Fue mujer, en tiempos en que ser mujer era una condena.

Fue negra, cuando ser negra significaba ser esclavizada.

Fue pobre, cuando ser pobre era la moneda más frecuente

entre los que no tenían una moneda ni para comer.

Fue soldado cuando ser soldado significaba dejar el cuerpo en el campo de batalla

aún cuando sobreviviera.

Fue sepultada por el olvido cuando en el panteón de los héroes no entraban las mujeres,

ni los negros, ni los pobres, ni los soldados.

Ella fue todo eso, junto. 

Daniel Brión

María Remedios Del Valle nació entre 1766 y 1767, afrodescendiente, de origen yoruba. Se crió en el barrio Mondongo de la ciudad de Buenos Aires, hoy conocido como Monserrat.

Su madre estaba esclavizada, su padre era el esclavizador. El imperio español trajo mano de obra esclavizada desde África para trabajar en las tierras del Río de la Plata en las peores condiciones. Cuando Remedios se enteró de que su propio padre era el sometedor, se fue para siempre de la casa.

Participó en las luchas contra las Invasiones Inglesas y, desde que se formó el primer gobierno patrio, el 25 de mayo de 1810, en las guerras por la Independencia contra los realistas. Lo hizo como muchas otras mujeres tales como Juana Azurduy y a la par de los hombres que la historia, escrita por otros hombres, hizo más conocidos: San Martín, Bolívar, Monteagudo, Artigas… Su primera participación fue en la Expedición al Alto Perú junto a su marido y a sus dos hijos (uno de ellos adoptado). Jugó un papel muy importante, además del acompañamiento de las tropas, en las tareas de alimentación y de cura de los heridos; se lució también al combatir en las batallas.

Desde el Alto Perú las fuerzas realistas venían amenazando al Ejército del Norte comandado por Manuel Belgrano, del que formaba parte Remedios del Valle. Por esta razón, el Triunvirato le pide a Belgrano que retroceda hasta Córdoba. A pesar de que él junto a sus tropas quería continuar con la lucha, terminan por retirarse en lo que se conoce como “Éxodo Jujeño” de 1812. La idea era que cuando llegara el enemigo, no encontrara nada. Finalmente ese repliegue no llegó hasta el destino previsto y ese mismo año los patriotas ganaron la batalla de Tucumán y en 1813 la de Salta.

Remedios antes había intervenido en el duro “desastre” de Huaqui en 1811, en el Alto Perú; además de perder la batalla, allí perdió a su marido y a sus dos hijos. A pesar de este terrible acontecimiento, no se rindió; sumó más coraje y se destacó en las victorias de los años siguientes. Debido a su desempeño y a la valentía que demostró, Manuel Belgrano la nombró Capitana. Después de ese gran reconocimiento, la suerte no estuvo de su parte; participó en las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma (14 de noviembre de 1813), donde fue herida de bala, capturada por los realistas, azotada públicamente y estuvo a punto de ser fusilada.

En agosto de 1826, mientras María Remedios Del Valle mendigaba en la plaza de la Recova, cerca de la Plaza de Mayo, el general Juan José Viamonte —héroe de la Independencia y en ese entonces diputado en la Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires— la reconoció y exclamó: “¡Usted es la Capitana, la que nos acompañó al Alto Perú, la Madre de la Patria! ¡Es una heroína!”, y solicitó a la Legislatura una retribución monetaria para María Remedios del Valle.

Juan Manuel de Rosas, como Gobernador de la provincia de Buenos Aires, la integró como retirada del Ejército. Una década después, en 1840, derogó la trata de esclavos, avanzando sobre la «libertad de vientres» declarada en la Asamblea del año 1813. En agradecimiento por aquella medida, María Remedios cambió su apellido por el de Rosas.

La luchadora falleció el 8 de noviembre de 1847 en la provincia de Buenos Aires, sin haber recibido el justo reconocimiento por su desempeño heroico en las guerras por la Independencia.

La colonización pedagógica

En 1857, en su Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina —punto de partida de la corriente historiográfica “oficial”—, Bartolomé Mitre menciona de manera fugaz a María Remedios, aunque la llama “Madre de la Patria”; no explica los méritos que la condujeron a recibir semejante apelativo, tampoco expresa su alto rango militar concedido por su desempeño en múltiples combates patrióticos. Las raíces de la cultura afro en la historia nacional, seguramente, no tenían lugar en el relato mitrista que buscaba entroncarse con Europa y sus inmigrantes al Río de La Plata.

