Enero del año 2000. Mientras el mundo se asomaba a un nuevo siglo y nuestro país empezaba a sufrir los efectos de las políticas de los ’90, la Universidad Nacional de Lanús abría sus puertas a cientos de chicos y chicas para brindarles un verano diferente. Asumiendo en un ciento por ciento su rol de Universidad Urbana Comprometida, la UNLa inauguraba así el Programa de Verano “Los derechos de los niños no se toman vacaciones”, que durante un mes recibiría a niños y niñas de 5 a 12 años en el fantástico campus de Remedios de Escalada.
Desde entonces el Programa se ha venido realizando verano a verano en forma ininterrumpida, y la UNLa sigue siendo la única universidad pública que brinda un programa de este tipo, absolutamente orientado al bienestar de la comunidad.
“En principio el programa tenía como prioridad llegar a la mayor cantidad de niños y niñas de las instituciones barriales de la zona de influencia de la UNLa con sus contenidos culturales, educativos, recreativos y deportivos –dice Julián Loiseau, entonces asistente y hoy uno de los máximos responsables del Programa de Verano-. Venían todos los días diferentes niños, provenientes de diversas instituciones de la zona sur, a los que se les daban talleres de plástica, rugby, radio, taekwondo, percusión”.
“Después se empezó a implementar y reorganizar hasta llegar, este año, a 17 programas consecutivos –dice Juan Loiseau, director de Deportes y Recreación de la UNLa, también a cargo del Programa de Verano-. Al principio se hacía en articulación con el municipio y había una rotación permanente de chicos. De esas pocas actividades iniciales, con el correr del tiempo se fue incrementando la cantidad de talleres”.
Con el tiempo la rotación diaria fue reemplazada y se decidió que los niños y niñas de cada institución asistieran a la UNLa durante todo el mes de enero. “Fue positivo porque mostraron muchísimas cosas –dice Julián-. Al estar todo el mes, empezaban a estar más ordenados, a mostrar más pautas de convivencia y una muy clara interpretación de consignas con respecto a cuando venían solo un día. El vínculo ya no lo sostenía el municipio, y salimos nosotros a buscar a las instituciones barriales que dejaron de ser solo comedores: empezaron a dar actividades deportivas, recreativas, apoyo escolar, muchas de estas actividades fomentadas por la Universidad. Esas instituciones son un punto de encuentro barrial fuerte para los chicos, y no los contienen solo a ellos sino también a sus familias. Ahí la gente del barrio festeja casamientos, bautismos, cumpleaños infantiles, fiestas de quince…”
Juegos y talleres
Julián Loiseau se encarga de la planificación y coordinación de la totalidad de los talleres que se ofrecen año a año en el Programa de Verano. Los chicos asistentes, de 5 a 12 años, son divididos en grupos etarios que comparten intereses y capacidades, para sacar el máximo provecho de cada taller. A la pregunta de si es muy complicado planificar una acción multitudinaria y multidisciplinaria como esta, Julián dice que “…Es hermoso. Yo lo llevo adelante con pasión, y ver que los talleres dan el resultado que uno espera te pone la piel de gallina. Por ejemplo, habíamos visto el taller de ajedrez y queríamos que los chicos lo experimentaran. Cuando por fin pudimos llevarlo adelante, nos encontramos con un montón de nenes apasionados jugando al ajedrez, que cada vez se vuelcan más a la práctica”. Juan Loiseau agrega que “el ajedrez los ayuda a formar un pensamiento estratégico”.
El Taller de Iniciación en los Oficios, a cargo de Daniel López y dirigido a los chicos más grandes, es otro de los más novedosos del Programa. “Iniciación en los Oficios se centra en volver a la cultura del trabajo que hemos perdido en los ’90 –explica Julián-. Algunos chicos no conocían lo que era una pinza, un martillo… En el taller, además de ver los oficios básicos como carpinteria, mecánica, electricidad, plomería, entre otros, se le sumó también armado y desarmado de PC’s; antes incluso que el Taller de Iniciación en los Oficios ya trabajábamos en esta línea con el Taller de Informática. No queremos que salgan especialistas en esas áreas, sino que el taller funcione como disparador para un interés que ellos quieran desarrollar. Además, siempre vienen de visita personas con distintos oficios a contarles qué hacen para que ellos puedan conocer otras actividades”.
“Han trabajado además con herramientas de uso industrial –dice Juan Loiseau-, con máquinas de carpintería, con hidrolavadora a vapor, un año incluso trabajaron colgados con arneses. Reciben un panorama amplio y la idea de que aprendiendo a manejar cualquiera de esas máquinas uno se puede defender en la vida, formarse y desarrollarse en uno o varios oficios”.
Los más chicos no hacen Iniciación en los Oficios, taller reservado a los más grandes.
“Siempre se habla en pedagogía de cuándo es indicado dar modelos conductistas donde los chicos se apartan de la creatividad –dice Julián-, y nosotros dentro del Programa tenemos un Taller de Juego Libre para los nenes y nenas de 5 y 6 años, con un espacio muy adecuado, donde bajo la supervisión de docentes y asistentes juegan con distintos elementos: para que potencien su imaginación y su creatividad libremente, sin hilo conductor. Al finalizar cada día, en las caras de los chicos se ve que pudieron sacarse las ganas de crear y jugar libremente”.
La cantidad y el tipo de talleres que hacen los niños dependen de las edades. Todos tienen una base de tres o cuatro talleres durante todo el mes, lo que les permite desarrollar y experimentar diferentes aprendizajes. También tienen horas libres para hacer recreación, deportes y educación física, actividades basadas prioritariamente en juegos de equipo y en las que se inculca un espíritu solidario y compromiso con los compañeros.
