La historia oficial, aquella construida en la segunda mitad del siglo XIX y difundida particularmente en el ámbito escolar, ha definido quiénes son los héroes de la independencia “argentina”. Bartolomé Mitre, político devenido en historiador, asumió la potestad de elegir cuáles nombres eran dignos de pertenecer al panteón nacional. Así, Manuel Belgrano y José de San Martín se constituyeron en íconos de la lucha por la independencia y los padres de la Patria. Pero la obra de estos hombres fue tergiversada y adaptada a los intereses del proyecto de la burguesía comercial porteña al cual este historiador pertenecía. En las biografías de ambos –obras fundacionales de la historiografía argentina escritas en 1857 y 1869, respectivamente- se destaca el aspecto militar de San Martín, pero no así su carácter de conductor político, desarrollado a partir de su obra de gobierno en Cuyo y en Perú -donde incluyó medidas intervencionistas lejanas al liberalismo al cual Mitre representaba-; también, se ocultó el proyecto de Manuel Belgrano de coronar un Inca en 1816, tildándolo de extravagante y ridículo. Pero, además, existieron otros personajes que directamente fueron excluidos de las páginas de historia: los “malditos» al decir de Arturo Jauretche. Tal es el caso de Martín Miguel de Güemes que, a pesar de haber tenido un rol protagónico en la gesta libertadora, es aún poco conocido. Fue una historia “nacional” escrita desde Buenos Aires y desde los intereses del puerto.

Pero, ¿quién era Martín Miguel de Güemes? Nacido en Salta, en el seno de una familia acomodada –su madre era descendiente de los conquistadores y su padre un funcionario de la corona- se sumó en forma temprana al servicio militar. En aquella época la fuerza miliciana estaba reglada por las Ordenanzas de Carlos III, que establecía que cada ciudad tenía un cupo en caso de peligro. Sin embargo, las invasiones inglesas de 1806 y 1807 modificaron el estado de situación ya que provocaron la movilización militar del conjunto de la población que se sumó a las milicias y, a partir de allí, a la vida política.

En 1806, Martín Miguel participó del asalto del navío británico Justina que se encontraba en el Río de la Plata en la actual zona de Retiro, paradójicamente donde hoy está la Torre de los Ingleses y el Cenotafio en honor de los caídos de la Guerra de Malvinas. Allí, Güemes tuvo su bautismo de fuego contra quienes se constituirían en el Imperio que invadiría parte de nuestro territorio y lo ocuparía aún hasta la actualidad.

Luego de este suceso, pidió el traslado a su ciudad natal. Cuando recibió las noticias de que en Buenos Aires se había conformado la Primera Junta, se puso a disposición de la Revolución organizando un ejército irregular integrado por hombres libres de la campaña –llamados gauchos- y también por campesinos. Desde el primer enfrentamiento contra los realistas, luchó junto al Ejército Auxiliar del Alto Perú. Mediante el “fuero gaucho” mantuvo a la población movilizada y organizó el batallón conocido como Los Infernales.

En 1814 San Martín se encontraba al mando del Ejército del Norte. Allí, se convenció de que en ese escenario sería imposible vencer a los realistas que poseían un ejército de aproximadamente 7000 hombres con instrucción militar, muchos de ellos veteranos de las guerras napoleónicas. Diferentes expediciones enviadas por Buenos Aires habían fracasado en su intento de ocupar la región del Alto Perú. El accionar basado en la táctica de guerra de guerrillas resultaba mucho más eficiente que un enfrentamiento con las tropas regulares. Fue así como designó a Martín Miguel –junto a José Apolinario Saravia- como Jefe de Vanguardia del Ejército Auxiliar. Al igual que Manuel Padilla, Juana Azurduy e Ignacio Warnes en el Alto Perú, Güemes fue un actor clave para evitar la pérdida del territorio del norte en manos de los realistas. Condujo la «guerra gaucha» en la que San Martín confió plenamente como forma de defender la frontera mientras que se concentraba en preparar un Ejército continental capaz de derrotar en forma definitiva a los absolutistas en Chile y Perú.