En abril de 2013 se sancionó en su honor la ley 26.852, para conmemorar el 8 de noviembre como el “Día Nacional de los/as Afroargentinos/as y de la Cultura Afro”, el primer reconocimiento legislativo nacional hacia los y las afrodescendientes. La fecha rinde homenaje a María Remedios del Valle y constituye un hito histórico en el camino de la visibilidad de la comunidad afro en la Argentina.

Después de 200 años se levantó un monumento en su homenaje y, en 2022, el gobierno nacional decidió incluir a nuestra Madre de la Patria en los billetes junto a Manuel Belgrano. La imagen de esta mujer, que conoció tanto el fragor de la batalla como las brumas del olvido, ilustrará los billetes de $500.

Estas incorporaciones recientes constituyen un reconocimiento distinto del que por lo general se hizo de figuras tales como Sarmiento, Mitre o Roca, representantes del proyecto de “la patria chica” que caracteriza al liberalismo, los terratenientes y hacendados, la banca y el gran comercio, y también a la colonización política, económica y cultural. Al instalar las figuras de Remedios del Valle y Manuel Belgrano, se reivindica a héroes de la Patria Grande, contrarrestando los numerosos homenajes a los hombres de la “historia oficial”. La colonización pedagógica denunciada por muchos pensadores y pensadoras nacionales despojó de nuestra historia a hombres y mujeres como Remedios del Valle. Con el triunfo del proyecto de la patria chica, los grupos oligárquicos y elitistas, adictos al modelo europeo hegemónico, borraron “la otra historia”: la de los desposeídos, los héroes y heroínas de las Independencias. La presencia de una mujer entre los numerosos hombres de nuestra historia, por otra parte, permite la reivindicación feminista ante el sistema patriarcal dominante y hace justicia a patriotas tales como Juana Azurduy, Micaela Bastidas, Martina Chapanay, Bartolina Sisa, Macacha Güemes, Victoria Romero, o la propia María Remedios, entre tantas otras.

El caso de Remedios es paradigmático porque sufre una cuádruple opresión: la de ser mujer, afrodescendiente, pobre, y la de formar parte del proyecto de la Patria Grande. Estos cuatro elementos son claves en la caracterización que hace Mario Oporto al definir las “7 notas del Pensamiento Nacional y Latinoamericano”: unidad latinoamericana, sociedades oligárquicas, racismo y patriarcado. Por eso uno de los edificios de nuestra Universidad Nacional de Lanús lleva su nombre.

Hay personalidades que construyeron pensamiento en la acción: el caso de María Remedios del Valle es uno de ellos, aunque los Mitre de turno hayan querido silenciarlas.

Esta biografía fue escrita en el marco del Seminario de Pensamiento Nacional y Latinoamericano cuyos titulares son Francisco Pestanha, Mario Oporto y Fabián Brown. Se trata de una producción colectiva entre estudiantes de las carreras de Nutrición, Diseño y Comunicación visual y Turismo, junto a María Villalba, docente a cargo del curso. El Seminario de Pensamiento Nacional y Latinoamericano es una instancia obligatoria para les estudiantes de todas las carreras de la Universidad Nacional de Lanús.

Rubén Borré, el autor de las ilustraciones que acompañan este artículo, es un artista solidario y comprometido con su tiempo que, además de sus obras, mantiene una permanente actividad sociocultural. Formado en la Escuela de Artes Gráficas y en la Mutualidad de Egresados de Bellas Artes, es Master en Cultura Argentina (1998), pintor, dibujante y escultor. Presidió la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos (1989-1991), fue Asesor de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores (1990-1991) y de la Universidad Nacional de Lanús, además de miembro del Consejo Consultivo Corredor Cultural Mercosur. Coordinó el Centro Comunitario Nª1 de La Boca dependiente del Gobierno de la Ciudad autónoma de Buenos Aires hasta su cierre en 2008.

Con múltiples premios y cerca de un centenar de muestras individuales y más de 200 colectivas en el país y en el extranjero, durante la cuarentena obligada por la pandemia de Covid 19 creó un ciclo sobre Historia del Arte Argentino desarrollado en cuatro etapas, que se puede ver en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=QWsYvq4nW68&t=6s

Bibliografía

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