Vive en Lanús desde hace alrededor de 28 años. Él y su hermano son primera generación de egresados universitarios en su familia. Sus padres son trabajadores: su papá chofer de taxi y su mamá empleada y jubilada de ENTEL.

A fines de los ‘90 y en plena crisis neoliberal, Claudio se quedó sin trabajo. Veinteañero él, estaba iniciando una vida adulta y de pareja, y para ello necesitaba un ingreso fijo. Frente a esto, eligió como opción empezar una carrera universitaria, la Licenciatura en Trabajo Social. “Yo era representativo de una clase que estaba excluida y en mi barrio había algo para trabajar. Por eso quise estudiar una carrera que me aportara en lo personal, pero que también contribuya a mi comunidad. Había muchas cosas que nos motivaban, desde el crecimiento de la delincuencia juvenil hasta los clubes de barrio que estaban asfixiados porque no podían sostener sus actividades. Y el flagelo de que muchos amigos y jóvenes caían en el mundo de las drogas. Y yo era parte de ese mundo porque era mi entorno, no estaba afuera”. En ese contexto, la pregunta sobre el futuro para Claudio y sus amigos no era muy alentadora, pero desde una esquina cualquiera del barrio de Monte Chingolo, Claudio optó por las aulas de la UNLa. La eligió por su cercanía e identificación con el barrio. “Me siento enamorado de Lanús” remarcó.

Claudio considera que todos los saberes que obtuvo los pudo desarrollar en su desempeño profesional, y los vinculó con la esencia de su profesión: “mantener un ida y vuelta con la comunidad”. Por eso considera que la UNLa le aportó “capital social”, es decir “empatía con la gente y no quedarse en una entropía a nivel de sellar un papel y nada más, porque ese no es el rol del trabajador social”.

 

Inserción laboral y profesional

El primer trabajo de Claudio fue a los 20 años como cadete en una empresa consultora. Al hablar de ese empleo sonríe diciendo: “pensar que me tocó trabajar de los dos lados, en esa oportunidad, del lado del gerenciamiento”. En 2004 trabajó en el Programa “Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales” (SIEMPRO) como parte de una práctica preprofesional de la carrera y por un convenio entre la UNLa y el Ministerio de Desarrollo Social. El SIEMPRO era el registro único de beneficiarios de planes sociales y Claudio ofició como jefe de campo del partido de Avellaneda, Lanús y Quilmes. Esa experiencia duró aproximadamente un año y medio. Luego, no recibido aún, lo convocaron para hacer este mismo trabajo en las provincias, con un contrato en el Ministerio. Al tiempo se sumó al equipo de coordinación del Programa “Ficha de Protección Social”, el primer instrumento usado por el Ministerio para seguir los programas. Este programa estuvo primero vinculado a un requerimiento del Fondo Monetario Internacional (FMI), pero con la cancelación de la deuda con ese organismo por parte del Presidente Néstor Kirchner a principios de 2006, el Estado asumió sus riendas. Según Claudio “la Ficha Social permite un montón de cosas: la creación del programa alimentario nacional, el seguimiento de los Centros Integrales Comunitarios (CIC) y Pensiones. Sobretodo permite reordenar todos esos programas. Por su parte, el Programa “Jefes y jefas” agrupó sectores diferentes, desde personas con discapacidad hasta personas con bajos recursos, no era focalizado. Y todo eso hubo que organizarlo de otra manera, tanto para focalizar las partidas presupuestarias, como para tratar a la ciudadanía con políticas diferenciadas. Esto estuvo vinculado con una política de un Estado presente y al frente de las políticas públicas”. Este fue el inicio de muchos programas diversificados como el Programa Familias que es un precedente del Programa de Asignación Universal por Hijo (AUH).