En aquella sociedad movilizada militarmente, los líderes de las milicias fueron también dirigentes políticos. Es por ello que, luego de la victoria de los Infernales en el Puesto del Márquez, Güemes fue elegido por el pueblo Gobernador. Este hecho generó recelos en algunos sectores de la política porteña. Algunos temían que se convirtiera en un nuevo Artigas. Esto derivó en un conflicto abierto entre la fuerza gaucha y el Gral. Rondeau. Fueron arduas las negociaciones –en las cuales tuvo un protagonismo fundamental Macacha Güemes, la hermana de Martín Miguel- hasta que el 22 de marzo de 1816 se selló el Pacto de los Cerrillos. Allí, junto al Gral. Manuel Belgrano, José de San Martín y Juan Martín de Pueyrredón se coordinaron los esfuerzos necesarios para que, finalmente, se reuniera un Congreso en Tucumán donde, el 9 de julio de 1816, se declaró la independencia de las Provincias Unidas del Sur.

Desde su cargo de gobernador de Salta, Güemes continuó conduciendo al pueblo en armas que luchó contra la incesante amenaza realista. Se convirtió en el líder más importante de las provincias del actual noroeste argentino. Su base social no solo estaba constituida por gauchos y campesinos sino también por comunidades indígenas que participaron activamente en la guerra revolucionaria asegurando recursos alimenticios con el aporte de sus cosechas y operando como grupos auxiliares. 

Por este motivo, en 1816, cuando Belgrano propuso la adopción de la forma de gobierno monárquica mediante la coronación de la dinastía de los Incas –“por la justicia que en sí envuelve la restitución de esta casa despojada del trono» y por «el entusiasmo general que se poseerían los habitantes del interior” tal como el mismo Belgrano lo recuerda-, Güemes lo apoyó fervientemente.

En tanto, la guerra continuaba. No solo debía enfrentar al Ejército realista que avanzaba por el norte sino también a muchos salteños que, desconfiados por la base popular del gobernador, operaban en su contra. En enero de 1817, el general realista De la Serna tomó la ciudad de Jujuy, al tiempo que otras fuerzas absolutistas ocupaban Tarija y Santa Cruz de la Sierra (hoy Bolivia). La campaña no terminó allí, en abril llegaron a Salta. La fuerza gaucha combatió heroicamente en una serie de combates que finalizaron con la recuperación de la ciudad el 5 de mayo del mismo año, luego de la victoria alcanzada el 28 de abril en la Batalla de Rosario de Lerma.

A pesar de esta victoria, Güemes debió enfrentar a los representantes de la aristocracia local quienes le profesaban un odio profundo por ser un «salteador de fortunas privadas» que «oprimía con impuestos y confiscaba sus bienes», según sus palabras. Este conflicto se acrecentó aún más luego de la caída del Directorio, en 1820, cuando se desató la guerra civil en las Provincias Unidas. Güemes mantenía su compromiso con la causa americana y continuaba atento a las indicaciones de San Martín, que se encontraba en Perú. Sin embargo, el odio de facciones internas unido al acecho realista que aún estaba presente en el norte, se cristalizó el 7 de junio de 1821 cuando una partida de soldados hirió al caudillo. Diez días después murió junto a los suyos en un campamento cercano a la ciudad de Salta con la convicción de haber sido protagonista y vencedor en la guerra contra los absolutistas, pero con la sospecha de que se avecinaban tiempos difíciles, tiempos de guerra entre hermanos y compatriotas. 

La Gaceta de Buenos Aires celebró su muerte, preanunciando el silenciamiento y el olvido que caería sobre él cuando comenzara a escribirse el capítulo de la historia de la gesta libertadora. El historiador Gral. (R) Fabián Brown define a Martín Miguel como “un general demasiado gaucho para ser un prócer”. Tal vez, allí radique la causa de este injusto ocultamiento.

Bibliografía:

  • Galasso, N. (2005).  Los Malditos. Hombres y mujeres excluidos de la historia oficial de los argentinos. Buenos Aires: Editorial Madres de Plaza de Mayo.
  • Mata, S. (2009). Guerra, Militarización y Poder. Ejército y Milicias en Salta y Jujuy. 1810-1816, Anuario IEHS, Nro 24.

       (2012). Militarización y liderazgos: Salta en la guerra de la Independencia. Salta: Boletín del Instituto Güemesiano de Salta, vol. 36 p. 117 – 134.

  • Rosa, J. M. (dir.) Los protagonistas. La historia de hombres y mujeres que constituyeron nuestro país. Buenos Aires: Editorial Proa.

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