Y no solo eso. A las referentes de cada institución barrial que acompañan a los chicos también se les ofrecen actividades dentro del Programa de Verano. Dos veces por semana tienen un taller de manualidades –muñequería, porcelana en frío, etc.-, y en muchos casos más de una referente ha utilizado los aprendizajes de ese taller para armar un microemprendimiento con salida laboral.
“Otra cosa que hacemos es garantizar que todos los grupos puedan pasar al menos una vez en el mes por el Aula Magna a ver alguna película –dice Juan Loiseau-. La gran mayoría de estos chicos no va usualmente al cine, otros no fueron nunca, así que cuando hay alerta naranja por el calor y no se pueden hacer actividades al aire libre los llevamos a todos al Aula Magna y disfrutamos mucho de verlos sentados en una butaca cómoda, en una sala de lujo, con aire acondicionado y viendo una película”.
Aprendiendo derechos
“El Programa de Verano de la UNLa es un programa socioeducativo –señala Julián Loiseau-. Es muy distinto de una colonia donde más que nada se apunta a la recreación”.
“El programa de actividades y todo el desarrollo están basados en los Derechos del Niño, de ahí su nombre –acota Juan Loiseau-. Hacemos hincapié permanentemente en eso y desde donde podemos tratamos de garantizar que, por lo menos en el mes de enero, los chicos puedan hacer valer sus derechos. Es importante que ellos tengan claro que tienen derechos: nadie reclama o trata de hacer valer algo que no conoce que tiene”.
Es notable el compromiso que todos los docentes y auxiliares del Programa de Verano demuestran con los objetivos del mismo y, básicamente, con los chicos.
“Hace años que trabajan con nosotros –dice Juan Loiseau-. Se enamoraron de la Universidad. En las reuniones sistemáticamente les señalamos que los chicos no son un número, que hay que respetarlos, que se los trata por el nombre, que se los trata bien, que docentes y asistentes tienen que detectar problemas de los chicos ya sea de conducta, de abuso, de maltrato, nutricionales, o lo que sea. Estamos en el detalle minucioso de cada una de esas cuestiones y cuando sucede algo pedimos información y tratamos de intervenir: nos reunimos con la referente de la institución y los llamamos a ellos para que sean parte de ese encuentro. Docentes y asistentes se dan cuenta de que no están viniendo a cumplir con el trabajo de un mes nada más, sino que lo que ellos hacen cada uno de esos días trasciende más allá del mes de enero. El compromiso es con los chicos, no con nosotros ni con la Universidad: cuando todos los que trabajan acá asumen el compromiso con los chicos, no hay chance de que salga mal. Siempre marcamos una línea de trabajo que creemos que es la que corresponde, pero estamos abiertos a propuestas superadoras o formas de mejorar o de innovar en las actividades. Otra de las cosas que planteamos a los docentes permanentemente es que tenemos que tener claro que no solo los chicos vienen a aprender, sino que el aprendizaje es mutuo. Nosotros tenemos mucho que aprender de ellos y de las instituciones barriales”.
Todo el año
“El vínculo con los chicos y las instituciones sigue vigente durante todo el año -dice Juan-: hacemos campañas solidarias para juntar ropa, juguetes, útiles escolares o lo que necesiten, dependiendo de la época del año y de la situación en la que se encuentre cada institución. Más allá del verano también empezamos a hacer los festejos del Día del Niño acá en el campus en la Universidad, en agosto o septiembre, e invitamos a los mismos chicos del Programa. Quiero señalar que en ambas cosas, tanto en lo que hace al Programa como para el festejo del Día del Niño, tenemos un apoyo incondicional de ATUNLa y de ADUNLa, el gremio no docente y el gremio docente de la Universidad, que todos los años aportan desde sus espacios para que podamos llevar adelante todas estas actividades”.
El Programa de Verano “Los derechos de los niños no se toman vacaciones” es llevado a cabo por la Dirección de Deportes y Recreación que depende de la Secretaría de Cooperación y Servicio Público a cargo de Georgina Hernández, y es financiado por la Universidad Nacional de Lanús, la cual pone a disposición de los chicos sus instalaciones, el plantel docente y auxiliar especialmente contratado, los refuerzos de almuerzo y merienda que se les dan diariamente y los micros que los trasladan de ida y de vuelta desde las instituciones barriales hasta la Universidad.
El verano de 2017 vio pasar cerca de 700 chicos y chicas por el campus de Remedios de Escalada.
Este año volvió el taekwondo al Programa de Verano, y se sumó a los talleres de deportes y educación física, danzas, percusión, oficios, arte, y muchos más.
La otra novedad fue el taller de creatividad y lectura que dio Tamara Jaramillo, quien aportó su libro “La mesa y el Universo” y trabajó con los nenes y nenas más grandes, quienes leyeron su cuento, lo analizaron y finalmente lo llevaron a casa como otro de los regalos de Reyes.
Este año hubo permanentemente una médica, dos enfermeros, y a raíz de un acuerdo con el doctor Juan Carlos Biani concurrió al Programa un grupo de médicos especialistas quienes hicieron una jornada de salud con charlas para los chicos más grandes. Se les hizo a todos, además, un control de glucemia y de presión, se los midió y se los pesó para contar con información relevante sobre todo en los casos en los que había aparentes anomalías.
Por su parte, Billiken aportó 2000 revistas que se les regalaron a los chicos junto con útiles y otros presentes que se obtuvieron con aportes de la DDyR y los gremios antes nombrados, en el cierre anual del Programa. Como todos los años, hubo clases de demostración de los talleres, juegos, espectáculos, payasos y la presencia siempre bienvenida de los Reyes Magos.
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