Desde marzo, Valeria Souto Brey está al frente de la Licenciatura en Nutrición del Departamento de Salud Comunitaria. Luego de haberse desempeñado cerca de cuatro años como Coordinadora, fue promovida al cargo y celebrada su designación por todo el equipo de trabajo. Al consultarle, María Elena Boschi, Directora del Departamento, afirmó: “Valeria como Coordinadora fue impecable y además, en un contexto de pandemia, junto con la Directora saliente, demostró una capacidad enorme teniendo en cuenta que tuvimos que re-adecuarnos, ser creativos y modificar todo aquello que se hacía de forma presencial para pasar a la virtualidad. Además en estos años logró una excelente relación institucional con distintas áreas gestoras, y en cuanto a lo académico, presenta una inmensa trayectoria en cuando a la organización de asignaturas, particularmente las prácticas pre-profesionales que demandan mucha especificidad y expertise”.

Souto Brey es licenciada en Nutrición, tiene veinte años de oficio y más de diez en la docencia universitaria. En la actualidad está cursando la Maestría en Planificación y Políticas Públicas. Tiene una impronta suave pero, según ella, “es explosiva”. Dentro del equipo de la carrera la definieron como sensible, pragmática y con un alto grado de compañerismo.

Viento Sur conversó con ella para profundizar sobre su perfil, indagar sus imaginarios y los desafíos por delante en su nuevo rol.

¿Hace cuánto te desempeñás en la UNLa y cómo fue tu incorporación a la carrera?

Entré en 2014 y llegué porque vivo muy cerca, en Banfield. Todo comenzó en la placita de Sandro a donde llevaba a jugar a mi hijo. Cuando él tenía dos años, se hizo un amigo cuya mamá ya era docente y egresada de Trabajo Social. Para mí, una vecina. Un día me contó que habían abierto la Carrera de Nutrición con orientación comunitaria. Entonces averigüé quién era la Directora y le envié un currículum. Me llamaron, tuve una entrevista y entré para ser Jefa de Trabajos Prácticos en la materia Educación Alimentaria.

¿Cómo fue tu trayectoria profesional?

Trabajé y me formé en simultáneo. Por un aviso del diario, entré a trabajar en el Programa de Comedores Escolares de la Ciudad de Buenos Aires. Entonces estaba en el segundo año de la carrera y tenía veinticuatro años. Al principio hacía verificaciones de los servicios de alimentación y luego desarrollé mucha carrera allí, mientras las políticas y las decisiones acompañaban mi mirada. Eso comenzó con De La Rúa como Jefe de Gobierno y luego siguió con Aníbal Ibarra y Filmus en Educación. Allí pude crecer y comenzar a meterme en la gestión política. Nunca se me ocurrió claudicar de la universidad por el trabajo, ni del trabajo por el estudio. Y hoy reconozco que Comedores fue vital, porque me abrió una perspectiva que no hubiese logrado sin esa experiencia.

¿Dónde estudiaste la Licenciatura en Nutrición?

En la Universidad de Buenos Aires, pero allí me encontré con una línea que te orienta por la clínica más que por la gestión, las políticas públicas, la salud pública. Todas estas cosas las descubrí con Filmus y luego acá, en la UNLa. El proceso con Filmus fue glorioso para mi crecimiento, porque coordinábamos todos los programas de las colonias de la Ciudad y no solo nos quedábamos con el comedor. El abordaje nos permitía atravesar todas las áreas que tenían que ver con armar actividades, desarrollar programas culturales en espacios públicos. Me formé en la práctica con una mirada comunitaria muy generosa que trasciende lo nutricional y lo alimentario, aunque parte de ahí. Y entiendo que así debe ser, no quedarse con el nutriente y el alimento, porque solos no son nada. Así, hasta que llegó Macri.

Cuando elegiste Nutrición, ¿qué esperabas de la carrera?

Nunca lo vinculé con un consultorio, sino en algo expansivo. Eso es lo que me interesa, lo que me representa. Creo que me proyecté cuidando, socializando un bien. Creo que por ahí va, por nutrir, dar, generar con el otro. Lo pensé así y no me equivoqué.

¿Cuántos años fuiste Coordinadora de la carrera y cual era tu función en ese cargo?

María Elena Boschi, entonces Directora de la carrera, me convocó a la Coordinación en abril de 2017. En ese cargo, mi función central era coordinar las prácticas pre-profesionales. Siempre estuve a fondo con esto de gestionar los espacios, buscar mejores lugares, contactar gente. Un ejemplo de esto fue el programa “alimentación escolar” de Lomas de Zamora, donde nuestros estudiantes puedan hacer relevamientos, un diagnóstico de situación, y aportes.

¿Y tu rol docente?

En realidad, el rol docente lo inicié en la UBA “ad honorem” en una materia que me permitía convocar a alumnas del último año a hacer sus prácticas en el Programa de los Comedores Escolares. Por algunos años me desempeñé en simultáneo en Comedores Escolares, en el cargo docente de la UBA y en la docencia en la UNLa.

¿Cuáles son las áreas problemáticas que desarrolla la carrera y cómo se traducen en su oferta académica?