Claudio formó parte de muchos de los programas del Ministerio de Desarrollo Social durante la gestión de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner. “No solo el Ministerio de Desarrollo Social me permitió crecer profesionalmente, sino que la vinculación que hubo con otros ministerios fue excepcional. Me refiero a la famosa articulación interinstitucional que se da en el contexto del 2009 y en plena crisis mundial y económica internacional, cuando nosotros llevamos adelante  el programa ‘Argentina Trabaja’ y las cooperativas. Este programa articuló al Ministerio de Desarrollo Social, al Ministerio de Economía, de Trabajo, de Salud, Ciencia y Tecnología y el INTA”. En “Argentina Trabaja”, Claudio se desempeñó en 2009 como responsable político en cuatro municipios: Marcos Paz, Lomas de Zamora, Ituzaingó y Hurlingham. Luego en 2011 en los municipios de Presidente Perón y Lomas de Zamora. A partir de 2013 trabajó también en el Programa “Ellas Hacen”, focalizado hacia mujeres en situación de vulnerabilidad. “Este programa fue muy bueno. Hoy varias de las beneficiarias son promotoras de salud, otras pegaron un salto en lo laboral incorporando nuevas herramientas, otras se sumaron  a cooperativas o entraron al mundo laboral con relación de dependencia. Muchas terminaron sus estudios secundarios e inclusive están cursando una carrera universitaria” concluyó Claudio. Su trayectoria en este programa se mantuvo hasta diciembre de 2015.

Desde este año trabaja en la Dirección de Redes de Economía Social de la Subsecretaría de Economía Social en el Ministerio de Desarrollo Social. Sus funciones se vinculan con la capacitación para encausar cooperativas, pero desde la gestión del nuevo gobierno “no se están desarrollando proyectos, ni bajando ningún financiamiento. En proyección, esto no parece que vaya a suceder, es más una capacitación sin inversión social” declaró Claudio preocupado.

 

La UNLa y yo

A Claudio sus compañeros de cohorte le dejaron una huella inolvidable. Un grupo que se caracterizó por estudiar una carrera social en un contexto de plena crisis nacional, como fue el estallido social del 19 y 20 de diciembre de 2001. Ese año recuerda Claudio, el ministro de Economía, López Murphy, anunció en su primer discurso un recorte presupuestario a todas las universidades. “Nuestro grupo era muy heterogéneo. Había muy pocos chicos entre 18 y 20 años y después éramos todos de 25 para arriba. Yo de hecho tenía 26 o 27 años. Muchos de nosotros éramos los excluidos del mercado laboral y veníamos buscando nuevas oportunidades. Eso fue importante porque había toda una generación más experimentada que venía a buscar herramientas concretas para entender lo que nos había pasado”. Todo esto los llevó a ser muy unidos. “Y en esa participación surgen los cimientos de lo que luego fue el Centro de Estudiantes. En sus orígenes, lo que más nos preocupaba era la contención y la inclusión. Generar un lugar donde tener nuestras fotocopias, papeles y donde juntarnos a estudiar y debatir. Se generó una cuestión solidaria que viví como una hermandad”.

Sobre sus docentes dijo: “nos encontramos con tipos muy claros que nos aportaban conceptos muy fuertes. Esos docentes nos llevaban al diario, al auge de los movimientos sociales por ejemplo, y lo hacían con una pedagogía de ida y vuelta que nos permitía crecer. Y encima todos habían tenido algún tipo de participación en procesos recientes de lucha, eso daba un aporte increíble. No teníamos a cualquier docente enfrente, teníamos a Raquel Castronovo, a Susana Yacobazzo, a Nerio Neirotti y Eduardo Jozami, docentes de primer nivel”.

 

A los futuros pares
Claudio aconsejó a los estudiantes absorber todos los conocimientos que circulan en el ámbito universitario. Además que en ese trayecto de formación se vinculen y comprometan con la base del trabajo social a la que definió como “defender los derechos del ciudadano desde una construcción colectiva y no perder nunca de vista que un trabajador social sin capital social y vínculo con las bases no existe”. A los futuros egresados les aconsejó que con el cambio de Gobierno no se sientan desalentados, porque siguen existiendo ámbitos en donde insertarse a pesar del cambio de orientación en las políticas públicas. Y si encuentran un espacio donde trabajar y sienten que allí no pueden hacer mucho, “no se queden con esa tristeza porque es posible pelear en las instituciones desde adentro. Hay que seguir discutiendo, ocupando espacios y peleando para adelante. Muchos de nuestros docentes durante años han tenido que trabajar en instituciones con lógicas neoliberales, pero no bajaron los brazos. Hoy sobre todo hay que pelear contra la banalización de la política pública. Buscan derivar lo que le corresponde al Estado al tercer sector y a las ONG’s. Ojo porque eso atrasa como 15 años”.

Hacer Comentario