y un problema fundamentalmente de los hombres, en el sentido de que los hombres tienen que acompañar este reclamo, tienen que hablar con sus pares sobre qué significa ser hombre. Nosotras hemos abierto muchos caminos y ahora ellos tienen que encontrar el propio porque se trata de que vivamos mejor, en una sociedad que nos incluya y que sea más justa. Son días, momentos muy difíciles, pero tenemos mucha potencia y tenemos mucho construido para salir adelante. Así que nos merecemos salir a la calle, hacer los reclamos pertinentes, pero también festejarnos. A festejar por lo que somos, por lo que hemos logrado y por las redes que sostenemos y que nos sostienen”.
Foto de portada: Bernardino Avila, 3 de junio de 2015.
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