Lo que pudimos hacer, gracias al equipo y al acompañamiento de la Directora del Departamento, es instalarnos como un emblema de lo que hoy se conoce como nutrición comunitaria. La carrera de Nutrición traía como legado una línea química. Eso siempre se replicó como formación en mayor o menor escala. Las privadas con algunas líneas de marketing o una línea más comercial, pero siempre bajo el modelo médico hegemónico que nos soplaba la nuca con el mandato de la clínica. Nosotras logramos instalar, con todo el apoyo institucional, algo que es distinto. Y eso se ve en nuestros egresados y en alumnos a punto de finalizar, que tienen una mirada comunitaria instalada. Su abordaje es transversal, interdisciplinario, integral. Y esto se trabaja fuerte en las prácticas de primero, tercero, quinto y en los proyectos de cooperación. Caminamos muy decididos por esa línea, sin que eso impida elegir la clínica como opción en el egreso. Y esta impronta tuvo impacto en la comunidad. Al principio, buscábamos espacios donde hacer las prácticas y siempre nos respondían que no por acuerdos con otras instituciones. Ahora nos tocan la puerta, “¿Cuándo vienen, cuando envían estudiantes?”

¿En qué desafíos de nuestra región creés que debería involucrarse la carrera?

La problemática de la alimentación escolar de los municipios es importante. La carrera puede involucrarse con sus estudiantes, practicantes y a través de sus proyectos de cooperación e investigación. Este sería un lindo desafío. Otro, meternos a trabajar en y con los clubes del barrio, porque ahí están las familias. Son tierra fértil para hacer trabajo comunitario. Nuestro barrio está florecido de clubes: Villegas, Defensores de Banfield, Country, Club Lanús, y miles sociales. Ahí también nos espera un lindo reto, que a su vez puede convocar a los vecinos a que se sumen a otros proyectos de la Universidad como los cursos de Educación Permanente o la huerta. Y algo estratégico con lo que creo necesario meternos son los modelos productivos. El alimento tiene que abordarse desde la semilla hasta que nos lo metemos en la boca, y ahí los modelos de producción son claves porque allí aparecen nuevos paradigmas. Esto tiene que ver con el trabajo de los grupos sociales y con el desarrollo e intervención de las cooperativas y los nodos. Aquí también tendríamos que encontrar líneas de acción.

¿Los estudiantes y egresados de la carrera forman parte de los proyectos de investigación?

Sí, y esta es otra de las deudas pendientes de nuestra carrera. Tenemos que entender que podemos investigar y por eso está abierta esa posibilidad. Investigar no es tarea exclusiva de otras disciplinas, de eruditos. Hay que animarse a hacerse un lugar para cuestionar, preguntar y hacerse preguntas. Es importante que los estudiantes quieran meterse, habilitarse a indagar y nosotros ya tenemos a varios en los proyectos.

En relación al mercado laboral, ¿cuál es la inserción profesional de los egresados de la carrera?

El año pasado hicimos un relevamiento para ver en qué andaban nuestros egresados. Y nos encontramos con un panorama bien variado. Hay algunos que están haciendo clínica, otros que están en áreas de los municipios de programas y proyectos, unos cuantos en docencia. En la carrera tenemos una línea que prioriza a nuestros graduados a la hora de buscar un instructor ayudante. Así logramos tener unos cuantos egresados trabajando de docentes en la carrera.

¿Algo que quieras destacar de tus primeros días en el cargo?

Sí, estoy muy contenta haciendo algo que no es ciento por ciento de la dirección, pero lo quiero contar. Tiene que ver con el voluntariado Ce-Tec UNLa. Este es un convenio con la Provincia de Buenos Aires que iniciamos en noviembre, para instalar un centro de voluntariado para el seguimiento de contactos estrechos de pacientes con COVID-19 de provincia. Este programa existe en otras universidades, abrirlo en la UNLa fue todo un desafío, pero lo logramos con la Directora del DESACO a la cabeza. Hoy tenemos un montón de voluntarios de la carrera, y no es menor que los pibes del último año estén involucrados en esto, sobre todo en este momento epidemiológico y sanitario tan especial que nos tocó. Acompañarlos a que se involucren y transmitirles esto es un lindo esfuerzo del que participa todo el Departamento. Asisten también voluntarios alumnos de Trabajo Social y de Enfermería que trabajan de manera coordinada.

¿Cuáles son los desafíos al interior de la carrera?

Son muchos y las dos Directoras que me precedieron, Boschi primero y Mónica Yedvab después, me dejan una vara muy alta. Primero quiero destacar al equipo de la carrera que es muy comprometido. Eso te da la posibilidad de gestionar con calidad. Hay varios desafíos fuertes que me convocan. El primero, que la carrera entró en el artículo 43 de la Ley de Educación Superior y tiene que acreditar como carrera de importancia para la salud de la población. Este proceso va a ser durísimo porque hay una evaluación, y tenemos que calificar para lograr que nos acrediten y nos otorguen un sello de calidad. Luego, seguir haciendo alianzas con las otras carreras de Nutrición del país. Y por último, abonar para que los profesionales de nuestro campo se animen a politizar las situaciones, a meterse de lleno y decir las cosas por su nombre. Que dejemos de ser políticamente correctos, y que nos asumamos como actores sociales y políticos de la salud.

¿Quién es Valeria Souto Brey? ¿Qué disfrutás por fuera de tu vida profesional?

En general soy una persona optimista, y eso que la vida me dio muchos cachetazos. También me reconozco con poca paciencia y explosiva, pero después no me acuerdo y no guardo rencores. Soy muy madre, les dedico lo máximo que puedo a mis hijos. El jardín y el agua de la pileta me serenan, porque me cuesta bastante lograr una desconexión total. Adoro tomarme una cervecita o un vinito con amigos, ese es mi domingo ideal.

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